Burning booksTodos atesoramos libros y nos da la sensación de que algún día no estaremos y nadie los cuidará, cuyo destino será una tienda de lance, el rastro o incluso el despiadado contenedor de reciclaje.

No faltan las iniciativas, algunas gestadas en noches en vela, otras fruto del ingenio o la desesperación, para intentar salvar del naufragio (o de la quema) a los libros que nos han acompañado en la vida.

1. Me ha encantado la iniciativa de Román Álvarez Rodríguez, Catedrático de Filología Inglesa de la Universidad de Salamanca, quien ha restaurado la vieja panadería de su padre en el pequeño pueblo de Abelgas de Luna, en la provincia de León y ha puesto a disposición de los vecinos o de cualquiera que desee ilustrarse o entretenerse, nada menos que 3000 volúmenes de su biblioteca personal. El pueblo tiene apenas 30 habitantes por lo que podrán ilustrarse a su antojo, sin formalismos burocráticos, sin gastos de adquisición y con total confianza en el porteo o consulta de los ejemplares.

Algo tendrá de insólita la medida cuando ha sido noticia televisiva.

No sé el futuro que tendrá la biblioteca de Abelgas, ni si irá seguida de otras donaciones filantrópicas o si se harán excursiones para visitarla y de paso apreciar el paisaje o la cecina del lugar.

Me inclino mas bien por pensar que tras la natural curiosidad vecinal, en un paraje donde el tiempo se detiene, los roedores o las ovejas serán los mas interesados por lo que se cuece en la vieja panadería.

Foto Bruno Moreno
FOTO BRUNO MORENO

Pero de lo que estoy seguro es que estás iniciativas no sobran. Dicen mucho del donante por su generosidad personal y por su amor al pueblo que le vio nacer. Y dicen mucho de la sociedad que nos ha tocado vivir, donde existe sobreabundancia de libros y donde la cultura cotiza a la baja.

Si en vez de libros, el bueno de Román hubiese destinado la panadería a museo de videojuegos o hubiese ofertado wifi gratis, no faltarían peregrinos jóvenes ni gorrones que recalarían allí.

2. Una variante filantrópica mas conocida es el llamado BookCrossing, o la práctica de dejar libros en lugares públicos para que los recojan otros lectores, que después harán lo mismo.bookcrossing

Sin embargo, no me convence mucho, porque la mayoría de las personas se comportan como perrillos olisqueando lo que desconocen y pasando olímpicamente. Quien ama la lectura tiene infinidad de bibliotecas públicas que de forma gratuita, sencilla y accesible ofrecen varios libros por tiempo prorrogable; y quien no ama la lectura, mirará de soslayo el libro abandonado como quien no es fumador y observa un cigarro puro intacto.

3. En cambio, me encanta la iniciativa, que no acaba de cundir, de la oferta que hacen algunos hoteles que ofrecen en su vestíbulo los libros que se dejan los clientes para su libre consulta con el deber moral de tomarlo del estante y devolverlo al irse.

Y la verdad, no me explico la razón por la que algunos establecimientos de hostelería no colocan una estantería con ejemplares por si algún cliente solitario quiere hojearlos. Puede colocar sus propios libros o invitar a los clientes a dejarlos en depósito antes de tirarlos. No cuesta nada, el cliente recibe algo gratis que siempre le chantajea psicológicamente y además si le gusta, volverá al local para terminarlo. No es incompatible con periódicos o revistas. Algo más.

placer leer4. Personalmente no soy tan generoso. Me han enseñado tanto algunos libros, y me costó tanto adquirirlos en tiempos jóvenes, que sería un ingrato desprendiéndome de ellos. Y si entrego los que no he leído sería tan mezquino como quien dona lo que no le sirve.

Tengo grabada una anécdota que me sucedió a los 20 años cuando visité a un amigo a su casa y me tropecé de bruces en su biblioteca con tres libros de ajedrez que le había prestado dos años antes y que, por lo visto, no sabían el camino de regreso. Le dije sorprendido:

  • ¡Pero si están aquí mis libros! ¡Los que te dejé hace un par de veranos!

Para mi sorpresa, me respondió tranquilamente:

  • Sí, pero pensé que para tenerlos tú en la biblioteca sin leerlos, mejor me los quedaba yo aquí, y así se ahorraban trasiegos inútiles.

No le faltaba razón a mi amigo pero tampoco me faltaban a mi razones para que dejase de serlo.

Como suele decirse, quien tiene un amigo, tiene un tesoro, y yo matizaría que quien tiene muchos libros, tiene muchos tesoros. Y a veces quien deja un libro a un amigo, deja de tener un tesoro.

Magistrado especialista de lo contencioso-administrativo en el Tribunal Superior de Justicia de Asturias. Doctor en Derecho por la Universidad de Salamanca (Premio INAP 2019), y numerario de la Real Academia Asturiana de Jurisprudencia de Asturias. Caballero con Encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio (2019). Responsable del influyente blog jurídico: https://delajusticia.com y de la bitácora vitalista https://vivoycoleando.com/ Humanista, jurista y amigo de sus amigos.

2 comments on “Libros usados en busca de lector

  1. Reblogueó esto en Vivo y Coleandoy comentado:

    Unas divagaciones mías sobre esos amigos que tenemos abandonados : los libros de nuestra biblioteca personal «a extinguir»

  2. Meg (@mejugenia)

    No sé quien dijo eso de que «no te enamores de quien no tenga libros en su casa» (o parecido). Pues algo así me ocurre a mí, como a tí, no podría desprenderme de mis libros, esos que me he comprado con tanto cariño y afán y ahorro. No sabría dejarlos ir, al menos no de momento, quien sabe si lo haré en un futuro, pero, por lo pronto, se quedan en casa, sean 500 o 5000.

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