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“NO CREO QUE HAYA LITERATURA EN LA QUE EL AUTOR PUEDA ESCAPAR DE SÍ MISMO” (II)

LUCAS ALBOR ENTREVISTA A JUAN MUÑOZ FLÓREZ

El pasado viernes 13 de enero se fallaron los Premios Guillermo de Baskerville, distinción a través de la que el prestigioso portal de reseñas Libros Prohibidos reconoce a la mejor novela independiente, en este caso del año 2016. El premio recayó sobre El Demacre, novela escrita por Juan Muñoz Flórez y editada por Amarante. Aquí os dejamos la primera parte de la entrevista que, con motivo de dicho reconocimiento, le realiza Lucas Albor, también autor de Amarante y finalista del susodicho premio con Golondrinas muertas en la almohada

3) UNA HUIDA HACIA DELANTE

Lucas Albor: Es curioso porque el libro, al menos para mí, es muy clásico en cuanto a la forma o el uso de los recursos, y sin embargo se desborda por ejemplo en el carácter de los personajes. La trama es relativamente sencilla…
Juan Muñoz Flórez: Al final la trama no es más que la excusa para contar lo que uno quiere contar, que decía Chandler. No es que sea sencilla. Es decir, el gran escritor de novela negra -y yo no soy un gran escritor de nada, pero hago mío el argumento- utiliza la trama para contar todo lo que está detrás de la trama. En realidad, yo diría que todos los grandes escritores hacen eso, independientemente del género. Pero la trama de El Demacre suscita intriga y te anima a seguir leyendo, a querer saber lo que viene detrás, no es tan sencilla.

L: Sí, yo me refería a eso, a que en un esquema muy clásico, introduces elementos que el lector no está acostumbrado a encontrarse en una novela negra. Todo el tema de las drogas, en fin, o el delirio casi esquizofrénico del protagonista.
J: Sí, bueno, es una huida hacia delante. Y por ejemplo otros personajes que aparecen, como el Richi, todos esos elementos casi castizos, los chavales del barrio, sus filias, sus fobias, sus relaciones, habitualmente no tienen sitio en la novela negra o lo tienen de una manera distinta. Al menos hasta donde yo conozco.

L: O la manera en que están construidos los diálogos entre esos mismos personajes, ¿no?
J: Claro, por eso no es una novela negra… canónica, por así decir, porque realmente bajo ese ropaje negro clásico lo que te encuentras es una especie de epopeya al revés de un montón de gente entre lamentable y heroica cuyas vidas se desarrollan completamente al margen de la trama concreta. Y ahí también entran los diálogos, que tú dices. Yo, por ahondar un poco en esto, soy de la creencia de que los diálogos son un segundo tipo de lenguaje dentro de la novela y por tanto deben ser fieles a la forma oral y alejarse lo más posible del resto de formas de la lengua escrita; una especie de transcripción del habla real, para que nos entendamos. Y eso por supuesto incluye incorporar las características del lenguaje oral al lenguaje literario: anacolutos, repeticiones, vocativos… Mi preocupación principal era el hacer de altavoz de formas lingüísticas muy de barrio, muy de gente joven, también, sin intervenir el yo-escritor prácticamente nada, sin que nadie pudiese reconocer incoherencias propias de un desconocimiento de las diferentes realidades lingüísticas que aparecen en la novela.

L: Sin embargo, en la mayoría de los manuales te dicen que no, que no tienes que reproducir exactamente el habla oral. Yo coincido contigo, pero la teoría no es así, ¿no?
J: Yo creo que eso es una convención… casi decimonónica. Y por cierto a los autores realistas también se les reprochaba ese mismo afán casi documentalista a la hora de reflejar los diálogos. Los diálogos, en este sentido, son una manera de conseguir verosimilitud y muchas novelas se pudren porque el autor fracasa a la hora de hacer hablar a sus personajes, que lo hacen de una manera artificial e increíble. Sólo hay que ver una serie española random para comprobar lo que digo. Los diálogos, en definitiva, son un elemento clave para lograr la tan ansiada verosimilitud, como te decía, y hay que aprovecharlos hasta el final.

L: También son una manera de construir a los personajes. Es decir, al estar escrita en primera persona y con un narrador tan potente, tan omnipresente, donde toda la obra está construida alrededor de sus impresiones, dejabas muy poco espacio para el desarrollo del resto de personajes, ¿no? Era interesante darle fuerza a los diálogos para evitar que los personajes secundarios fueran planos.
J: Claro, definirlos en base a lo que cada uno de ellos es. Si los personajes hablaran como piensa el narrador…

L: … habría un problema. Sin duda. Es un elemento muy a destacar, el trabajo con los diálogos. También Diego, el protagonista, escapa completamente al prototipo…digamos de detective de novela negra.
J: Sí, ya lo hemos hablado otras veces, es un ególatra sin ego, una persona completamente autodestructiva. Una persona que se autoproclama Dios y a los cinco segundos se decepciona de sí mismo, se deprime y quema su iglesia consigo mismo dentro. Una protesta contra todo, pero especialmente contra sí mismo. Un tío prepotente pero a la vez patéticamente impotente… Y así podríamos seguir hasta el infinito. No creo que sea imposible identificarse con él para casi cualquiera.

L: Sería otro prototipo.
J: No sé si un prototipo, pero quizás sí el lector ha podido ser así; si no siempre, en algún momento de su vida. O conoce a alguien que es así… Diego lleva al límite una manera de ser que quizás nos pertenece un poco a todos, esa parte… no sé, incontrolable, romántica, el homo por encima del sapiens, por más listo e infalible que uno se crea, que en realidad está en todos de una manera u otra.

L: Luego está todo el tema de la droga, ¿no? Hay un tratamiento peculiar de la droga. No hay una crítica, que es lo más habitual.
J: Pero tampoco hay una apología…

L: No, pero no hay una crítica.
J: No, no la hay, es cierto. Y sí, en el libro hay mucha droga, la droga forma parte de la vida de los protagonistas, pero también hay otras muchas cosas. A mí me ha sorprendido mucho el hincapié que se ha hecho en las drogas como elemento nuclear de la novela. Las drogas son un elemento natural en el contexto en que se desarrolla la novela. Un elemento más que otorga verosimilitud al mundo construido. A mí me molesta un poco el tema. Hay muchísimos creadores: escritores, directores… que son consumidores de drogas en su vida diaria. Y desde luego autores de bestsellers también, por supuesto.

L: Y no lo reflejan.
J: Jamás lo reflejan en sus obras. ¿Por qué ese elemento desaparece cuando se ponen a escribir? No digo que tenga que estar siempre, pero es que no está nunca. ¿Por qué es casi el único elemento de su cotidianeidad que hacen desaparecer al crear sus mundos de ficción?

L: No es políticamente correcto.
J: Claro, les perjudicaría en ventas o en prestigio. Es una actitud calculadamente hipócrita. ¿Podría ganar un premio importante una novela con un protagonista que consumiera drogas tranquilamente, sin juicio moral alguno por parte del autor, como así sucede en la vida real? Yo creo que no. En cualquier caso, sí que te reconozco que a mí me ha sorprendido un poco todo esto, que este tema resulte un problema en algunas lecturas de mi novela.

L: Claro, pero no es la droga en sí. Es que no hay una crítica a la droga. Yo creo que es interesante. Socialmente parece que hubiera la exigencia de hacer una crítica a la droga.
J: Pero también es cierto que para la gente a la que le ha gustado el libro ése es un elemento que hace que guste más, que no haya moraleja ni buenismo de gominola. La mayoría de la gente que lo ha leído no consume drogas. Y no hay tampoco una sacralización o divinización de la droga. Hay una constatación. Y por supuesto se aprovecha para llevar a los personajes mucho más allá de lo que hubieran podido ir sin ella. De hecho, lo raro sería, tal y como están definidos los personajes o el contexto en que se desarrolla la novela, que no hubiera droga.

4) ESTO NO HA HECHO MÁS QUE EMPEZAR

L: Bueno, hasta ahora las críticas de la novela han sido muy positivas. No sólo en el contexto de los premios. También he leído varias reseñas y en todas se le da una valoración muy alta.
J: Sí, la verdad es que de momento no me puedo quejar. En general el libro está gustando mucho y el feedback que me está dando la gente es muy positivo.

L: Volvamos al Guillermo de Baskerville, ¿no? Quiero decir, al nivel en el que estamos no se me ocurre mejor reconocimiento para un autor que está empezando, con una editorial independiente, etcétera.
J: Sí, sí. Como te decía antes, es un trampolín, es haber desbloqueado el primer nivel.

L: Diego Valente estaría muy orgulloso de esto.
J: O el Richi: “no jodas que l ‘an dao un premio al Dieguito, tú, vá-mo-nos”

L: Bueno… Al Diego no, a Juan Muñoz Flórez. Realidad y ficción, tú. No sé si se te queda algo pendiente…
J: Supongo que mencionar a Amarante, ¿no? Por aquello de habernos publicado, que no es fácil apostar por autores noveles…

L: Primera novela. Sí, en ese sentido sí hay que darles las gracias. Esperemos que vengan más, y que sigan pasando cosas buenas.
J: Por supuesto. Esto no ha hecho más que empezar para los dos.

Editorial Amarante - El Demacre - Juan Muñoz Flórez

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