Opinión Redactores Teresa Álvarez Olías

Nuestra sociedad. Un canto de esperanza desde la cultura

Con la humildad de quien lleva décadas en este mundo, aprendiendo constantemente, he querido indicar las características más sobresalientes de nuestra sociedad.

1) Sufrimos las consecuencias de un cambio climático en nuestro planeta, acelerado por la actividad humana, nada escrupulosa en contaminar la atmósfera, la tierra y el mar, que se derivan en olas de calor, sequías, deshielos polares, inundaciones, huracanes y demás catástrofes, cada año más terribles para los seres vivos y el porvenir de La Tierra.

2) Vivimos en la sociedad de la información por antonomasia. Todos estamos conectados a través de Internet. Las noticias cruzan los continentes de manera instantánea. Cualquier duda sobre temas vulgares o científicos podemos resolverla consultando nuestro teléfono, de manera que no necesitamos tener buena memoria para conocer al momento cualquier dato histórico, divulgativo, matemático, pedagógico, etc. Es posible que seamos más egoístas que nuestros antepasados, más cómodos, más caseros por dedicar muchas horas a las distintas pantallas que nos ilustran: la del móvil, la del ordenador, la del televisor, pero no es menos cierto que hemos aprendido a ser más solidarios que nunca con las desgracias ocurridas en las distintas partes del globo, sencillamente porque las conocemos, porque llegan a nuestro email, a nuestra habitación, a nuestra mente.

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TENEMOS LAS HERRAMIENTAS, QUE SON LA SOLIDARIDAD Y LA NECESIDAD DE COMUNICARNOS Y TRABAJAR JUNTOS. POSEEMOS EL PUNTO DE APOYO, QUE ES LA INTELIGENCIA SUSTENTADA SOBRE LA JUSTICIA Y EL BIEN COMÚN. MOVAMOS EL MUNDO CON TODOS ESTOS ELEMENTOS.

3) Observamos una explosión de inteligencia mundial, que ha creado una tecnología portentosa en áreas tan útiles para el progreso de nuestra especie como son la industria, la agricultura, los medios de transporte, la sanidad o la alimentación, debido al desarrollo de la ingente cantidad de población formada, educada en universidades, con gran aumento de la esperanza de vida.

 4) Comprobamos que las comunicaciones, unidas a dos instintos humanos primarios, como son el gusto por el juego compartido y la ilusión por viajar han hecho de nuestro planeta un camino donde todos nos encontramos y compartimos gustos, conocimiento y ocio.

5) Llevamos milenios cultivando el espíritu, ideando la religión, la filosofía y la literatura, las cuales han creado una sociedad, al menos en el mundo occidental, amante de la sinceridad, de la denuncia de la corrupción política, económica y judicial, deseosa de la no ocultación de las tendencias sexuales, de la no discriminación en función de ellas, y defensora de los derechos humanos. Todos esos siglos de profundización en la conciencia han conformado un mundo que apunta a la democracia como la mejor de todas las formas de gobierno conocidas, y al capitalismo no salvaje como sistema económico preferido. Una democracia que permita también, la asociación, la herencia, la propiedad e iniciativa privadas, y la igualdad entre los seres humanos.

6) Sostenemos una pluralidad de estados de desarrollo, razas, religiones, climas, etc. que han diseñado una panorámica universal donde se dan los contrastes más grandes, y también los más horribles desequilibrios: extrema pobreza junto a escandaloso derroche, población analfabeta junto a erudita, brecha salarial entre sexos, brecha informática entre jóvenes y ancianos, terrorismo y desprecio universal como respuesta al mismo, soledad y muchedumbre, violencia junto a espiritualidad.

Escrito todo ello, se me ocurre que tenemos los medios para remediar los males que aquejan a nuestra sociedad. Estos son: la inteligencia, la diligencia, la tecnología, el sufragio universal, la pasión, la diversidad de ingenio y la información generalizada.

Los males son el cambio climático, el desequilibrio abismal entre personas, el terrorismo, la guerra, el hambre, y especialmente el pesimismo, el egoísmo, el no aportar todo nuestro potencial para solucionar los trascendentales retos que nos aguardan.

Tenemos las herramientas, que son la solidaridad y la necesidad de comunicarnos y trabajar juntos. Poseemos el punto de apoyo, que es la inteligencia sustentada sobre la justicia y el bien común. Movamos el mundo con todos estos elementos. Para ello nos harán falta, mucha falta, el corazón y las manos.

Teresa Álvarez Olías

Escritora, autora de la novela Campo de Amapolas

 

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