El Derecho es vida puesto que es el cauce formado por principios y normas que nos dicen cómo podemos y debemos actuar según las situaciones. Cuando hay litigios nos encontramos con la vida en pie de guerra, con la lucha por los derechos donde brotan nuestras emociones y sentimientos al servicio de lo que consideramos justo.
Sin embargo…
… suelo decir que el estudio del derecho, la reflexión jurídica o la lectura de jurisprudencia son hábitos saludables con los que nos ganamos el pan o incluso algunos disfrutamos, pero hay vida ahí fuera. Vida de la que puede respirarse, de la que nos hace sentirnos relajados y felices, de momentos que paladeamos porque nuestros pasos en la tierra cobran sentido: una francachela amistosa o familiar, la visión de un bello paisaje, el jugueteo con los hijos, el deleite de una melodía, el gozo de una película o libro, la creación artística de nuestra propia mano o mente, un abrazo de quien queremos cuando le necesitamos, sonrisas cálidas y risas en buena compañía, el alivio de diagnósticos de salud positivos, el orgullo de participar en una competición deportiva, percibir nuevas ideas de quienes admiramos y que nos hacen mejorar, etc.
Cada uno tiene sus momentos de liberación, de oxigenarse frente a la rutina jurídica y de alzar la vista complacido. Muchos momentos íntimos y otros compartidos.
Pues bien, fruto de la benévola insistencia de algunos amigos para que me aventurase a escribir un ensayo sobre como tomar las riendas de la propia vida, acepté el reto con ingenuidad y entusiasmo.
Ingenuidad porque no soy un filósofo ni terapeuta ni maestro o líder y hace falta mucha vanidad para dar consejos a otros.
Y entusiasmo porque mi único trampolín para tan magna tarea, tras doblar el recodo del medio siglo, son la cosecha de errores y aciertos, experiencias personales vividas o leídas y recibidas de grandes personas, todo lo cual ha cristalizado en algunas enseñanzas que me gustaría compartir.
Las experiencias personales las he atesorado en múltiples vertientes. Desde la faceta de deportista de competición y periodista ocasional a la de funcionario. Desde la de abogado a la de magistrado. Desde la de alumno de sabios maestros a profesor universitario. Desde la de amante de la vida familiar y cofrade de la sana amistad a la de bloguero popular. Muchas lecturas, muchas películas, muchas anécdotas, muchos triunfos y derrotas. Pero sobre todo, buenísimas personas que siempre me arropan y ayudan a levantar.
El resultado son un puñado de criterios que me han permitido modestamente, sentirme hoy día muy libre, muy creativo, muy sociable, y tremendamente tolerante y solidario. Aunque diciendo esto debería añadir que poco modesto, pero al reconocerlo así demuestro sentido del humor, lo que es el mejor combustible para vivir.
Y como no, ese puñado caótico de enseñanzas que bullían en la cabeza, buena parte vertidas embrionariamente en mis blogs, había que ordenarlo para ponerlo blanco sobre negro, y el título responde la contenido: No somos muebles de clickea.
Sí, ha leído bien: Clickea, Click-Ikea.
La idea central en que no somos muebles de montaje predeterminado de grandes superficies. Tenemos derecho a ser originales, a cometer errores y a apartarnos de las reglas, siempre que consigamos el mueble artesano de nuestra propia vida.
También tenemos derecho a liberarnos de la tiranía de la tecnología, del click del ordenador, que nos atenaza y persigue, y que nos aparta la mirada y la vida de la realidad.
Por eso, el resultado es un librito de ensayos que pretende claridad, amenidad y utilidad para poder avanzar hacia lo mejor de nosotros mismos.
Me temo que no es el clásico Manual de Autoayuda porque no contiene fórmulas mágicas sino que aspira a ayudarnos a comprender la grandeza de nuestra libertad para pensar y decidir y hacer uso de ella.
Este es el ambicioso Índice. Pasead la vista por él, y si la curiosidad atenaza, pues os animo a comprarlo.
Así que, si queréis hacer un regalo de Navidad útil, a la par que espléndidamente editado, con ilustraciones evocadoras, y diciendo verdades como puños, pues creo que es un regalo adecuado.
Como curiosidad, (ya que en anteriores obras me lo pidieron) si alguien lo adquiere, y desea que le envíe por correo electrónico una dedicatoria personalizada y firmada, para sí o para alguien, pues basta con pedírmela a kontencioso@gmail.com y gustoso la enviaré firmada en .PDF.
Por supuesto que no solo no me hago rico con esto, sino que como siempre, los posibles beneficios de la venta irán destinados a alguna justa causa.
Gracias por vuestro tiempo leyendo esto, y por vuestra lectura si os adentráis en el territorio de No somos muebles de clickea.
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