Opinión

La reina del crimen o la diosa de la novela policíaca

Toda la gloria y el reconocimiento a la gran autora británica de la novela policíaca, que ha elevado este género a la cima de las letras.

Hablamos de Agatha Christie (Torquay, 15 de septiembre de 1890 – Wallingford, 12 de enero de 1976). Sus múltiples libros han sido traducidos a numerosos idiomas y ha conseguido que el pueblo llano se entusiasme con la novela negra o de misterio, y en definitiva, que no se canse de leer, porque ese es el objetivo de todo autor o autora que se precie: conseguir que el lector, tras concluir un capítulo, ansíe empezar el siguiente y desde luego, conocer lo antes posible, el desenlace final del libro.

Agatha Christie rompió todos los moldes con su prosa. Su condición de autora no le abría las puertas de la crítica literaria, en una época en que la lucha por el sufragio femenino enfadaba tremendamente a los sesudos varones europeos y americanos, ya fueran escritores, clérigos o políticos. Su añadida circunstancia de escritora de Gran Bretaña, patria de sir Arthur Conan Doyle, pionero de la novela policíaca, tampoco le allanaba el camino del triunfo, pero Agatha Christie se ganó el cariño de la sociedad inglesa de su tiempo con sus apasionantes novelas, tales como:

Asesinato en Mesopotamia, Tercera muchacha, Después del funeral, La noche sin fin, Tragedia en tres actos, El espejo roto, Cianuro espumoso, El tren de las 4, 50, Cinco cerditos, El asesinato de Roger Acroyd, Los relojes, La casa torcida, Cita con la muerte, Un cadáver en la biblioteca y otras muchas.

Algunas han sido llevadas al cine como Once negritos (representada en un teatro de Londres durante décadas y estrenada como película, dirigida por George Pollock, en 1965) Asesinato en el Orient Expres (llevada al celuloide en 1974 por Sidney Lumet en 1974 y por Kenneth Branagh en 2017), Muerte en el Nilo, (dirigida en 1978 por John Guillermin), Muerte bajo el sol, (dirigida por Guy Hamilton en 1982), Asesinato a bordo, (dirigida por George Pollock en 1964) y Testigo de cargo (dirigida por Billy Wilder en 1957).

Varias editoriales en países de todos los continentes las han publicado en las últimas décadas, adivinando el interés del lector mundial por los siguientes tópicos que Agatha Christie plasmó magistralmente:

a) el crimen, ya sea pasional o económico, premeditado o fortuito.

b) la exhibición del lujo, los viajes de crucero, las vacaciones en hoteles caros o las fiestas en mansiones magníficas.

c) el estudio psicológico de los diferente caracteres humanos, regidos por el ansia y las intrigas de dinero, de poder, de amor o de reconocimiento.

d) la prosa elegante y clara que describe la vida cotidiana de los poderosos y también de los humildes.

La escritora conocía de primera mano los gustos y hábitos de la clase pudiente británica, pues era miembro de ella, pero supo también retratar a sirvientes, secretarias, oficinistas y comerciantes.

Tomando una tradición clásica de su país, introdujo dos personajes en muchas de sus obras de manera seriadas: Miss Marple y Hércules Poirot, anciana curiosa la primera y detective famoso el segundo, ambos capaces de adivinar la autoría de los más enrevesados asesinatos, y que atraen al lector aún sin conocer éste el argumento del libro, todo un gran hallazgo.

Las novelas de Agatha Christie, muy variadas, tienen estrategias comunes, como son:

  1. Se inician con una reunión de distintas personas en un medio de transporte o en una casa, también en una fiesta. Muy pronto, alguno de los asistentes a esa reunión es asesinado y la investigación policial o detectivesca se inicia ahondando en el comportamiento pasado o presente de todos los demás.
  2. El desenlace, es decir, la confesión del asesino, siempre precedida de la averiguación de quién ha podido ser el autor del asesinato, es distinto en cada novela, pero siempre es la última persona que el lector espera que lo sea. La autora es maestra en despistar al lector, en jugar con él o ella, mostrándole claramente posibles asesinos que no lo son en realidad.
  3. El hilo conductor de la novela es el crimen, desde luego pero también la personalidad de cada protagonista, perfectamente descrita.
  4. A menudo algún acontecimiento del pasado es el detonante del crimen cometido en la actualidad.
  5. No faltan las historias de amor, al menos una por novela, entre los protagonistas de la misma, que suelen ser muchos, concediendo papel importante a las mujeres.
  6. Se describen en profundidad los ambientes que conforman cada capítulo, así como el vestuario, hábitos y peculiaridades de los protagonistas.

Agatha Christie impregnó la novela negra de lujo, de color, de amor, de vida cotidiana, y sus obras no son sólo un enredo de posibles asesinos que se comportan como inocentes, sino un medio delicioso de evasión para el lector o lectora, al recrear un mundo de intrigas y diversiones, de apariencias maravillosas e interiores desdichados. Con ella se estimuló el género policíaco, que gradualmente ha sido considerado de la máxima categoría literaria, reconociéndosele la capacidad de sacar lectores hasta de las piedras.

Las primeras colecciones y traducciones de sus novelas al español no fueron muy rigurosas, pero esto ha mejorado al publicar la obra de la autora distintas y muy importantes editoriales. A ello se ha añadido la iniciativa de la BBC para llevar al cine y a la televisión sus novelas como La casa torcida Inocencia trágica, en uno o varios capítulos, como gran producto nacional exportable a todo el mundo.

La autora vivió 86 años y escribió desde su juventud, consiguiendo que los lectores pudieran contemplar el mundo británico y europeo desde la óptica de sus obras, pues estas nos muestran los felices años 20, las dos guerras mundiales, la guerra fría entre Rusia y Estados Unidos, así como la escasez de la posguerra y la llegada del consumismo y los electrodomésticos en los años 60, entre otros eventos.

La adaptación de sus obras al cine aún nos sitúa perfectamente en cada década referida, pues pasamos del cine en blanco y negro al color, de las escenas de interior (una biblioteca, un salón, una cocina) al despliegue de paisajes en África o Asia.

Cada lector puede elegir sus preferidas, pero parece interesante señalar el impacto que causó Testigo de cargo en su publicación y estreno como película, también La ratonera, y 10 negritos, representadas ambas en teatros de Londres durante años, así como Inocencia Trágica, vendida en 2018 por capítulos a televisiones de todo el mundo.

Apostemos por un protagonista en particular como asesino de cualquiera de ellas.

Teresa Álvarez Olías

 

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