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Helarte de ser feliz

Sepa usted, señora, que uno antes era feliz, pero que ya no.

Sepa usted, señora, que uno antes era feliz, pero que ya no. Y mire que no se lo digo para que se entristezca sino para que se alegre, que bien sé que usted es de aldea y no se pone triste por tonterías. Porque estará de acuerdo conmigo en que cuando uno sabe tan poco de tan poco, lo mejor es que alguien le abra los ojos, y eso es lo que ha ocurrido. Uno era feliz, le decía, pero solo hasta la semana pasada, cuando leí en una publicación un sesudo artículo que se titulaba, más o menos, “Diez claves para ser feliz”, creo recordar, algo que me pareció adecuado porque diez es un número redondo. Lo malo llegó cuando acabé de leer y comprendí cuán equivocado vivía en tan bendita ilusión, y me escondí asustado debajo de la mesa. Porque mire, no es que se me escaparan algunas de esas diez claves, que eran como diez llagas, sino que lo terrible era que no cumplía ninguna, y no encuentro palabras para explicarle lo que sentí. Volví a leer las diez claves varias veces, unas del tirón, otras pausado, lo hice también al revés por si acaso, e incluso alternando pares e impares por si se trataba de una errata, pero de nada me sirvió, aquello era el principio de este acabose. Fíjese que creía que sí, pero en realidad no era feliz, y supongo que así son en el fondo las cosas de la felicidad.

Lo cierto es, no se lo negaré, que no ser feliz no es tan malo como podría pensar. Salvo que uno sabe que ya no es feliz, lo demás es casi como lo de antes. Tal vez al salir a la calle uno se siente un poco mal, pero creo que es normal porque ya no se es feliz, y eso seguro que la gente lo nota, y también los perros, que para esas cosas tienen una sensibilidad especial, pero parece que a nadie le importa demasiado y creo que ya casi no me afecta. Lo peor, sin embargo, es que después de conocer aquellas diez claves me interesé por el asunto, por si podía ayudar a alguien a salir de un error como el mío, y el resultado fue demoledor. Porque no sé si conoce que también hay claves para dormir mejor, que ya me dirá usted, o para viajar con niños, fíjese, claves para comer sano, claves para ir de vacaciones estupendas, claves para comprar secadores de pelo, claves para las parejas, para un mundo sostenible, para ser solidario o para saber leer. E incluso claves para no ser feliz, cosa que da mucho consuelo, se lo reconozco. Pues mire usted si hay claves, y resulta que no cumplía ninguna. Por eso le digo que antes era todo más fácil, pero está claro que lo que uno entendía acerca de la felicidad no puede hacer frente a la rotundidad de lo pontificado “según los últimos estudios”, y mucho menos al “último estudio de una universidad americana” o lo que dicen todos los expertos, y en eso no hay sutía.

Resulta natural que, con lo que le he contado, la gente haga cosas de mucha dicha y satisfacción cuando se conocen esas claves, porque sabiéndolas de antemano nos queda más tiempo libre para nuestras cosas, y eso también da mucho sosiego. No es de recibo que haya gente que sea feliz teniendo muy poco mientras otros tienen mucho, que eso es algo que parece bonito pero puede acabar en un despropósito, entiéndalo bien, que se empieza creyendo que uno es feliz con lo poco que tiene y se acaba pensando que uno es feliz con las cosas en las que cree, y ahí es donde comienzan los problemas, que luego a la gente le da por leer, y estudiar, y cada uno acaba pensando lo que le da la gana y siendo feliz como mejor le parece, a lo bruto, sin miramientos, pedestre, y hasta ahí podíamos llegar. Ahora las emergencias que nos acucian son otras, y es lógico que no perdamos el tiempo en nimiedades cuando lo que hay que hacer es actuar y después, si eso, ya iremos conociendo otras claves. O somos todos felices ya haciendo, pensando y comprometiéndonos a una, o esto acabará siendo un desbarajuste el día más pensado.

No sé qué opinará usted, pero creo que la felicidad a veces es un tesoro que debemos guardar en un hermoso cofre bajo la llave. Lo malo, bien lo sabe usted, es que perdamos esa llave y al pretender hacer una copia nos encontremos con algún astuto viejito. O no.

Iván Robledo

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1 comments on “Helarte de ser feliz

  1. Anónima

    ¿Sabe aquello de: no sabía que ponerme, y me puse feliz?
    Pues así, ¡pero leyéndole!

Gracias por comentar

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