Los Estados Unidos de Europa explicados a todos - Guía para perplejos - Michele Ballerin
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Emma Ramos entrevista a Michele Ballerin para conocer su visión de Europa

Con un enfoque inusual, pero a su vez muy interesante, “Los Estados Unidos de Europa explicados a todos (guía para perplejos)” es una obra amena, con un toque “político-técnico” que nos traslada a conocer el mundo de la Unión Europea.

Con motivo de la publicación de la obra “Los Estados Unidos de Europa explicados a todos (Guía para perplejos)” hemos solicitado a Emma Ramos de -Finanzas Públicas- que entrevistase a Michele Ballerin para mostrarnos su visión de la obra.

Pero antes sepamos quién es Michele Ballerin y cual es su aportación con esta obra:

Michele Ballerin, Cesenatico (Italia), 1972, es un europeísta convencido que cree que el “modelo federal es el que mejor garantiza la libertad y el derecho”. Ensayista, publicista y bloguero, es un dirigente del Movimiento Federalista Europeo. Entre sus escritos se encuentra Ciò che siamo, ciò che vogliamo. Dalla crisi dei valori all’Europa del diritto (Il Ponte Vecchio, 2010), Gli Stati Uniti d’Europa spiegati a tutti. Guida per i perplessi (Fazi, 2014 – Guida, 2019) y Riformismo europeo. Una prospettiva politico-economica per l’Eurozona (Guida, 2017).

Los Estados Unidos de Europa explicados a todos (guía para perplejos), publicado en España por la Editorial Amarante es una obra amena, con un toque “político-técnico” que nos traslada al mundo de la Unión Europea. Lo hace desde con un enfoque inusual, en la medida que abandona lo “farragoso” para algunos, técnico para otros y lo sustituye por la capacidad de “atracción” al lector.

Robert Schuman
Robert Schuman

Su sencillez, a través de un conjunto de preguntas y respuestas, nos permite entender la Unión Europea desde una perspectiva futura, dejando de lado el pasado y la historia, para entender mejor en qué mundo nos desenvolvemos y la importancia que tendría la construcción de una Unión Política a través de una “verdadera federación de Estados”. Entiende que “una Europa organizada y viva” es fundamental para mantener unas relaciones pacíficas, tal como se reconocía en la Declaración de Robert Schuman de 1950.

Dado que los nacionalismos reaparecen, los antiguos odios y rencores se reavivan y las instituciones se debilitan se hace preciso avanzar en la construcción de la Unión Política que implica una Unión Monetaria.

LOS ESTADOS UNIDOS DE EUROPA EXPLICADOS A TODOS (GUÍA PARA PERPLEJOS)”
Autor: Michele Ballerin
Ed. AMARANTE
Año 2019

Los Estados Unidos de Europa explicados a todos - Guía para perplejos - Michele Ballerin

Para ir entrando en materia, me gustaría que nos explicase qué entiende por federación y federalismo.

El federalismo es un invento extraordinario del siglo XVIII, que debemos al genio americano: de hecho, nace en Filadelfia en 1787 juntos con la Constitución americana, que es la primera constitución federal de la historia. Por decirlo en pocas palabras, una federación es una forma de gobierno a niveles múltiples, en que la soberanía se distribuye entre el gobierno central, los estatales, los regionales y así sucesivamente. Cada nivel de gobierno tiene una autonomía en cuanto a competencias y recursos, y la idea general es que cada competencia se atribuya al nivel en que mejor se pueda ejercer. Por eso es lógico, por ejemplo, que de la defensa se ocupe un gobierno federal, en cambio tiene más sentido que de la iluminación pública de las ciudades se ocupen los ayuntamientos. El federalismo responde a una lógica del sentido común más sencillo, y es la mejor síntesis disponible entre las dos exigencias vitales de la unión (que da fuerza y seguridad) y de la autonomía (que garantiza la libertad).

¿Cree que no somos conscientes de lo que realmente nos aporta la Unión Europea (UE) y de lo que perderíamos si dejásemos de estar dentro de ella?

Sí, y es normal: nadie se preocupa del aire que respira… Muchos beneficios esenciales que proceden de nuestra adhesión a la Unión europea los damos por hecho: disfrutamos de ellos sin pensarlo, mientras que nadie se preocupa de informarnos. Pero estamos aún menos conscientes de la potencialidad del proyecto de integración, que si se llevara a cabo – con la creación de una verdadera unión política, es decir federal – haría de Europa la primera potencia económica y la segunda potencia militar en el mundo. En cuanto a las desventajas de salir de la UE tal como es hoy, es suficiente pensar en que se convertirían las economías nacionales si perdiesen las inmensas ventajas del mercado único: morirían por asfixia. Y este es solo un ejemplo.

“Un solo Estado europeo, con su soberanía intacta, no podría oponerse a los efectos traumáticos de la globalización” ¿Entiende, por tanto, que es necesario que la UE se configure como una auténtica “federación europea” en la que los Estados pierdan poder y, por ende, competencias, en pos de una gran Unión fuerte?

Es importante recordar que el proyecto de los “padres fundadores” era exactamente este: Jean Monnet era un federalista. La unión política es indispensable justo porque sería la única manera de recuperar nuestra soberanía, que en el mundo global del siglo XXI ya se ha volatilizado. Es un hecho que hasta 1989 mitad de Europa estaba sujeta a la Unión Soviética mientras que la otra mitad estaba debajo de la tutela de Estados Unidos, y aun hoy la Unión Europea está pesantemente influenciada por la política americana: ningún estado europeo tiene una política exterior autónoma, porque no dispone de fuerza suficiente. ¿Podemos llamar “soberanía” este estado de cosas? Yo digo que no. Y agrego que hay que aclarar el concepto de soberanía, por primera cosa diferenciando la soberanía formal por aquella sustancial. ¿Quién no tiene dueño es soberano, correcto? No hay soberanía si no hay fuerza, y no hay fuerza sin unidad.

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¿Qué competencias/ poderes deberían perder los Estados, para que ganásemos todos como unidad?

Pocas competencias, en realidad: seguramente la política exterior y de defensa, la política de migración y parte de la política fiscal deberían trasladarse a nivel federal, que por consecuencia tendría que tener un presupuesto mayor que el actual, que es inferior al 1% del PIB europeo. Estas competencias resultarían formalmente “perdidas” por los estados, pero en realidad estarían simplemente compartidas a nivel de un gobierno común, bajo el control de un parlamento federal soberano. Se trataría entonces de una ganancia significativa, y seguro que no de una perdida.

¿En qué se traduciría este hecho de ventaja para los Estados Miembros?

Las ventajas serían indiscutibles. En plan económico Europa tendría la capacidad de fomentar políticas eficientes para el desarrollo y la ocupación, mientras que en el extranjero estaría capacitada para competir sin problemas con otras grandes potencias (USA, China, Rusia) y, más generalmente, tendría por fin un peso decisivo en el concierto internacional. Somos el mercado más grande de bienes y servicios en el mundo, y seríamos fácilmente una grande potencia geopolítica: nuestro punto de vista sobre cuestiones como la tutela de los derechos fundamentales y la protección del ambiente se escucharía con respecto, mientras que hoy es poco más que un susurro confundido, un coro de voces débiles y contradictorias.

Los Estados Unidos de Europa explicados a todos - Guía para perplejos - Michele Ballerin
Los Estados Unidos de Europa explicados a todos – Guía para perplejos – Michele Ballerin

¿Cómo se puede llevar a cabo este proceso de constitución de una “federación europea”?

Con un poco de valentía política: porque no hay obstáculos técnicos. La UE ya es una semi-federación. El Banco central, el Tribunal de Justicia, la Comisión y el Parlamento europeos son órganos de tipo federal, aunque la mayoría de poder está todavía en las manos de los gobiernos nacionales, que lo ejercen tramite el Consejo de los ministros de la UE y el Consejo europeo. Habría que proceder con una reforma institucional que otorgue plenos poderes a la Comisión y al Parlamento en los ámbitos de su competencia, aumentando el presupuesto federal y removiendo del todo el derecho a veto de los estados miembros. Por eso se necesitaría un proceso constituyente, que podría tardar un par de años. Difícilmente el proceso interesaría a todos los actuales miembros de la Unión, por lo menos en un primer momento: quién no se siente todavía preparado tendría que permitir a los demás de seguir avanzando en el camino hacia la integración. De toda forma la puerta se quedaría abierta para quién posteriormente quisiera sumarse.

Si hubiese una Constitución Europea ¿quedarían sin efecto las Constituciones de los Estados Miembros?

No: tendrían simplemente que adaptarse a la nueva realidad. Continuarían a valer sobre las materias que se quedarían de competencia de los estados miembros. De hecho, cada constitución está abierta a las limitaciones que proceden de la adhesión y acuerdos internacionales. Ninguna constitución se queda blindada y cerrada hacia el exterior: sería absurdo. La historia sigue adelante, los procesos maduran, el mundo es cada vez más integrado. La humanidad se prepara a superar el techo de los ocho mil millones, sobre un planeta cada vez más conectado por la tecnología: pensar en plan de soberanía nacional absoluta pierde cada vez más sentido. Parafraseando el poeta John Donne ningún estado es una isla (tampoco Gran Bretaña, como estamos viendo en estos días…).

Jean Monnet puso de relieve que “el proceso de integración europeo no nace con la finalidad de dar vida a “Comunidades” económicas que hagan más asequible la cooperación entre Estados…” ¿Entiende usted que la cooperación no es suficiente y que la UE presenta una federación incompleta que impide avanzar en una unidad política?

La iniciativa de Monnet y Schuman, que en 1951 llevó a la creación de la primera comunidad europea en el ámbito de la política industrial (la Comunidad europea del carbón y del acero), era una estratagema para empujar a los estados que adherían hacia la futura unión política. Los padres fundadores tenían bien claro el hecho de que la simple cooperación entre estados soberanos fracasaría, y que el único camino para convivir y cooperar de forma pacifica y fructuosa es la integración. Fue el fracaso de la Sociedad de Naciones, responsables de la crisis que llevaría pronto a la segunda guerra mundial, a enseñárselo. Nuestros problemas actuales dependen del hecho de que el proyecto de la unión política todavía no se ha realizado a distancia de setenta años: la integración europea es todavía prevalentemente económica, y tampoco lo es lo suficiente, visto que aun falta una política económica común. La Unión europea es un palacio sin el techo: y estaría bien construirlo dándose prisa, antes de la próxima tormenta.

¿Puede ser ésta una de las razones que expliquen el hecho de que el expresidente catalán Puigdemont aún no haya sido extraditado a España por la justicia belga o que el año 2018 del Tribunal Regional de Schleswig-Holstein, en Alemania, anunció que sólo lo entregaría por malversación de fondos y no por el resto de delitos (como los de sedición o rebelión)?

No soy jurista, pero sospecho que no exista una respuesta simple a esta pregunta. En Europa está en vigor desde 2002 una orden de detención europea; desde este punto de vista la UE ya funciona como una federación. Solo que la orden vale solo para un cierto tipo de delitos, y no vale para otros. No estoy seguro que una orden completamente federal simplificaría la cosa. En los EEUU la extradición entre estados está regulada por una ley federal y es prácticamente automática, con muy pocas excepciones. Por eso se podría pensar que en una Europa federal funcionaría de la misma manera, y que a Puigdemont se le mandaría a España para ser juzgado. Sin embargo, no está seguro, porque no es seguro que una federación europea aplicara en cada detalle aquella americana: también en una Europa políticamente integrada ciertas diferencias entre los estados –por ejemplo, entre los respetivos sistemas judiciales– continuaría a subsistir. Pues resulta muy difícil prever como funcionaría el procedimiento de extradición.

Con la federación de Estados completa como la que usted reclama ¿se podría haber evitado la situación a la que hemos llegado con Cataluña?

Si el tema es de la autonomía, me parece que un contexto federal sería el más indicado para contener a una situación como la catalana, porque es el contexto que prevé, por definición, la máxima autonomía posible para cada nivel de gobierno. Si por lo contrario el tema es el independentismo, entonces estamos hablando del sentimiento nacionalista, es decir de una especie de enfermedad ideológica para la que temo no existan soluciones rápidas y sin consecuencias. Imagino que, a largo plazo, ser parte de una Europa eficaz y respetada en el mundo tendría que tener el efecto de deshinchar este sentimiento sustituyéndolo con un sentido de pertenencia más grande: sentirse europeos tendría que convertirse en algo significativo por lo menos como sentirse catalanes, así como por un ciudadano de Texas sentirse americano no es menos importante que sentirse texano. Se puede ser ciudadanos a más niveles, sin dificultades ni conflictos. Y, de hecho, cada uno de nosotros ya lo es: ciudadano catalán (o castellano, o vasco), español (o italiano, o francés), europeo y (como Greta Thunberg nos ha recordado hace poco) del mundo.

En su obra reconoce que “Una federación es un Estado en que el poder, la “soberanía”, está dividida entre varios niveles: central, nacional, regional, local. Esta división no es casual y tampoco arbitraria, sino responde a una lógica bastante obvia: se otorgan competencias a los distintos niveles de gobierno para garantizar que los problemas sean solucionados en el nivel más adecuado”. ¿Cree usted que tal como España se encuentra estructurada en Estado, Comunidades Autónomas (CCAA) y Entes Locales debería producirse una devolución de algunas competencias asumidas por las CCAA al Estado, como pudiese ser la Educación o la Sanidad?

Existen varios modelos de federación, y Europa tendría que encontrar el suyo. La repartición de las competencias entre distintos niveles de gobierno no tiene que seguir un esquema rígido, un modelo univoco, sino buscar la formula que se adapte mejor a su propia realidad, tan variegada. El hilo conductor debería ser la subsidiariedad, en que cada materia hay que gestionarla en el nivel más cercano. Un gobierno federal europeo tendría que tener competencias importantes pero limitadas, mientras que las otras tocarían a los niveles inferiores, y lo mismo debería valer para los propios Estados. Más allá de un cierto grado de necesaria armonización, no hay razón para que sanidad y educación sean competencias europeas, mientras que cada estado miembro de una hipotética federación europea tendría que ser libre de decidir como gestionarse internamente.

¿Cómo repercutirá el Bréxit sobre este intento de profundizar en la construcción de los Estados Unidos de Europa?

Nunca he creído que Reino Unido saldría de la Unión europea (y no es casualidad que en mi libro siempre se cita la UE con 28 miembros). Tengo mucha consideración del pueblo y de las instituciones británicas para creer de verdad que sean capaces de una decisión evidentemente autodestructiva. El interés de Reino Unido es lo de quedarse en la Unión. Entonces pienso que el parlamento británico encontrará un modo para evitar el Brexit; y lo más probable es un segundo referéndum. Con eso, acabe como acabe, no pienso tampoco que el destino del Brexit sea lo de tener particular impacto en el proceso de integración. Este proceso depende sustancialmente de la madurez de una especifica voluntad política en los demás estados miembros, empezando por los más influyentes como Francia y Alemania. El veto británico puede ser más bien una excusa. Al fin y al cabo, sin él habría más vetos: el de Polonia, de Hungría, de Dinamarca…

¿Cómo entiende usted que será posible mantener abierta la frontera entre la República de Irlanda y la provincia británica del Úlster cuando Reino Unido deje el mercado común y la unión aduanera, en diciembre de 2021?. ¿Podrá repercutir en los acuerdos de paz firmados con Irlanda y en las empresas norirlandesas?

Si finalmente el Brexit se llevara a cabo, no veo una solución aceptable al problema. El destino más probable de Reino Unido sería lo de derribarse (pienso también en Escocia), mientras que las viejas heridas volverían a sangrar. Según mi opinión podemos aprender una buena lección: la unidad europea es, antes que un ideal político, un hecho histórico. No tenerlo a cuenta significa estallarse contra a un muro. Para un Estado europeo salirse de la Unión sería igual que para un brazo separarse del cuerpo: se trata de una unidad orgánica que se ha constituido con siglos de historia común, de inevitables intercambios económicos y culturales. Reino Unido podría también salir de la UE, pero de toda forma tendría que mantener una relación comercial con el resto de Europa: solo que lo haría desde una posición menos conveniente. Porque ninguna ventaja sería comparable al pertenecer al mercado común.

¿Qué postura adoptará la UE ante Gibraltar con motivo del Bréxit?

¿Quién sabe?… Por mi parte sólo puedo repetir que no creo que el Brexit se llevará a cabo, y que, por otro lado, también la absurda posición en que se encontraría Gibraltar me parece un argumento a favor de mi escepticismo.

¿Qué nos espera detrás de los sucesos diarios de inestabilidad política y económica?

Pienso que esto depende completamente de la decisión que tomarán los europeos. Si escogerán el regreso a los viejos Estados nacionales soberanos les espera una época de declino económico y político, en que, siendo estos incapaces de gobernar los grandes procesos globales, se verán obligados a padecerlo sistemáticamente; si en cambio escogerán la unidad podríamos asistir a un nuevo renacimiento europeo; porque la sociedad europea será por fin a la altura de realizar ese enorme potencial que actualmente se queda por gran parte inexpresado.

Y cerramos con una última pregunta ¿cree usted que Europa llegará a eliminar el papel moneda?

Es difícil decirlo, porque la cuestión tiene implicaciones que van más allá del aspecto puramente práctico, como por ejemplo las repercusiones en la privacidad, el poder que los bancos tienen sobre los ciudadanos o los riesgos para la seguridad en una época de guerras cibernéticas. Como muchos, tengo la impresión que el desarrollo de las tecnologías digitales se dirija hacia el abandono del papel moneda. De toda forma se trataría de un proceso muy lento y gradual, y que quizás nunca será el definitivo. Los europeos podrían también decidir que usar la moneda material es la cosa más conveniente.

Entrevista de Emma Ramos a Michele Ballerin

Disfrute de la obra de Michele Ballerin

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