Educación Opinión Redactores Teresa Álvarez Olías

Violencia machista

La traición que supone recibir maltrato por parte de tu propia pareja es imperdonable.

La violencia contra las mujeres es una constante universal e histórica, que consiste en emplear la fuerza personal o incluso esta misma más otras armas añadidas como veneno, palos, fuego, etcétera, como castigo a la mitad de la población. La traición que supone recibir maltrato por parte de tu propia pareja es imperdonable.

Puede ser puntual o eternizarse en el tiempo de convivencia de la pareja. No suele erradicarse por las buenas y va a más día por día, como un virus infeccioso.

Puede ser doméstica, laboral e incluso institucional. Resulta efectiva pues reduce a la víctima de inmediato y le sirve a ésta como lección para el futuro, para no desviarse del camino, como si se tratara de la más pura doma de animales.

Puede ser física o psíquica, si el maltratador emplea su fuerza o su palabra, ambas hirientes y humillantes para la mujer maltratada que, en la mayoría de los casos, tiene un vínculo afectivo con él.

Las mujeres tenemos que aprender a desobedecer, en todas partes, a los compañeros de vida, porque el diálogo es el único medio para que se entiendan dos seres humanos, y más, dos que se han prometido amor, fidelidad, dedicación, o que, al menos, están unidos por cariño, los hijos y la vivienda común. La tradición no puede entorpecernos la mente. Pero la desobediencia tiene que ser segura. No puede implicar riesgo de muerte. Y muchas conciudadanas nuestras están en riesgo de muerte a cuchillo, por defenestración o por golpes. ¿Qué ocurriría en la opinión pública si fueran hombres los asesinados por sus parejas?

Las leyes contra la violencia de género son contundentes y vanguardistas, pero también muy mejorables, pues no solucionan el problema en su magnitud, ya que la violencia de género se extiende por todas las clases sociales y edades, en un enredo de poder, amor, familia, policía, asistencia médica y jurisprudencia muy difícil de resolver. Se precisan más medios económicos y regulación más efectiva.

Las leyes para erradicar la violencia contra las mujeres precisan:

A) Mayor ayuda económica a las maltratadas y a sus hijos, más ofertas de trabajo para ellas, más casas refugio para huir de palizas, insultos y terrores.

B) Extender la conciencia de denunciar al maltratador en las redes sociales de todo el mundo: páginas de automóviles, de contactos, de deportes y demás webs susceptibles de alojar muchas posturas machistas.

C) Homologar las leyes ad hoc en la Unión Europea, en Occidente como mínimo, sin olvidar los países donde la mujer está tan supeditada al hombre que no tiene derecho a su propia independencia, siendo dramático el ejemplo de Arabia Saudí.

D) Involucrar en la denuncia del maltrato como una obligación moral a toda la sociedad, incluyendo a mujeres y hombres, pues la violencia contra nosotras nos denigra a todos,

E) La muerte de la mujer a palos, a cuchilladas en realidad, es el valor máximo de la escala de degradación vital que un hombre maltratador alcanza, pero antes de llegar a este punto utiliza el chiste machista con sus colegas, el comentario hiriente en presencia de su víctima con o sin más personas, el refrán retrógrado a la empleada, el menosprecio evidente a las mujeres, la cosificación de las mismas, la explotación sexual, la violación a su pareja y el golpe mortal, finalmente.

F) El maltrato a mujeres discapacitadas, lesbianas, extranjeras, solas, sin techo, mayores o de etnias minoritarias debe perseguirse especialmente, por la vulnerabilidad de estos sectores, que duplica la culpabilidad del delincuente.

Numerosas novelas, artículos periodísticos, canciones y películas tratan el tema, que no era considerado delito, sino asunto exclusivamente familiar hasta finales del siglo XX, cuestión apoyada por todas las religiones además, para perpetuar el orden establecido.

Películas de gran audiencia sobre el tema son: Te doy mis ojos, Solo mía, Nunca más, Millenium, Tierra de hombres No sin mi hija, El color púrpura, Celos o Durmiendo con su enemigo, que por su expresividad han sensibilizado en gran manera a la población.

Canciones del mismo tema son La puerta violeta de Rozalén, Yo no soy esa mujer de Paulina Rubio, Malo de Bebe, Salir corriendo de Amaral, Hasta que la muerte nos separe de Melendi.

Novelas que tratan el mismo asunto son : Amanecer en el desierto de Waris Dirie, Los hombres que no amaban a las mujeres de Larsson, La quinta mujer de Henning Mankell y Elñ último patriarca de Najat El Hachmi.

El conjunto de películas, canciones y novelas han influido poderosamente en la opinión pública, que hoy por hoy anima a las mujeres a denunciar al maltratador y a poner entre ambos tierra por medio.

Muchas obras literarias actuales dan como causa de esta aberración la violencia infringida por padres a hijos, que parece perpetuarse sin fin, pero el maltrato no solo se aprende en la familia, sino también en las canciones populares, en el teatro, a veces en los empleos, en las terrazas de los bares, y hasta en los automóviles.

La causa de este despropósito es la falta de educación escolar de algunos hombres, su rabia por las frustraciones vitales sufridas, la pereza, el miedo a perder la supremacía, la costumbre y sin duda, la cobardía de mantener las cosas tal y como siempre fueron. El movimiento feminista lucha por erradicar el maltrato a las mujeres, pero no es capaz de garantizar la seguridad de las víctimas que denuncian en comisaría la vejación realizada por sus parejas, porque garantizar la seguridad es la primera obligación del estado, así como procurar una educación escolar libre de violencia machista. El maltrato y muerte a los hijos es un agravante más de este despropósito, que e n los últimos años se ha puesto de relieve, por la crueldad que supone hacer sufrir y desde luego matar a los propios hijos para hundir aún más a la mujer.

La educación y terapia del maltratador, la especialización de los juristas, la erradicación de la pornografía violenta, así como la seguridad y protección estatal de la mujer víctima de violencia son los retos a asumir por las administraciones públicas y por la sociedad para erradicar esta lacra.

Teresa Álvarez Olías

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