Espigas y olivos, raíces y anhelos. Irene Nicolás Martínez

Irene Nicolás Martínez nos presenta en forma de poemario sus emociones y sentimientos con la sencillez de quien va con la verdad por delante, sin tapujos, sin dobleces. De la manera más espontánea y natural, como crecen esas espigas en el campo, como ocupan los olivos las tierras del sur, Irene nos abre su espacio privado en Espigas y olivos, dando paso libre a descubrir su mundo interior.

Un derroche de sensaciones inundan las páginas de este poemario que nos transportan al pasado de la vida campestre, de la vida al contacto con la naturaleza, al de los guisos cocidos a fuego lento, al de las historias contadas de noche a la luz tenue y ardiente de una chimenea de leña.

La nostalgia está presente en cada poema, en cada verso, esa nostalgia que nos llega a colocar en el punto de partida, justo en el sitio donde todavía éramos fetos, justo antes de cruzar la línea que separa un espacio lleno de seguridad y confort para aterrizar en otro donde la incertidumbre es la constante. El sentimiento de pérdida, el anhelo por lo ausente se ve reflejado en cada una de sus letras, es aroma que inunda el poemario de manera doliente y resignada.

La añoranza le acompaña y la desborda, la devuelve a su tierra, a sus campos, a sus recuerdos de niña, a su gente… Queda enredada en esa energía femenina de sus ancestros, de sus guías, sus referentes, los pilares sobre los que se apoyó desde su niñez.

Irene Nicolás es precisa en su cantar, es acertada en sus versos, no hacen falta demasiadas palabras para entregar lo que su interior encierra. Son píldoras concentradas sus poemas, son dardos inyectados de verdad, su verdad, su historia, su cultura y sus vivencias. Sus poemas son pétalos de una flor silvestre y libre, y en cada uno impregna una característica, un rasgo que la identifica y que le va componiendo un traje que la envuelve o quizás, no sea más que su piel la que describe. Todo cuenta, todo construye y se aglomera para formar su identidad.

Espigas y olivos es un poemario que nos cala hasta lo más hondo, que nos envuelve con cariño en una añoranza serena, que nos devuelve a la vida cuando el cantar de los pájaros no era una melodía extraña, cuando el aroma del pan recién hecho era un cordial saludo al nuevo día.

Isamar Cabeza

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