‘Ser madre, me permitió,
sumergirme en su mundo poético,
de observar las cosas,
como por primera vez,
de maravillarme.
¿Qué es la niñez, si no inocencia y pureza,
maravilla y poesía?’
(Blanco: 2019: 53).
‘Blanco’ es un poema en verso libre escrito por la novelista y poeta, Carlota Josefina Bérard. En sus páginas cuenta la historia del melancólico personaje de Greta después de ‘Greta Legris’ y de Winter, un niño que es todo imaginación y ternura. Regresamos de tal modo al fantástico mundo de la muchacha que tanto se hizo querer, que vimos crecer en Venecia y superarse en París. No obstante, aunque esta sea la segunda entrega de una trilogía, su trama es independiente y el lector no necesitaba haber leído la primera parte para sumergirse en las maravillas de este invierno, escenario de la acción, junto a unos personajes que terminan por robarte una vez más el corazón.
El tema por excelencia de este poemario es la niñez, la inmortal etapa de la infancia y cómo los que viven en ella, como Winter, son capaces de contemplar los aspectos más hermosos del mundo y transportarlos para que también formen parte de nuestra realidad. Cómo su mirada inocente y pura observa las cosas como si nunca antes hubieran sido descubiertas, como si de no por ellos, los niños, y por esa irresistible curiosidad que los caracteriza y que los adultos todavía recuerdan, la belleza no existiría.
‘Buscaba aquellas blancas flores,
que silenciosas,
sus cabezas inclinaban,
que parecen,
como copos de nieve,
en la tierra, suspendidos…
El viento las movía con fuerza,
y sin clemencia,
pero ellas estaban ahí,
sin romperse,
sin doblarse,
con una fuerza asombrosa,
y una humildad reverencial’
(Blanco: 2019: 38).
El argumento de esta historia transcurre en una aislada cabaña en el bosque, en la cual sus protagonistas se refugian ante una inminente tormenta de nieve, y es que aun que pueda parecer que se encuentran atrapados hasta el día siguiente -todos los hechos suceden en el espacio de una noche- la narración de cuentos bebiendo café o chocolate caliente frente al fuego del hogar es suficiente para hacer resurgir el más preciado espíritu del cariño y la amistad. Esta obra es un canto a la familia, al encuentro, a la importancia de cuidar los unos de los otros, a pesar de la violencia del temporal y del frío que trae consigo.
Por otra parte, uno de los aspectos que más me han cautivado es el estilo y la forma en que está escrita la obra. La autora tuvo la brillante idea de incorporar en los versos del poema el rugir del viento y los golpes que arremete contra las paredes y las ventanas de la pequeña cabaña, los súbitos cambios de la tormenta, el tacto helado a la vez que suave de la nieve, la silueta y la sensación de las pisadas que desprendemos al caminar sobre esta, el olor a café y chocolate inundando cada rincón de la habitación, el estruendo del reloj al llegar a su hora, las risas de los niños, de Winter, la esperanza que hallamos en la espiritualidad y en la fe de abrir nuestra alma a ella y el murmullo de las noches y lo que estas susurran.
Este es un libro para ser leído con templanza, permitiéndote viajar por las páginas y volver tras ellas dependiendo de lo que dure la borrasca, pues si una cosa es cierta es que me he visto regresando en numerosas ocasiones a versos anteriores por el mero capricho de como Winter, contemplarlos por primera vez.
Y debido a semejante logro, me gustaría felicitar a la autora por haber imaginado e inventado ‘Blanco’.
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