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Hija de la brisa y la tempestad, de Laura Martínez Gimeno

Elegir a veces no es tarea fácil, pero cuando se es consciente de haber descubierto nuestro propósito en esta vida, el camino se hace con gusto, aunque los obstáculos se empeñen en alejarnos la meta.

¿Acaso la brisa eran ráfagas

que el viento a su paso perdía?

Vagando en lo incierto, intentando mantener el equilibrio para no caer en el vacío de lo común y lo insatisfactorio, “Hija de la brisa y la tempestad” nace como privilegiada descendiente del genio y la utopía. Una criatura un tanto misteriosa y bastante enigmática que conociendo las reglas del juego crea las suyas propias y las impone con delicadeza, inteligencia y aplomo construyendo su propio mundo, pese a las miradas convencionales que se asustan de una identidad tan definida.

¡Que juventud más bella la tuya, Laura Martínez!

Cual hada o hechicera emerge de sus ensoñaciones desvelando un espíritu que rezuma poesía y es que “Hija de la brisa y la tempestad” es eso… poesía, magia y sueños.

Se filtran entre sus versos su propia alma, su sentir de mujer poeta, su rebeldía y su identidad desafiante. Proclamación amorosa por lo lírico que nace de un cuerpo joven con conducta guiada por sabiduría centenaria.

Se tornan sus letras en escudo que la defienden y la aman, compañeras que consuelan y meta que se presagia cerca.

De ser un color, la poesía de Laura Martínez sería la amplia gama de tonalidades que se concentran en un atardecer, con sus rosas apacibles, sus lilas, sus dorados, sus anaranjados y con ese azul de fondo que tiende a morir inevitablemente un día más.

De ser un sonido, sería el revoloteo inquieto de las ninfas que juegan a esconderse entre el follaje más tupido o las aguas más temidas. Sería el regalo de una idolatrada deidad que anuncia versos nacidos de la pluma más comprometida y el corazón más entregado.

Si fuera aroma, recogería los matices de mil flores silvestres, aquellas que brotan espontáneas en plena campiña inglesa y sería también olor a mar y a lago y a tierra rociada, cuando la lluvia con mano de galeno viene a eliminar las estrías que produce el estío.

Si fuera un periodo de tiempo, sería una época cargada de nostalgia, de promesas, de duelos, de locus amoenus, de naturaleza pura y a salvo de la mano del hombre. Sería sonido a relinchos, huellas de cascos y pie de ser humano caminando en un mismo sentido.

Sería recuerdos que no mueren y esperas que se eternizan, cartas amarilleadas por el tiempo y la distancia, amores que mueren sin haber nacido y otros que de manera inesperada resucitan.

Hija de la brisa y la tempestad” nos abre la puerta a un universo diferente, a uno nuevo en el que es fácil sumergirse y nos envuelve con tal gusto que no deseamos salir de esas aguas placenteras.

Hija de la brisa y la tempestad” nos compone un mundo habitado por seres fabulosos, seres de la mitología helenística, damas misteriosas, caballeros diligentes y hadas que nos asaltan, por este verso o por aquel otro y nos ilustran y nos asombran y nos atrapan…

Quizás en su descubrir nuevas fronteras, se encuentre algún día en algún lugar con Cossimo y establecerán interminables tertulias sobre los principios éticos, la libertad, las fronteras imaginarias y otras realidades fuera de la zona de confort, que es donde intenciones y hechos caminan de la mano de la manera más congruente y donde los sueños se hacen realidad.

Posdata:

“Que belleza guardan aquellos que no encuentran su lugar entre tanta gente, no es soledad, es un privilegio no encajar.”

Alejandra Pizarnik

Isamar Cabeza

4 comments on “Hija de la brisa y la tempestad, de Laura Martínez Gimeno

  1. ¡Qué maravilla de reseña! Me he emocionado con tu interpretación y comentarios. Y me entusiasma todavía más que te haya gustado. Muchas gracias, querida Isamar.

    • Todo lo que nace del corazón está destinado a emocionar y más cuando va envuelto en tanta hermosura como van tus versos. Mis felicidades por tu poemario, querida Laura, es una delicia.

  2. Felipe Chaneta

    ¡Que inspirada reseña, Isamar!. Sensible, emocionante, sentida,…una auténtica caricia. Música, colores, olores, sabores y sonidos cocinados al fuego lento de tu lírica permiten acercarnos a ese personalísimo universo poético de Laura Martínez Gimeno que cuenta en su «Hija de brisa y tempestad» (que acertado título). Romanticismo a raudales, fantasía, sueños, deseos, imaginación, individualidad, libertad, rebeldía, juventud -insultante pero- reposada, identidad -actual-…y una muestra de realidades alternativas -ocultas a nuestros ojos- donde la vida es posible y mejor. En el fondo todo se reduce a la palabra belleza. Porque ¿qué es la poesía si no belleza?

    Siendo la belleza insobornable, pues los disfraces no le entran y las imitaciones no cuelan, tan como pronto es reconocida…es solo verdad. Por eso esta obra…es solo verdad. Da igual que tenga tantos significados como estados de ánimo, visiones y sentires haya en el mundo. Una vez descubierta se queda con nosotros y pasa a formar parte de nuestras vidas.

    P.D. Algo muy especial debe tener Laura Martínez Gimeno cuando autoras tan comprometidas con la exquisitez, la pulcritud y el buen gusto literario y tan apasionadamente enamoradas del lenguaje, como Isamar Cabeza y Carlota Josefina Bérad, escriban tan elogiosa -y cariñosamente- sobre su persona y obra. Felicitaciones por su poemario.

  3. Es un placer siempre leer sus comentarios, mi estimado Felipe. Y sí, algo muy especial tiene Laura que le hace ser y escribir poesía con ese sentimiento y esa sabiduría de alma vieja que no puede dejar de sorprendernos a quien la lea. Un fuerte abrazo, Felipe.

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