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La guerra de la sagrada juventud

La fuente de la eterna juventud" ha sido el anhelo común de muy diversas civilizaciones a lo largo de la historia.

JUNTO A LA FUENTE SECRETA 


El tiempo se hizo manso
entre árboles grises
y un arroyo dorado.

La estela
tenía un aroma mojado,
como el aliento de una sirena.

El viento tornó dulces
las hiedras y el clavo.
Voló un nenúfar
de savia fresca y tenue tallo.

Un brote de luz surgió ante el cielo,
tímido como las ondas temblorosas de un espejo.

Dos hermanas de estampa morena,
mojaban raíces verdes
en la fuente de la cancela.
¡Dios que repartes tu agua
entre las manos de las hadas,
pareces humano cuando suena
el cascabeleo de tu incesante cascada!

Y allí estaba,
quieto entre la siniestra sombra
y la galaxia soleada.

Sólo tuve que esperar
una luna profunda
y ver así lucir
mi primera esperanza.

Juan J. Ramírez

«La fuente de la eterna juventud» ha sido el anhelo común de muy diversas civilizaciones a lo largo de la historia. Las propiedades mágicas y regeneradoras que las leyendas atribuyen a sus aguas, han movido a influyentes personajes a buscarla alrededor del mundo.


Uno de estos intrépidos más ilustres, siempre según la rumorología por supuesto, fue el conquistador y marino español Juan Ponce de León (1460-1521) que, bajo el reinado de los Reyes Católicos de España, colonizó la actual Isla de Puerto Rico (USA), marcó valiosas rutas de navegación en el Mar del Caribe y descubrió el actual estado de La Florida (USA). Precisamente, de este lugar proviene su legendaria relación con «La fuente de la eterna juventud»


Durante una de sus primeras incursiones en La Florida, Ponce de León supo a través de los nativos, de la posible existencia de un manantial con aguas sanadoras donde los indios acudirían para curar sus heridas y rejuvenecerse. Se especula que el marino español, que ya había alcanzado los sesenta años de edad, decidió aprovechar el permiso del rey Fernando para poblar dichas tierras; así se apoderaría de aquella fuente mágica y recuperaría su juventud.


Sin embargo, los recelosos aborígenes dieron un recibimiento muy hostil a la compañía española, diezmándola y forzando su retirada. Ponce de León regresó de la misión fallida gravemente herido por un flechazo; poco después moriría en La Habana (Cuba).


Nunca se sabrá si esta fábula fue real, pero lo cierto es que en el condado de Saratosa del estado de La Florida, existe un manantial con aguas termales llamado Warm Mineral Springs que actualmente está abierto al público dentro de un enclave turístico natural y arqueológico.

Manantial de aguas termales y spa natural Warm Mineral Springs en La Florida (USA)

5 comments on “La guerra de la sagrada juventud

  1. Blanca Ramírez Cortés

    Me encantan las historias y leyendas del descubrimiento , ¿podrías escribir algo sobre ese tema?

    • Me alegra leer tus palabras. La verdad es que tengo algún microrrelato de hace mucho tiempo sobre este tema de la colonización de América. Voy a buscarlo en el archivo y próximamente lo publicaré en esta misma caja de comentarios. Un saludo Blanca.

  2. Anónimo

    Hola, soy el autor de la foto que tienes puesta, la de el agua sedosa en el rio. Me alegra que la haya utilizado para tu web. Un saludo.

    • Te felicito por tu hermosa fotografía.

      Si eres tan amable, apúntame la web donde el público puede consultar tu trabajo artístico, estaré encantado de difundirla por mis redes sociales de escritor.

      Un saludo 🍀

      Juan J. Ramírez

  3. #LaContraPortadaDe

    – Microrrelato –

    LA ABORIGEN

    Aguirre, como ariete opulento en la proa del barco, alzó su mano como una orden tapando el sol. El navío batió sus velas quedándose suspendido entre la misteriosa mirada del conquistador y el hipnótico vaivén de las aguas de una ínsula remota en aquel nuevo mundo.

    Aguirre observaba a una joven aborigen desnuda tendida sobre la arena. Ella admiraba el nítido cielo con una complicidad sólo existente entre un ángel y su santo etéreo. Entonces él tuvo una epifanía: comprendió que no hay que cercar una tierra con cruces de espinas para convertirla en santa.

    Sintió que Dios sólo podía ser azul, porque la solitaria muchacha se fundía con la deidad en una oración tan pura y elevada, que cualquier ser humano encontraría su salvación con ese mismo gesto celeste.

    Aguirre, por tanto, mandó a sus hombres retroceder.

    – Juan J. Ramírez –

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