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El Paradigma de Elizabeth Siddal (III)

Elizabeth Siddal fue la primera y única mujer artista en exhibir sus obras pictóricas junto a la Hermandad Prerrafaelita en el año 1857. Además, la crítica feminista actual ha rescatado y analizado la obra poética de la autora en su integridad, reconociéndola como una de las voces subversivas más trascendentes y sobresalientes de su época.

John Ruskin (1819-1900), un aclamado e importante crítico de arte inglés, quedó tan impresionado y maravillado por el trabajo de Elizabeth Siddal que ofreció a la artista en ciernes un salario de 150 libras al año por toda invención pictórica que realizara. Esto es manifestando que deseaba ser el único propietario de todas sus obras. De este modo, la joven se convirtió en pintora profesional con un protector y mecenas que financió tanto sus estudios como su talento, el renombre y la popularidad que no tardó en encumbrarla.

Sin embargo, una vida llena de vicisitudes y altibajos, pérdidas, deslealtades, enfermedades mentales y episodios fantasmagóricos eclipsaron su prometedora y justa carrera como pintora y poetisa.

Dama colocando un banderín en la lanza de un caballero (1856) de Elizabeth Siddal

La más infame vivencia sucedió en 1856, año en que la joven pintora descubrió que Dante Gabriel Rossetti estaba viviendo un romance con la también modelo Prerrafaelita, Annie Miller (1835-1925). Tales incidentes provocaron que Elizabeth Siddal se mudara a Sheffield en 1857, ultimando el compromiso con Rossetti y con un renovado objetivo, el de estudiar y perfeccionar su talento en la Escuela de Artes. Alejada del vigor y energía de la muchedumbre del corazón de Londres, la pista de la muchacha se pierde hasta 1860, mas desaparece sin hacer ruido y como si nunca hubiese existido. Como si su intelecto, ingenio y destrezas no hubieran transformado ya de manera radical y fulminante el ideal de belleza en el arte, así como la forma de apreciarlo, comprenderlo e imaginarlo.

Meses más tarde la angustiada familia Siddal contactó con John Ruskin notificándole del grave estado de salud en el que se encontraba Elizabeth. El crítico y pintor fue en busca inmediata de Rossetti para hacerle partícipe de las nuevas y éste se presentó en cuestión de horas en el domicilio de la joven para cuidar y velar por ella junto a sus seres queridos.

“Deseo, y ella desea, que algo debe ser hecho para que ella pueda tener un comienzo, y tranquilizar un poco su mente sobre su búsqueda del arte…

Me parece doloroso cuando en ocasiones la miro, trabajando o demasiado enferma para trabajar, y pienso a cuántos sin un ápice de su genio o grandeza de espíritu se les ha otorgado abundante salud y una oportunidad de trabajar con lo poco que pueden hacer o harán, mientras que su alma puede que nunca florezca, ni su brillante cabello desvanecerse, pero tras apenas haber escapado de la degradación y la corrupción, todo lo que pudo haber sido debe hundirse sin provecho en esa casa oscura donde nació.

Con cuánta certeza puede ella decir Ningún hombre se preocupó por mi alma

– líneas redactadas por Rossetti en correspondencia con el poeta William Allingham (1824-1889).

Los artistas, Elizabeth Siddal y Dante Gabriel Rossetti, se unieron en matrimonio en primavera, el día 23 de mayo del año 1860. La celebración de ésta fue pospuesta en numerosas ocasiones, debido a la nula aceptación e inconformidad por parte de la familia Rossetti, además de la débil y decadente salud que afligía y extenuaba a la joven. No se conoce con exactitud qué enfermedad fue la que atormentaba el bienestar de Elizabeth Siddal, pero los médicos e historiadores de la actualidad sospechan que podría haberse tratado de tuberculosis. Una irreversible y deteriorante dolencia que desgastaba paulatinamente la fortaleza de los que la padecían, y que como consecuencia del excesivo consumo de láudano –poción que podía adquirirse sin receta médica-, su vitalidad se marchitó vertiginosamente. Por otro lado, se sospecha que la muchacha también podría haber sufrido un desorden alimenticio, pues rechazaba alimentos y vomitaba constantemente, acciones que hicieron que adelgazara de manera excesiva y que afectó de forma letal a su de por sí frágil constitución. La condición de Elizabeth era tan precaria que transcurrieron largas semanas en las que permaneció postrada en la cama, sin el ánimo necesario para salir a la calle, caminar o cuidarse por sí misma.

Beata Beatrix (1870) de Dante Gabriel Rossetti

A pesar de las desgarradoras y amargas faltas que pudiera haber desempeñado Rossetti, no se separó un solo día de su lado. El artista atendió, veló y escoltó a Elizabeth Siddal en el intervalo que duró la afección física y el decaimiento mental que jamás la abandonaría, resistiendo y luchando junto a ella hasta el día en el que Lizzie –como también a él le gustaba llamarla- ascendiera de este mundo terrenal a otro más brillante y perfecto. Dante Gabriel Rossetti le hizo la siguiente propuesta; le dijo que si reunía el coraje y aliento suficientes como para recorrer la calle hasta la iglesia situada al otro extremo, se casaría en ese mismo instante con ella. Elizabeth Siddal fue recobrando poco a poco la salubridad que le había sido arrebatada y Rossetti cumpliendo su promesa solicitó la licencia de matrimonio.

“Te escribo estas palabras para decirte que Lizzie y yo vamos a casarnos por fin, en el menor número de días posible. Como todas las cosas importantes que tuve la intención de hacer, cumplir con el deber o asegurar la felicidad, esta se ha pospuesto casi más allá de toda posibilidad. Apenas merezco que Lizzie todavía consintiera, pero lo ha hecho, y confío en que todavía tendré tiempo para demostrarle mi agradecimiento. Su estado de salud en constante deterioro es realmente una ansiedad terrible”

– escribió Rossetti en una carta a su madre, Frances Polidori (1800-1886).

Ese mismo año, tras una placentera luna de miel en París, Elizabeth Siddal se quedó embarazada. El presente parecía querer redimirse y el futuro de los artistas resplandecía con la duradera y sólida llama de la salud de Lizzie. El devoto amor que sentían por el otro se reencarnaba en la más reciente y maravillosa esperanza que maduraba en el vientre de la joven. Ambos estaban extasiados en su felicidad, no obstante y a pocas semanas previas al parto, Elizabeth Siddal dejó de notar el movimiento de la criatura y supo que algo perjudicial sucedía. Por este motivo, se conoce por fuentes próximas que Rossetti trató de mentalizarse de la posible muerte del bebé, pero este desafortunado y terrible hecho sumió a Lizzie en una dantesca depresión de la que no lograría resurgir.

La artista se refugió en el uso desmesurado del láudano para paliar el martirio que la azotaba, volviéndolo un mortífero mecanismo de defensa contra el dolor físico y la inestabilidad psicológica y espiritual que la abrumaba. Su desesperación era tal que comenzó a mostrar indicios de estar perdiendo la cordura. Uno de los acontecimientos más notables de esta última afirmación la presenció un ser cercano de la familia, quien encontró a Elizabeth Siddal meciendo una cuna vacía, mientras tornaba el rostro hacia donde él se encontraba rogando que guardara silencio, pues iba a despertar a la criatura que yacía dentro.

Retrato de Elizabeth Siddal (1860) de Dante Gabriel Rossetti

Nueve meses después, la noche del 10 de febrero del año 1862, Dante Gabriel Rossetti regresó a la habitación que compartían en Londres tras acudir a una clase en la universidad para hallar a Elizabeth Siddal inconsciente en la cama debido a una sobredosis de láudano.

Existen múltiples teorías acerca de la muerte de la artista y poetisa Prerrafaelita. La primera y más evidente es que Lizzie cometió suicidio, debido a la crudeza e intensidad de sus peripecias como modelo, además de las devastadoras enfermedades mentales que se ensañaron con ella sin piedad. Rossetti encontró cerca del cuerpo una nota que leía Por favor cuida de Harry –el hermano menor de Elizabeth Siddal. Se afirma que el joven pintor se presentó en el hogar de unos amigos de la Hermandad, y que habiéndoles explicado lo sucedido, quemó la supuesta nota que la muchacha dejara antes de quitarse la vida para que así pudiera ser enterrada de acuerdo a los ritos de la religión cristiana.

Como cruel y desmesurado rumor, el insigne y renombrado escritor, poeta y dramaturgo Oscar Wilde (1854-1900), el cual era bien sabido que era un incondicional amigo de la pareja, inventó que había visto cómo Rossetti puso el frasco de láudano al alcance de Elizabeth Siddal mientras le decía airoso y con malicia que se lo bebiera todo.

Lady Clare (1854-57) de Elizabeth Siddal

Elizabeth Siddal murió en la mañana del 11 de febrero de 1862, a la temprana edad de 32 años por una sobredosis involuntaria –causa recogida en el dictamen forense–. Dante Gabriel Rossetti estaba desconsolado y destrozado por el repentino fallecimiento de su esposa y confidente. La culpa de su ausencia y el remordimiento de no haberlo impedido, a pesar de haber consultado hasta a cuatro médicos tratando de buscar una solución que la despertara del coma en el que yacía, masacró y atormentó al pintor por el resto de sus días. Sus amigos de la Hermandad Prerrafaelita coincidían en que Rossetti no aceptaba la muerte de Elizabeth y que eso estaba causando que él también comenzara a delirar. El poeta llegó a afirmar que durante los siguientes dos años el espectro de la joven difunta se le presentaba todas las noches.

Dante Gabriel Rossetti no soportaba la idea de dejar ir a su musa y amada Lizzie. Éste mantuvo durante seis días el ataúd descubierto en su casa, pues no encontraba en su interior la valentía y el coraje que su familia y amigos intentaban infundirle para desprenderse de la que había sido la antípoda más exquisita que evocara la sustancia de lo que es celestial y extraordinario. Para Rossetti el amor había muerto con Elizabeth, y en un acto desesperado por entregarle una parte de su esencia para que ésta se la llevara consigo –o para no dejarla marchar del todo–, acomodó los manuscritos de toda su producción poética entre la mejilla y el cabello de la joven. Y con los versos, sensibilidad y alma de su amado fue enterrada en el cementerio de Highgate (Londres).

El sueño de Dante ante la muerte de su amada (1878) de Dante Gabriel Rossetti

Dante Gabriel Rossetti contrajo, al igual que lo hiciera Lizzie en vida, la desgarradora dolencia de la depresión. Abismo que también trató de combatir con medicamentos sedantes que lo ayudaron a olvidar y mitigar el pesar que lo atenazaba a diario. En consecuencia, sus ahorros se fueron agotando en su consumo, y completamente arruinado, decidió saldar sus deudas económicas por medio de la recuperación de las copias originales de las poesías que había sepultado con el cadáver de su amada. Por lo que siete años tras el fallecimiento de Elizabeth Siddal, unos amigos íntimos del pintor entre los cuales se encontraba el comerciante de arte y presunto chantajista que lo convenciera de semejante ultraje, Charles Augustus Howell (1840-1890), exhumaron el cuerpo de la artista una noche bajo estricto secreto. Mas al abrir el féretro quedaron profundamente sorprendidos e impactados, ya que Howell expresó que la hermosa cabellera rojiza de Lizzie ocupaba cada espacio y resquicio del interior del ataúd y que la apariencia de la joven no se había deteriorado en absoluto.

Dicha historia y fantasía mitificaría la personalidad de Elizabeth Siddal en la leyenda que poseemos en la actualidad. El acontecimiento de la extracción del cadáver de Lizzie no fue revelado al público hasta después de la muerte de Rossetti en 1882.

“Te entristecerá saber que la salud de la pobre y querida Lizzie ha estado tan arruinada y deteriorada durante los últimos días que me ha hecho más miserable de lo que puedo decir. No recibe alimento, y ¿qué se puede esperar de forma razonable cuando esto se suma a su terrible estado de salud en otros aspectos? Si la perdiera ahora, no sé qué efecto tendría en mi mente”

“Lizzie está lista para morir a diario, y a veces, más de una vez al día”

“Aunque llevara cien años muerta, aún es hoy el día en el que murió”

-extractos del diario de Rossetti.

Elizabeth Siddal fue la primera y única mujer artista en exhibir sus obras pictóricas junto a la Hermandad Prerrafaelita en el año 1857. Por otro lado, la crítica feminista actual ha rescatado y analizado la obra poética de la autora en su integridad, reconociéndola como una de las voces subversivas más trascendentes y sobresalientes de su época. La National Portrait Gallery de Londres presentó en el año 2020, un homenaje a la identidad e historia no contada de las mujeres en el arte Prerrafaelita con la primera exposición de las obras pictóricas de artistas como Joanna Wells (1831-1861), Marie Spartali Stillman (1844-1927), Evelyn de Morgan (1855-1919), Christina Rossetti (1830-1894) –hermana de Dante Gabriel Rossetti, Effie Millais (1828-1897) –ex exposa de John Ruskin y amante y posterior esposa de John Everett Millais, Georgiana Burne-Jones (1840-1920), y como no podría ser de otra manera, la enigmática e imprescindible, poetisa y pintora Elizabeth Siddal.

Sea como fuere, la poeta, pintora y musa Elizabeth Siddal transformó con su existencia e ingenio el nuevo arte Prerrafaelita. Con su identidad marcó todo un movimiento y con su talento alcanzó la inmortalidad.

Laura Martínez Gimeno

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