Tradiciones populares, culturales y monumentos históricos de nuestros pueblos. La ermita de Las Fuentes

En los preliminares de la obra “La Ermita de Nuestra Señora de las Fuentes” el maestro nacional, Pedro Carpintero García, nacido en el guadalajareño pueblo de Alcocer e hijo adoptivo de San Juan del Olmo (Ávila) nos invita a que, antes de recorrer esta joya recóndita en la sierra de Ávila, admirando la firme colocación de sus piedras o el artístico acabado de sus retablos, como uno más de tantos turistas que a sus puertas llegan para echarse tan sólo un traguito de agua fresca o comerse a su sombra la dorada tortilla, a profundizar serenamente en la magnificencia de su santuario interior, como lo haría de verdad un auténtico romero; y que lo hagamos al modo en que lo hicieron los innumerables devotos serranos de antaño, los que tuvieron el privilegio de respirar el primer aire transparente de esta sierra, rezándole un avemaría estremecida a la virgencita olvidada de los arrieros.

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La Ermita de las Fuentes se yergue a los cielos de esta sierra de Ávila, con una aureola de misterio y espiritualidad, protectora de influencias nocivas para todos los habitantes de los lugares convecinos, sus ganados y campos. Gracias al esfuerzo colectivo de todo el pueblo durante muchas generaciones -Pedro Carpintero lo apuntala con la expresión “una sufrida historia de ilusión comunitaria”- fue posible el alumbramiento de toda una muestra excepcional de arte arquitectónico religioso, alcanzando la declaración de monumento histórico-artístico, de carácter nacional, en el año 1983.

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Según reza la inscripción cincelada en el dintel de la ventana del camarín de la Virgen de las Fuentes, “Hizose toda esta Ermita, año 1669, de las limosnas de los lugares circunvecinos, siendo vicario el Licenciado D. Gaspar Gutiérrez”. Un imponente templo levantado dentro de un mágico paisaje del término municipal de San Juan del Olmo (Graxos, originalmente) que, desde la época de los vetones, rezuma plenitud vital. Si hubiera que sintetizar de forma poética qué es y qué representa la Ermita de las Fuentes, podríamos hacerlo con estas sencillas palabras: Las Fuentes son cuatro caños y una virgen chiquitita, dos pilones de agua fresca y… ¡la Ermita!. Son las aguas que fecundan a las mozas casaderas; el árbol deshilachado y el cuenco de tres laderas. Son dulzainas y romería -tradiciones sanjuaneras- y el beber con los amigos todo el aire de la sierra. Santuario donde vuelvo la novena hecha promesa, al alzar los ojos al cielo y enraizarme en la sierra. En fin, la Ermita de las Fuentes es… ¡Un joyero de esperanzas, con procesiones joteras!.

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Visitar la Ermita de las Fuentes debería ser, ante todo, un camino de iniciación espiritual. Podremos admirar su recinto exterior e interior, el enlosado, los cruceros, las fuentes, la casa de los ermitaños y la sabiduría de vida de los propios ermitaños, la virgen de los arrieros, la espadaña, la puerta norte, el cementerio, el retablo de la capilla mayor, el altar mayor, el presbiterio, la cúpula, los evangelistas, la Virgen de las Fuentes, el buen pastor, las andas, el camarín, la tumba del licenciado D. Gaspar Gutiérrez, la sacristía, la verja, la cabecera, la nave, el púlpito, las capillas… Pero esta sublime y singular obra humana no debería eclipsar el sobrenatural e inmanente abrazo divino impregnado en cada rincón de este misterioso lugar, así como en cada una de las piedras que conforman el complejo de la Ermita de las Fuentes.

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Deberíamos acudir a “Las Fuentes” teniendo presente la siguiente admonición del acucioso historiador de la historia mundial, escritor y poeta romántico francés, Jules Michelet:

Hombres groseros que creéis que estas piedras son piedras, que no sentís cómo circula por ellas la savia, cristianos o no: reverenciad, besad la señal que traen. Aquí hay algo grande y eterno.

Jules Michelet:

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