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Los deseos navideños

La Navidad es época de amor, reencuentro y felicidad. Durante estas Navidades conviertan cada deseo en una flor, cada dolor en una estrella y cada lágrima en una sonrisa. La Navidad es el calor que vuelve al corazón de las personas.

La Navidad es un tiempo para la espiritualidad, la religiosidad, los buenos deseos hacia los demás de felicidad, paz, prosperidad y esperanza; también los regalos, el compartir con la familia y los amigos; las reflexiones sobre camino recorrido; las risas, las fiestas y los bailes; el recuerdo de los que se fueron y la celebración de los que han llegado; el repaso de los sueños que se han cumplido y los que aún quedan por cumplir, y así hasta un largo etcétera; pero también la Navidad son los deseos navideños.

Deseamos a nuestros seres queridos ¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!; les mandamos nuestros mejores deseos y que la esperanza se mantenga vivas en sus corazones; les enviamos el árbol de nuestros mejores deseos; les decimos que la Navidad es época de amor, reencuentro y felicidad; les aconsejamos que durante estas navidades conviertan cada deseo en una flor, cada dolor en una estrella y cada lágrima en una sonrisa; les explicamos con bellas palabras que la Navidad es el calor que vuelve al corazón de las personas, la generosidad de compartirla con otras y la esperanza de seguir adelante; les pedimos que cuando se enciendan las luces del árbol de Navidad se enciendan también las luces de la prosperidad y de la felicidad en su vida y que nunca se apaguen; afirmamos que la Navidad no es una fecha sino un sentimiento; que no es un momento ni una estación, sino un estado de la mente; que valorar la paz y la generosidad y tener merced es comprender el verdadero significado de Navidad.

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Pero, también, durante la Navidad deseamos fútilmente como Jacinto, el protagonista de “El Premio Gordo”, una pequeña fábula del escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez sobre la inconsistencia del éxito conseguido sin esfuerzo. Jacinto encarna al hombre deslumbrado por los anhelos materiales, siempre inconsistentes y fugaces; el que es capaz de vender su alma por un plato de lentejas; el que ha olvidado lo que realmente merece la pena en esta vida. Este inolvidable relato cuenta cómo cambia radicalmente la vida de Jacinto al tocarle el Premio Gordo en la Lotería de Navidad. Inicialmente, la riqueza económica le permite un rápido ascenso en la sociedad, la fortuna en el amor y el reconocimiento dentro de su profesión… sin embargo, muy pronto descubrirá que todo lo que ha obtenido, no sólo no le ha hecho feliz, sino que le ha llevado hasta la muerte al verse en vuelto en un duelo, al enterarse de que su mujer le estaba engañando. Afortunadamente, todo ello era el producto de un mal sueño que le lleva a recapacitar y dar un nuevo giro a su vida. 

Ciertamente, los deseos navideños —los buenos deseos navideños, claro está, los basados en valore profundos —forman parte del llamo “espíritu de la Navidad”. Unos buenos deseos que podemos expresar de muchas maneras; una de las más navideñas son las felicitaciones navideñas, otro de los grandes clásicos de la Navidad. Como la ciencia avanza que es un barbaridad, así como la tecnología y la comunicación social, las clásicas felicitaciones, esas que se recibían en el buzón de tu casa y que tanta ilusión nos hacían, han dejado paso al imperio de las redes sociales (Facebook, Linkedin, Twitter, Instagram, Tumblr, TikTok, etc), los correos electrónicos, el WhatsApp, Telegram o el SMS.

Bien, pero… aunque sólo sea por pura curiosidad: ¿A quién se le ocurrió esta brillante idea de trasladar nuestros mejores deseos por medio de las felicitaciones navideñas? Pues al polifacético emprendedor, escritor, artista, diseñador y aristócrata inglés, Henry Cole. Al parecer, Cole, era un hombre con grandes compromisos profesionales, familiares y sociales que decidió sustituir la tradicional carta de navidad, que le ocupaba mucho tiempo, por un sistema más rápido que le permitiera llegar a todos sus compromisos personales, familiares y profesionales. Así surgió, al parecer, la idea de la primera tarjeta de navidad. El encargo se lo hizo a John Callcott Horsley, un pintor académico inglés de género y escenas históricas, ilustrador y diseñado unos meses antes de la Navidad de 1843. Por cierto, esta primera tarjeta navideña nació con polémica pues se trataba de un diseño de una familia bebiendo vino junto con un niño pequeño.

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Curiosamente, las primeras tarjetas inglesas que se comercializaron no contenían imágenes del invierno o temas religiosos, tan típicas en nuestro tiempo. Los motivos elegidos eran flores, hadas y otros diseños imaginarios relacionados con la primavera. Las imágenes chistosas y sentimentales de niños y animales fueron cada vez más recurrentes. Se conoce al editor, impresor y litógrafo de origen polaco, Louis Prang, como el padre de la tarjeta de felicitación navideña estadounidense. Las primeras fueron comercializadas en 1875.

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Las tarjetas navideñas continuaron desarrollándose a través del siglo XX, con nuevos diseños y técnicas de impresión. Las dos guerras mundiales trajeron tarjetas con temas patrióticos. Se hicieron muy populares las tarjetas de estudio con imágenes de historieta y y humor en torno a los años 50. En 1953, el presidente Dwight D. Eisenhower publicó la primera tarjeta oficial de la Casa Blanca. Aquellas tarjetas representaban generalmente escenas de la Casa Blanca interpretadas por reputados artistas norteamericanos. Después calaron las imágenes nostálgicas, sentimentales y religiosas.

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El declive de la tarjeta de navidad impresa llegó con la tecnología. La generalización de los teléfonos móviles y las plataformas de redes sociales ha acostumbrado a las nuevas generaciones a la interactuación rápida y directa con textos manuscritos junto con tarjetas digitales disponibles en innumerables páginas web. No obstante, los deseos navideños, procedentes del alma humana seguirán con nosotros eternamente. Indudablemente, cambiarán los modos de expresión, pero siempre quedará en algún rincón de nuestro Ser algún deseo navideño para compartir con nuestros seres queridos.

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¡Ah!, se me olvidaba:

¡FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO!

Podcast: El premio gordo gracias a Lluisa Martínez tvcostabrava.com

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Lluisa Martínez tvcostabrava.com

José Antonio Hernández de la Moya

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