«El mundo puede llegar a ser un lugar decadente, turbio, hiriente y hasta agónico. Pero también en él se cumplen dos verdades: todo se replica y todo se transforma.
Y por estas dos máximas es que antes he afirmado que el mundo «puede llegar a ser» un lugar inhóspito, porque cuando no lo es, cuando es afortunado, es nacimiento y evolución.
Por tanto es fácil de entender por qué miles de poetas a lo largo de la historia nos hemos inspirado en el significado de la infancia, no sólo para componer nuestras obras, sino también para crear un mundo más gentil a través de la esperanza que irradian los niños.»
Sirva este discurso como un canto de amor y esperanza a la infancia.
Juan J. Ramírez
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