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Opinión José Francisco Adserias Vistué Magazine Redactores

LOS MANGLARES: UN ECOSISTEMA NATURAL QUE DEBEMOS PROTEGER

La salvaguardia de estos preciosos ecosistemas puede contribuir a proteger a los innumerables organismos acuáticos y terrestres que dependen de ellos.

Los manglares son ecosistemas costeros únicos que se desarrollan en zonas tropicales y subtropicales, donde el agua salada del mar se encuentra con agua dulce de ríos o lluvias. Están formados por árboles y arbustos adaptados a vivir en condiciones salinas, con suelos fangosos, poco oxígeno y mareas cambiantes.

Vista de un ecosistema de manglares con raíces expuestas y agua cristalina, rodeado de vegetación densa.

Características principales:

  • Ubicación: Costas tropicales, estuarios, deltas de ríos.
  • Vegetación adaptada: Los árboles de mangle (como el mangle rojo, blanco y negro) tienen raíces aéreas o zancudas que permiten respirar en suelos anegados.
  • Alta biodiversidad: Son hábitat de peces, crustáceos, aves, reptiles y muchos otros organismos.
  • Función ecológica:
    • Protegen las costas de la erosión y tormentas.
    • Filtran contaminantes del agua.
    • Sirven de criadero para muchas especies marinas.
    • Almacenan grandes cantidades de carbono, ayudando a mitigar el cambio climático.

Importancia para los humanos:

  • Sostienen la pesca artesanal.
  • Son barreras naturales contra huracanes y tsunamis.
  • Tienen valor turístico y cultural para muchas comunidades.

Los manglares son ecosistemas frágiles y muy amenazados por la deforestación, el desarrollo urbano, la contaminación y el cambio climático. Su conservación es vital para la salud del planeta.


El pasado 26 de julio de 2025, la Federación Española de Asociaciones y Clubes para la UNESCO difundió un importante mensaje de la Directora General de la UNESCO con motivo del Día Internacional de Conservación del Ecosistema de Manglares, en su Boletín Informativo N.º 41, que reproducimos a continuación íntegramente: 

Los manglares son un vínculo entre la tierra y el mar: enraizados en aguas salinas y en un suelo expuesto a las mareas, estas plantas forman un universo frágil y poco común, un refugio de vida que se ha de proteger. Desde las raíces entrelazadas hasta la punta de las ramas, los manglares constituyen un hábitat complejo, donde numerosas especies acuden a alimentarse o reproducirse. También ralentizan la erosión costera y atenúan el impacto de las olas erráticas, por lo que son vitales para las comunidades humanas que se encuentran en las cercanías. 

Este poder es un tema central de la colección de poesía del poeta colombiano Tomás González titulada Manglares, en la que se insta a un retorno a la unidad esencial de la naturaleza:

“Para que los árboles primero se dibujen y después se desdibujen y se fundan con el aire, el paisaje de atrás, los lodazales; / (.) para que el alcatraz se arroje contra el mar en un instante salpicado de sal, sol, resplandores; / y para que el mar, en fin, brille primero y de nuevo se confunda con la tierra”. 

Sin embargo, se estima que la mitad de los manglares del mundo están en peligro

La salvaguardia de estos preciosos ecosistemas puede contribuir a proteger a los innumerables organismos acuáticos y terrestres que dependen de ellos, al tiempo que crea oportunidades económicas y fomenta el intercambio de conocimientos entre los pueblos indígenas, las comunidades locales y los científicos. 

Por ello, la UNESCO actúa para proteger los ecosistemas de manglares mediante sus redes de reservas de biosfera, geoparques mundiales y sitios del Patrimonio Mundial natural, además de participar directamente en proyectos de conservación en todo el mundo. 

En América Latina y el Caribe, el proyecto MangRes de la UNESCO ha permitido restaurar manglares en siete países –Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, México, Panamá y Perú– desde 2022

Al otro lado del océano Pacífico, nuestro proyecto “Apoyar nuestros océanos”, que se puso en marcha el año pasado, combina el saber tradicional local con los conocimientos científicos para ayudar a proteger el mayor ecosistema de manglares de Tailandia. Al reconocer la función esencial de la educación ambiental para garantizar la conservación y gestión a largo plazo de estos ecosistemas, la UNESCO se ha asociado con la Academia Mundial OceanTeacher para formar a la próxima generación de expertos

Además, mediante formación especializada y talleres comunitarios, procuramos sensibilizar al mundo y fomentar la acción colectiva para proteger mejor los bosques de manglares. Este es el propósito de este Día Internacional: que todas las personas de la sociedad reconozcan el valor, la belleza y la vulnerabilidad de los ecosistemas de manglares y se comprometan a protegerlos.


Información de contacto de la Federación Española de Asociaciones y Clubes para la UNESCO, incluyendo dirección, correos electrónicos y número de teléfono.

Manglares: Guardianes Resilientes en la Encrucijada del Planeta

Introducción: El Pulso del Mundo entre Raíces y Mareas

Hay lugares en el planeta donde el mundo no se decide a ser uno solo. Son fronteras anfibias, un pulso constante entre la tierra y el mar, donde las raíces se aferran a un suelo salino bañado por las mareas y las ramas se estiran hacia un cielo húmedo y denso. Estos son los manglares, un universo frágil y singular que es mucho más que un simple bosque costero. Son un refugio de vida, un espacio de transición donde la naturaleza se manifiesta en toda su complejidad y belleza.

Esta profunda conexión fue capturada con una sensibilidad única por el poeta colombiano Tomás González en su obra Manglares. En sus versos, citados por la propia Directora General de la UNESCO, se invoca un retorno a la unidad esencial de la naturaleza: «Para que los árboles primero se dibujen y después se desdibujen y se fundan con el aire, el paisaje de atrás, los lodazales; / (…) para que el alcatraz se arroje contra el mar en un instante salpicado de sal, sol, resplandores; / y para que el mar, en fin, brille primero y de nuevo se confunda con la tierra».

Esta visión poética no es una mera licencia romántica; refleja una verdad científica fundamental. La capacidad del manglar para existir en esta encrucijada, para ser ese «vínculo entre la tierra y el mar», es la fuente de su extraordinario poder ecológico y, a la vez, de su inherente vulnerabilidad. El hecho de que una organización global como la UNESCO recurra al arte para comunicar la importancia de un ecosistema es un reconocimiento implícito de que los datos, por sí solos, a menudo no bastan para movilizar la conciencia colectiva. La poesía de González, que explora su propia biografía a través de la metáfora del manglar, nos permite conectar con estos espacios a un nivel emocional y existencial, transformando un ecosistema abstracto en un lugar con el que podemos sentir un parentesco.

Sin embargo, este universo de interconexiones se encuentra en un punto de inflexión crítico. A pesar de su valor incalculable, celebrado en el arte y fundamental para la salud del planeta, estos ecosistemas únicos están gravemente amenazados. Se estima que la mitad de los manglares del mundo están en peligro , una crisis que ha desencadenado una respuesta global sin precedentes que busca combinar la precisión de la ciencia, la fuerza de la política y la profunda sabiduría de las comunidades locales que han vivido en simbiosis con ellos durante generaciones.

Sección 1: Radiografía de un Ecosistema en Peligro

La situación de los manglares a nivel mundial es alarmante y está respaldada por datos contundentes de las máximas autoridades en conservación. El análisis más completo hasta la fecha, la Lista Roja de Ecosistemas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), revela una realidad cruda: el 50% de los ecosistemas de manglar del mundo se encuentran en riesgo de colapso, clasificados como Vulnerables, En Peligro o En Peligro Crítico. De estos, uno de cada cinco enfrenta un riesgo severo de desaparecer por completo. Otras evaluaciones, como las de la UNESCO, son aún más pesimistas, indicando que más de tres cuartas partes de los manglares del planeta están amenazados. Aunque las cifras exactas pueden variar según la metodología, el diagnóstico es unánime: la crisis es grave y generalizada.

Este estado crítico es el resultado de décadas de degradación. Estimaciones históricas sugieren que el planeta ha perdido aproximadamente la mitad de su cobertura de manglares en los últimos 40 años, una desaparición que ocurre de tres a cinco veces más rápido que la pérdida global de bosques terrestres.

Las causas de esta destrucción son complejas y varían geográficamente, pero se pueden agrupar en dos grandes categorías. Históricamente, el impacto humano directo ha sido el principal motor, responsable de más del 60% de las pérdidas. El informe «Estado de los Manglares del Mundo 2024» desglosa estas presiones: la acuicultura, especialmente para el cultivo de camarón, es la principal culpable a nivel global, representando el 26.7% de la deforestación. En regiones como Asia, esta cifra se eleva al 35%. Le siguen las plantaciones de palma aceitera, cuya contribución a la pérdida de manglares se ha disparado del 4% al 14% en la última década, y el cultivo de arroz, con un 8.4%. A esto se suma la expansión urbana y turística descontrolada, como la que amenaza los manglares de la península de Yucatán en México.

Sobre estas presiones directas se superpone una amenaza más difusa pero igualmente devastadora: el cambio climático. Este no actúa como un factor aislado, sino como un «multiplicador de amenazas» que agrava las vulnerabilidades existentes. El aumento del nivel del mar es la amenaza existencial más inminente. Las proyecciones de la UICN indican que, para 2050, aproximadamente 23,672 kilómetros cuadrados de manglares —un 16% de la superficie actual— quedarán permanentemente sumergidos. Regiones como las costas del norte del Océano Índico y el Mar de la China Meridional serán particularmente afectadas. Al mismo tiempo, el aumento en la frecuencia e intensidad de tormentas extremas como huracanes y tifones destruye físicamente estos bosques, que actúan como primera línea de defensa costera.

Este panorama revela una evolución preocupante en la naturaleza del desafío. Si bien la tasa neta de pérdida de manglares ha disminuido en la última década gracias a mejores políticas de protección y a la regeneración natural , esta estadística global puede ser engañosa. Oculta aceleraciones de la deforestación en ciertas regiones, como el Golfo de Guinea , y, lo que es más importante, no refleja el riesgo creciente de un colapso sistémico inducido por el clima. Estamos mejorando en la lucha contra la deforestación directa y visible —una guerra que se puede combatir con leyes y áreas protegidas—, pero al mismo tiempo se intensifica una batalla más compleja contra un enemigo global y sistémico. Esto significa que, incluso si se detuviera por completo la tala de manglares mañana, su supervivencia seguiría estando comprometida por el cambio climático, lo que exige soluciones integradas que aborden tanto la protección local como la acción climática global.

Métrica ClaveEstadística/Dato
Área Global TotalAproximadamente 15 millones de hectáreas (150,000 km2)
Estado de Amenaza (UICN)50% de los ecosistemas de manglar en riesgo de colapso (VU, EN, o CR)
Pérdida HistóricaReducción de la cobertura a la mitad en los últimos 40 años
Principal Causa de Pérdida (Humana)Acuicultura (26.7%), plantaciones de palma aceitera (aumento al 14%), cultivo de arroz (8.4%)
Principal Amenaza Futura (Climática)Aumento del nivel del mar y tormentas más intensas; afecta a un tercio de las provincias de manglares
Proyección de Pérdida por Inundación~23,672 km2 (16% del total) estarán sumergidos para 2050
Especies Asociadas en Riesgo~50% de mamíferos, 22% de peces, 16% de plantas amenazadas de extinción

Sección 2: El Valor Incalculable: Por Qué Cada Hectárea Cuenta

La urgencia de proteger los manglares no se basa únicamente en su belleza o singularidad ecológica. Su preservación es una de las inversiones más inteligentes que la humanidad puede hacer en su propia seguridad y prosperidad. El valor de los servicios que estos ecosistemas proporcionan es tan vasto que su protección trasciende el ámbito medioambiental para convertirse en un pilar de la planificación económica, la infraestructura resiliente y la seguridad nacional.

La Barrera Natural: Defensores Costeros Silenciosos

Los manglares son los ingenieros costeros más eficientes de la naturaleza. Sus densas redes de raíces y troncos actúan como una barrera viva que disipa la energía de las olas. Una franja de manglares de tan solo 500 metros de ancho puede reducir la altura del oleaje entre un 50% y un 99%, una capacidad de protección que supera a muchas estructuras artificiales. Este servicio tiene un valor económico tangible y masivo. A nivel mundial, se estima que los manglares evitan más de $65,000 millones en daños a la propiedad cada año y reducen el riesgo de inundación para más de 15 millones de personas. La alternativa a su existencia es costosa y a menudo menos eficaz. Un análisis del Banco Mundial concluyó que, si los manglares desaparecieran, un 32% más de personas sufrirían inundaciones cada diez años. Enmarcar la conservación de los manglares como una inversión en infraestructura crítica es, por tanto, una necesidad lógica. Proteger un bosque de manglar es más rentable y sostenible que construir y mantener un dique de hormigón.

Los Gigantes del Carbono Azul: Aliados Climáticos Indispensables

En la lucha contra el cambio climático, los manglares son superestrellas indiscutibles. Son los ecosistemas de «carbono azul» por excelencia, capaces de capturar y almacenar dióxido de carbono a un ritmo hasta diez veces superior al de los bosques tropicales maduros. Para ponerlo en perspectiva, una sola hectárea de manglar puede almacenar 3,754 toneladas de carbono, el equivalente a retirar más de 2,650 automóviles de la circulación durante un año. En total, los manglares del mundo guardan en su biomasa y suelos un carbono equivalente a más de 21 gigatoneladas de CO2​.

La contrapartida es igualmente dramática: cuando se destruyen, estos gigantes del carbono se convierten en enormes fuentes de emisiones. Aunque cubren menos del 0.7% de la superficie terrestre, la deforestación de manglares es responsable de hasta el 10% de las emisiones globales derivadas de la deforestación. Esta doble función como sumidero masivo y fuente potencial de emisiones los convierte en un activo irremplazable en la estrategia climática global. Su protección y restauración no es solo una opción, sino una necesidad para cumplir los objetivos climáticos internacionales.

Santuarios de Biodiversidad y Sustento Humano

Los manglares son un hervidero de vida. Sus complejas estructuras de raíces sumergidas crean un hábitat seguro que sirve de criadero para innumerables especies de peces y crustáceos, muchas de ellas de importancia comercial. Se han documentado más de 1,533 especies que dependen directamente de los manglares para su supervivencia. Sin embargo, esta riqueza biológica está en grave peligro: casi la mitad de los mamíferos asociados a los manglares y un 22% de las especies de peces están amenazados de extinción.

Esta biodiversidad no es un tesoro aislado; está intrínsecamente ligada al bienestar humano. Más de 4.1 millones de pescadores artesanales en todo el mundo dependen directamente de la salud de los manglares para su sustento. Para millones de personas en comunidades costeras, estos ecosistemas garantizan la seguridad alimentaria, proporcionan madera para la construcción y combustible, y son una fuente de plantas medicinales. La degradación de los manglares es, por tanto, una crisis ecológica, climática y humanitaria.

Sección 3: La Restauración en Acción: El Mosaico de la Esperanza

Frente a la magnitud de la crisis, ha surgido una respuesta global coordinada que está transformando la desesperación en acción. Enmarcada en iniciativas de alto nivel como la Década de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030) , esta respuesta se materializa en proyectos sobre el terreno que demuestran que la recuperación es posible. El Proyecto MangRes de la UNESCO, centrado en América Latina y el Caribe, es un ejemplo paradigmático de cómo debe ser la conservación en el siglo XXI: colaborativa, basada en la ciencia y profundamente arraigada en las comunidades locales.

Financiado por el Gobierno de Flandes (Bélgica) y activo entre 2022 y 2025, MangRes no es un proyecto monolítico, sino un mosaico de intervenciones adaptadas a las realidades de siete Reservas de Biosfera. Su filosofía se basa en cinco pilares interconectados que garantizan un enfoque holístico:
1) análisis científico de los sitios y sus riesgos;
2) restauración ecológica participativa;
3) coproducción de conocimiento, fusionando la ciencia con el saber local;
4) educación para el desarrollo sostenible, especialmente con jóvenes; y
5) comunicación y sensibilización para fomentar la acción colectiva.

Este modelo ha demostrado que el éxito de la conservación moderna depende menos de la acción técnica de plantar árboles y más de la ingeniería social necesaria para construir redes de confianza y colaboración. Al empoderar a las comunidades locales, se convierten en los guardianes más eficaces y comprometidos de sus propios recursos. La restauración ecológica es, en última instancia, el resultado de un exitoso empoderamiento social y económico.

Un ejemplo inspirador de este enfoque es el colectivo de las «Chelemeras» en la península de Yucatán, México. Este grupo de mujeres —amas de casa, madres y cuidadoras— ha liderado la regeneración de 100 hectáreas de manglar degradado, convirtiéndose en un referente nacional de conservación comunitaria y demostrando el papel crucial que las mujeres pueden desempeñar en estos esfuerzos. Su historia, junto con las acciones en otros países, ilustra que la solución a la crisis de los manglares reside en invertir en las personas.

Reserva de Biosfera (País)Desafío EspecíficoSolución Clave ImplementadaRol de la Comunidad
Seaflower (Colombia)Daños por huracanes, impacto del cambio climático.Restauración de manglares dañados por tormentas con guía científica.Participación en la restauración para aumentar la resiliencia climática local.
La Encrucijada (México)Especies invasoras (palma africana), degradación.Control de especies invasoras, creación de redes juveniles de conservación.Vigilancia, restauración y desarrollo de iniciativas de ecoturismo como la «Ruta del Manglar».
Noroeste Amotapes-Manglares (Perú)Presión sobre recursos, necesidad de sustento económico.Apoyo a cooperativas locales de recolectores de cangrejos, restauración.Gestión sostenible de recursos (cangrejos) vinculada directamente a la salud del manglar.
Península de Guanahacabibes (Cuba)Pérdida de conocimiento tradicional, necesidad de capacidades.Documentación del saber local, formación de gestores de la reserva.Transmisión de conocimientos ancestrales sobre el manejo del manglar.
Macizo del Cajas (Ecuador)Complejidad del ecosistema (montaña a mar), coordinación.Creación de alianzas entre científicos, autoridades y comunidades.Participación en la gestión integrada del corredor ecológico.
Darién (Panamá)Necesidad de técnicas de restauración adaptadas.Formación de comunidades indígenas Emberá-Wounaan en soluciones basadas en la naturaleza.Aplicación de técnicas de restauración que integran su conocimiento del territorio.
Jiquilisco-Xirihualtique (El Salvador)Gobernanza débil, falta de participación juvenil.Fortalecimiento de la gobernanza local y promoción de la participación activa de los jóvenes.Involucramiento en la toma de decisiones y en las acciones de monitoreo y restauración.

Sección 4: Hacia un Futuro Sostenible: La Ciencia y la Estrategia de Reconstruir la Naturaleza

La creciente movilización para salvar los manglares no es un esfuerzo improvisado. Se apoya en una arquitectura global cada vez más sofisticada que combina ciencia ecológica de vanguardia, objetivos políticos ambiciosos y mecanismos financieros innovadores. Este enfoque está transformando la conservación, que pasa de ser una actividad puramente altruista o financiada por el Estado a convertirse en un sector económico viable y autosostenible.

La ciencia ha demostrado que el simple acto de plantar plántulas de mangle en masa, un enfoque tradicional, a menudo está condenado al fracaso. Las investigaciones indican que casi el 80% de estos esfuerzos de plantación masiva no prosperan o dan como resultado bosques débiles y poco funcionales. En respuesta, ha surgido un método más avanzado conocido como Restauración Ecológica de Manglares Basada en la Comunidad (CBEMR, por sus siglas en inglés). En lugar de centrarse en la siembra, esta técnica prioriza la restauración de las condiciones naturales que permitieron que el manglar existiera en primer lugar, como la hidrología (el flujo de agua dulce y salada) y la topografía del suelo. Una vez que se restablecen estas condiciones, la naturaleza hace el trabajo: las semillas de mangle, transportadas por las mareas, se asientan y germinan de forma natural, creando bosques más diversos, resilientes y funcionales.

Esta estrategia científica se enmarca en una ambición global sin precedentes, articulada por iniciativas como la Mangrove Breakthrough. Este es un esfuerzo colaborativo que busca movilizar $4,000 millones para cumplir un objetivo claro para 2030: «Detener la pérdida, restaurar la mitad, duplicar la protección». Esto implica detener por completo la pérdida de manglares causada por el hombre, restaurar al menos la mitad de la superficie perdida en las últimas décadas y duplicar la superficie de manglares bajo protección efectiva, pasando del 42% actual a un 80%.

Para financiar esta ambición, se está desarrollando una nueva «economía de la restauración», cuyo principal motor es el valor de los manglares como sumideros de carbono. A través de mecanismos de «carbono azul», la inmensa capacidad de estos ecosistemas para secuestrar CO2​ se convierte en un activo financiero. Empresas, gobiernos y particulares pueden invertir en la protección y restauración de manglares para compensar sus propias emisiones, generando créditos de carbono. Este modelo ya está funcionando. En proyectos comunitarios en Colombia, por ejemplo, el 92% de los ingresos generados por la venta de estos créditos de carbono revierte directamente en la comunidad local, creando un círculo virtuoso donde la conservación financia el desarrollo sostenible, y el desarrollo sostenible incentiva una mayor conservación. Si bien persisten desafíos, como garantizar la permanencia de estos proyectos frente a amenazas como la deforestación para productos básicos en el Sudeste Asiático , el modelo representa el futuro de la financiación de la conservación a gran escala.

Conclusión: El Eco del Manglar en Nuestro Porvenir

Los manglares son, en esencia, la manifestación física de la interconexión. Son el vínculo tangible entre la tierra y el mar, entre el agua dulce y la salada, y, cada vez más, entre la crisis climática y sus soluciones, entre la degradación ambiental y la esperanza de la restauración. La historia de su declive es un reflejo de nuestra desconexión, pero la historia de su renacimiento es un testimonio del poder de la acción colectiva.

El camino desde el diagnóstico sombrío de un ecosistema en riesgo de colapso hasta los ejemplos vibrantes de restauración comunitaria en América Latina y la arquitectura de una nueva economía azul global demuestra que la narrativa no es de un destino inevitable. Es una historia de agencia, donde la ciencia, la política y la sabiduría ancestral convergen para reconstruir lo que se había perdido. El éxito, como lo demuestran el Proyecto MangRes y las mujeres de Chelem, no reside en soluciones impuestas desde arriba, sino en la colaboración genuina que empodera a quienes viven en la primera línea del cambio.

El Día Internacional de Conservación del Ecosistema de Manglares, que se celebra cada 26 de julio, nos recuerda que esta responsabilidad es compartida. Su propósito es que cada persona, desde su lugar en la sociedad, reconozca el valor, la belleza y la vulnerabilidad de estos ecosistemas y se comprometa a protegerlos. Al final, el esfuerzo global por restaurar los manglares es un eco de los ciclos que el poeta Tomás González observó en ellos: un ciclo donde la descomposición y la pérdida pueden dar paso a una nueva vida. Es nuestro intento consciente de participar en esa renovación, de asegurar que los bosques de manglares no se «desdibujen» en el paisaje de la memoria, sino que sigan prosperando como los guardianes resilientes y silenciosos de nuestro futuro compartido.

Referencias Bibliográficas

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