Henri Murger (1822-1861), escritor francés romántico; supo trasladar a la novela que le dio fama, con gran vivacidad y realismo, y con mucha ironía, la existencia de los artistas y escritores con los que él había convivido en París. Se ha escrito de Escenas de la vida bohemia que fue una obra de escaso valor literario y sociológico, pero que sirvió de base a grandes obras posteriores, como el libreto de la ópera La Bohème de Puccini, o la zarzuela Bohemios de Amadeo Vives, o incluso la Carmen de Bizet y otras varias óperas y musicales famosos.
No obstante, es justo revalorizar el texto original, señalando además que sirvió de base para acuñar el término bohemio. Bohemia hace alusión a la cultura de los gitanos, tradicionalmente llamados bohemios en Francia (bohémien) por haber llegado desde la región de Bohemia, en la actual República Checa, y hacía referencia a un determinado estilo de vida —con una escala de valores diferente a la de la sociedad sedentaria y burguesa— que adoptaron en particular artistas e intelectuales de vida extravagante, pobre e ingeniosa. Entre los que se encontraba Henri Murger, y eran los bebedores de agua del Barrio Latino, denominados así con anterioridad al termino bohemio.
Con esta reseña se pretende poner en valor algunas obras olvidadas, de las cuales poca información podemos obtener de la misma, sí del autor, pero no de su obra que parece que hubiera quedado al pairo de todo lo accesorio a la misma. Y con esta entrada, repetiremos en Acalanda con algunas de estas obras universales pero que se van sumergiendo en el olvido, sobre todo para los más jóvenes y de las cuales poco encontramos en Internet.
La novela fue escrita entre 1847 y 1849. Se publicó por entregas en la revista Le Corsaire, y finalmente reeditada como libro. Los artistas y escritores en el París del Romanticismo vivían una curiosa y miserable vida. Entre esta especie de vagabundos voluntarios estaban los protagonistas de la historia. El poeta Rodolfo, el músico Schaunard, el pintor Marcel y el filósofo Colline. Los tres primeros amaban a sendas jóvenes de vida alegre, que lo mismo pasaban largas temporadas en el palacio de un aristócrata que se emborrachaban y vivían en las buhardillas heladas de nuestros bohemios; y aunque su moral era difusa, su corazón era inmenso.
Los cuatro amigos del cenáculo dejaban transcurrir su vida en una especie de alegre miseria, en lucha abierta con sus numerosos acreedores, a quienes burlaban con los métodos más ingeniosos. Se daban pantagruélicos banquetes en cuanto caía algún dinero en sus manos y cambiaban de domicilio tanto como de camisa; no por gusto, sino porque así lo querían sus caseros. La vida se iba pasando entre sinsabores y fugaces satisfacciones.
El amor entre Rodolfo y Mimí fue el más turbulento del grupo. Cien veces se cansaba la joven de la penuria del poeta, cien veces le abandonaba para ir en busca de otro amor más opulento y reposado; y cien veces volvía a él arrepentida de su fuga. Otro tanto ocurría con Schaunard y Femia, con Marcel y Musette, pero sin tanta intensidad que los primeros. Un día Mimí volvió a la buhardilla de Rodolfo, pero en esta ocasión llegaba derrotada y gravemente enferma. La tuberculosis la estaba consumiendo. Ella se lamenta de su vida en la novela en un pasaje emotivo y romántico. Todos los bohemios atendieron a Mimí. El músico vestía traje de verano, porque había vendido su traje de paño para prestar dinero a Rodolfo, Colline se había desprendido de varios de sus queridos libros, y así todos. Un médico examinó a Mimí y ordenó su traslado urgente al hospital. Así lo hicieron después de una triste despedida, y aunque agasajaron con dulces y flores a la joven, a los pocos días les comunicaron el fallecimiento.
Un año después cambiaron las cosas para los cuatro artistas, el pintor había expuesto y vendido bien uno de sus cuadros. Schaunard y Rodolfo se presentaron al público, el uno con un álbum de melodías y el otro con un libro de versos, obteniendo éxito. En cuanto a Colline, a quien nunca se le había conocido un amor, se encontraba entonces convertido en un acaudalado esposo. Al final, las escenas de la bohemia habían desaparecido quedando un recuerdo agridulce.
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