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JUAN LUIS VIVES: EL VERDADERO AUTOR DEL QUIJOTE

El Quijote: un hijo del entendimiento de Juan Luis Vives.

Este podcast, del que asumo la autoría junto con Casimir Soler, ha sido creado con la ayuda de herramientas de Inteligencia Artificial (IA).

La autoría de El Quijote ha sido atribuida desde hace más de 400 años a Miguel de Cervantes Saavedra. Sin embargo, recientes investigaciones han comenzado ha cuestionar esta certeza secular. Entre ellas, como vengo comentando en mis artículos, destaca la tesis del profesor Francisco Calero Calero, expuesta en su obra El verdadero autor de los «Quijotes» de Cervantes y Avellaneda. Su propuesta es clara, innovadora y valiente: El auténtico autor del Quijote es Juan Luis Vives (1492-1540), uno de los grandes humanistas del Renacimiento europeo, el pensador español más importante a partir de la Edad Moderna.

Retrato de Juan Luis Vives, un destacado humanista del Renacimiento, que sostiene una pluma y se encuentra junto a un libro abierto en la mesa.
Juan Luis Vives

I. Vives, un humanista universal

Juan Luis Vives, valenciano y exiliado por su origen judío-converso, vivió en los grandes centros del pensamiento renacentista: Valencia (1492-1509), París (1509–1514), Brujas (1514–1521), Lovaina(1521–1523), Londres y Oxford (1523–1528) y Brujas (1528-1540). Generó amistades y vínculos intelectuales con personajes de la talla de Erasmo de Rotterdam, Tomás Moro y Guillermo Budé; y el mecenazgo y la protección de autoridades tan influyentes como Carlos V, Enrique VIII y su esposa Catalina de Aragón, Guillermo de Croÿ, el III Duque de Béjar (Don Francisco de Zúñiga Guzmán y Sotomayor ) y la familia Valldaura.

Su obra abarca una gran amplitud de materias: filosofía, pedagogía, psicología, política social, soluciones de la pobreza, espiritualidad, religión, filología y ciencias. En fin, un auténtico humanista integral, cuyo pensamiento se adelantó siglos en pedagogía, psicología y políticas sociales, formulado con un estilo repleto de sabiduría y erudición prácticas. Justamente el estilo que encontramos en El Quijote.

En cuanto al estilo, debemos recordar, por cierto, que, de acuerdo con el dictamen del botánico y escritor francés, Georges-Louis Leclerc de Buffon (El conde de Buffon), el estilo es el hombre. Y, hete aquí que El Quijote contiene todo el pensamiento y el estilo de Juan Luis Vives. En palabras del profesor Francisco Calero: Comprobamos que existe identidad de pensamiento entre El Quijote y la obra de Juan Luis Vives. Una identidad de pensamiento detectada primeramente por Américo Castro a través de sus notables trabajos sobre Cervantes y El Quijote. Asimismo, este prestigioso hispanista y filólogo español apuntó al origen judío del autor, al detectar que su obra está impregnada de la cultura judeoconversa, algo que concuerda totalmente con las investigaciones de la escritora francesa, Dominique Aubier que, tras más de 40 años de investigaciones sobre El Quijote, determinó que esta obra contenía un código oculto basado en la Kabalá judía, una ciencia espiritual sólo comprensible para los muy iniciados. Para quienes deseen profundizar sobre esta tesis de Dominique Aubier, remito a mi artículo El código oculto de El Quijote.

Páginas de un libro antiguo con ilustraciones en blanco y negro, resaltando detalles de figuras históricas y un estilo clásico en su diseño.
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Este hallazgo de Dominique Aubier, a mi juicio de enorme trascendencia, no encaja en absoluto con el perfil vital y cultural de Cervantes, de quien no consta formación alguna en la tradición hebrea ni contacto estrecho con círculos de conocimiento cabalístico. En cambio, sí se ajusta al perfil intelectual y biográfico de Juan Luis Vives, el pensador valenciano de origen judío, que creció en un entorno donde la herencia hebraica estaba aún viva, destacando por su erudición en las corrientes filosóficas y espirituales de su tiempo.

Por lo tanto, si aceptamos la tesis de que El Quijote es portador de un sustrato cabalístico, resulta mucho más verosímil atribuirlo a un autor como Vives, cuyo horizonte espiritual y cultural lo habilitaba para entretejer semejante código en una obra literaria de alcance universal.

Bien. ¿Pero cómo sabemos que Juan Luis Vives era de origen judío?

✒️Sabemos a ciencia cierta que Juan Luis Vives era de origen judío por los procesos inquisitoriales contra sus padres y por los registros genealógicos conservados en los archivos de Valencia. Sobre todo, se conserva el texto del juicio contra su madre, Blanquina March, perteneciente a una familia conversa de origen judío, emparentada con la ilustre estirpe de los poetas March. Su vida estuvo marcada por la persecución inquisitorial: Fue procesada por la Inquisición de Valencia y, tras su muerte en 1509, sus restos fueron exhumados y quemados en 1529, acusada de prácticas judaizantes. En la obra Procesos Inquisitoriales contra la familia judía de Juan Luis Vives. I Proceso contra Blanquina March, madre del humanista (Madrid. CSIC.1964), de Miguel de la Pinta Llorente y José María de Palacio, se recoge todos los detalles de este dramático proceso inquisitorial que marcó profundamente la vida y la obra de Juan Luis Vives.

Escena en un salón oscuro con figuras vestidas con ropajes antiguos, rodeadas de candelabros y estatuas, en una reunión solemne, donde una figura central escucha atentamente mientras otros parecen leer o discutir.

✒️No existe, sin embargo, ninguna prueba definitiva que demuestre que Cervantes fuera de ascendencia judía o converso. En todo caso, aunque se llegara a demostrar documentalmente que Miguel de Cervantes tenía ascendencia judía o conversa, ello no significa, por sí solo, que poseyera un conocimiento profundo de la cultura hebraica. Obviamente, la sangre o el linaje no transmiten automáticamente la herencia intelectual ni la tradición sapiencial de un pueblo. Tras la expulsión de 1492 y bajo la vigilancia de la Inquisición, los conversos estaban, en su mayoría, privados del acceso a los textos hebreos y a la enseñanza de su tradición. Por tanto, la presencia de referencias bíblicas, alegorías sapienciales o ecos de la cultura judía en El Quijote no se explicaría únicamente por un origen familiar, sino por una formación cultural más amplia, un aspecto que sí podemos apreciar en Juan Luis Vives.

II. Una obra que exige una erudición fuera de lo común

Quien lea atentamente El Quijote descubrirá que no estamos solo ante una novela de entretenimiento, sino ante un tratado de sabiduría y erudición en clave literaria. La vastedad de referencias bíblicas, filosóficas, jurídicas, históricas, científicas o literarias que contiene sobrepasa con mucho la formación de Cervantes. En cambio, encaja perfectamente con el perfil intelectual de Vives.

Diversos estudiosos de la talla de Martín de Riquer, Américo Castro o Francisco Rico han señalado que El Quijote es una enciclopedia de la cultura universal de su tiempo, y que el número de referencias culturales a los clásicos rebasa el millar. Concretamente, el doctor en filología y profesor universitario, Antonio Barnés Vázquez, en su obra Yo he leído en Virgilio. La tradición clásica del Quijote, ha descubierto nada menos que 1274 referencias a autores clásicos, griegos y latinos, desglosados en 531 en la Primera Parte y 743 en la Segunda Parte. La cifra impresiona por lo que:

¿No creen que se requiere de toda una vida dedicada al estudio y la escritura? ¿La tuvo Cervantes?

Por su parte, José Ortega y Gasset, nuestro gran filósofo y ensayista, abordó en diversas ocasiones la figura de Juan Luis Vives, a quien consideraba uno de los grandes pensadores españoles del Renacimiento. En su obra Historia como sistema y en varios ensayos sobre la tradición cultural española, Ortega menciona especialmente la importancia de De disciplinis (1531), por su crítica radical a la escolástica decadente y por sentar las bases de una nueva pedagogía y ciencia moderna.

Sobre Vives dejó escrito lo siguiente:

«Vives es el primer gran psicólogo moderno. En su De disciplinis inaugura la crítica radical a la escolástica y reclama una reforma total del saber humano. Es, con razón, uno de los padres de la pedagogía y de la ciencia moderna»
 

Ortega y Gasset, Obras completas, t. VI, Madrid, Revista de Occidente.

Y en su Historia de la filosofía, Ortega explica que Vives:

 «Con el De disciplinis nos da la primera historia de la cultura de Occidente, porque no se limita a criticar los defectos de la escolástica, sino que ofrece un cuadro sistemático del saber humano en su evolución»

José Ortega y Gasset. Curso de 1929-30, recogido en sus Obras completas

Por todo ello, como ha escrito el profesor Francisco Calero en su erudita obra, El verdadero autor de los «Quijotes» de Cervantes y Avellaneda:

 «La autoría, por lo tanto, debemos atribuírsela a un verdadero conocedor de las lenguas clásicas, dominador del latín, el griego, la literatura hebrea y renacentista. También, con altísimas capacidades literarias; amplios conocimientos de la mitología, la Biblia, el Corán, la Cábala, el hermetismo y la sabiduría; de humanidades relacionadas con la pedagogía, filosofía, teología, derecho y la historia; y de la ciencia física, matemática, astronómica y la medicina»

Francisco Calero Calero.

III. ¿Cómo pudo acceder Cervantes al pensamiento de Vives?

Si partimos de la base incuestionable de que, como afirma el profesor Francisco Calero, existe una plena identidad de pensamiento entre la obra de Juan Luis Vives y El Quijote (una realidad incuestionable avanzada anteriormente por eruditos de la talla de Américo Castro),no podemos ni debemos rehuir el debate que plantean algunos en torno a la posibilidad de que Cervantes tuviera acceso a la obra de Juan Luis Vives. Evidentemente, las respuestas a esta cuestión se sitúan dentro del ámbito especulativo. Se afirma, por ejemplo, que Cervantes adquirió la sabiduría y erudición de Vives a través de traducciones disponibles en castellano, por eco de sus ideas en el erasmismo español, por contactos en Alcalá y la Corte, por lecturas indirectas en Italia y España e, incluso, a través de su hermano Rodrigo, alférez de los Tercios españoles en Flandes, fallecido en la batalla de Dunas en 1600.

Una imagen artística que representa un libro abierto sobre una mesa de madera, rodeado de herramientas de escritura, mientras un personaje observa un paisaje cósmico cargado de luces y nubes, simbolizando la conexión entre el conocimiento y el universo.
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Pues bien, utilizando la famosa expresión quijotesca del profesor Francisco Calero, la posibilidad de que Cervantes accediera a la obra de Juan Luis Vives es ¡De toda imposibilidad, imposible! Veamos.

✍️ Para empezar, nos encontramos con el obstáculo de las fuentes. Vives escribe la mayor parte de su obra en latín humanístico y con alta densidad conceptual (ética, psicología, pedagogía, crítica de la escolástica, política social). Por lo tanto, no basta “oír ecos”: exige lectura experta, constancia y dominio técnico del latín. Además, en tiempos de Cervantes las traducciones españolas de Vives eran escasas, fragmentarias o tardías. La idea de que “había traducciones disponibles” que vertieran la totalidad de su arquitectura intelectual es inaceptable. Por lo tanto, sin un acceso continuado y filológico al corpus latino, la “plena identidad” doctrinal no es verosímil por mera exposición indirecta.

✍️ Luego nos encontramos con una difusión selectiva y vigilada generada por los Índices que contenían la relación de los libros prohibidos, obras que no podían leerse ni circular por considerarse heréticas, peligrosas para la fe o contrarias a la moral y expurgados, es decir, textos que podían circular solo si se eliminaban o corregían ciertos pasajes censurados como frases, capítulos o comentarios marginales, elaborados por la Inquisición y las autoridades eclesiásticas en España y en otros países católicos.

En fin, los Índices se convirtieron en una poderosa herramienta de control cultural: delimitaron qué se podía leer y qué no, lo que afectó directamente a los circuitos de difusión de la literatura humanista en castellano, procedentes de Erasmo, Lutero, Vives, ciertos clásicos, traducciones bíblicas, etc. Lógicamente, esto provocó una reducción drástica en la circulación de obras de pensamiento crítico y renovador. Por supuesto, los “ecos” existieron de manera genérica ─crítica de supersticiones, pedagogía, moral práctica─, pero no en forma de trasvase sistemático del andamiaje humanista y reformista.

✍️ Lo de que Cervantes estuvo en contacto con ambientes cultos son simples conjeturas sin base documental. Efectivamente, no contamos con inventarios, cartas, compras, préstamos o testimonios directos que acrediten a Cervantes como lector asiduo de Vives. La formación de Cervantes no fue, como bien sabemos, ni universitaria ni filológica. Nada indica un programa de lecturas capaz de asimilar el conjunto vivista.

En discusiones con amigos y entusiastas defensores de la autoría de Cervantes del Quijote e, incluso, en sus biografías de carácter heroico sale siempre a relucir su paso por Italia (1570–1575).

Un hombre de época renacentista, con barba y vestido con ropajes de la época, se encuentra en una biblioteca antigua, concentrado en un libro abierto sobre una mesa de madera. A su alrededor hay estantes repletos de libros antiguos y pilas de volúmenes en la mesa.

¡Allí ─afirman plenamente convencidos─ Cervantes se impregnó del espíritu renacentista, accediendo a la cultura grecorromana, consultando la biblioteca del cardenal Giulio Acquaviva. Una afirmación que, con los debidos respetos, no tiene ninguna base ni lógica. Y es que ni existen pruebas documentales de que Cervantes tuviera acceso a dicha biblioteca, ni resulta verosímil que, en calidad de simple camarero del cardenal, pudiera adentrarse en círculos de erudición reservados a humanistas y clérigos de alto rango. E, incluso, aunque Cervantes hubiera podido tener acceso ─altamente improbable─ a esta biblioteca o a estos círculos, ni tuvo tiempo ni capacidades para asimilar sus contenidos. Afirmar, en fin, que, con la limitada formación de Cervantes y escasos conocimientos de las lenguas cultas, su estancia por Italia le permitió metabolizar la cultura grecorromana y el pensamiento de Vives es un disparate de dimensiones siderales.

✍️Como bien sabemos, la riqueza léxica del Quijote es inmensa. Según estudios lingüísticos y datos compartidos por la Real Academia Española (RAE), El Quijote contiene en torno a 380.000 palabras en su totalidad, de las cuales 23.000 son diferentes. Esta cifra es impresionante si se compara con el vocabulario activo de un hablante promedio actual, que ronda en torno a las 5.000 palabras. El vocabulario activo, por lo tanto, en El Quijote es enorme comparado con otros autores de la época.

✍️ En cuanto a la posibilidad de que un alférez de los Tercios españoles, es decir, Rodrigo, el hermano de Cervantes, le pasara el corpus literario y doctrinal de Vives, pues, hombre, qué quieren que les diga, no creo que sea el perfil de un mediador natural de sistemas filosófico-pedagógicos complejos. Además, no hay cartas, listas de libros ni testimonios de remisión de obras o resúmenes doctrinales de Vives desde Flandes a Cervantes. En fin, pretender que por esta vía se traslade la matriz conceptual vivista, y en grado suficiente para explicar la densidad quijotesca, carece de toda consistencia.

Retrato de Juan Luis Vives, un humanista del Renacimiento, y una representación recreativa de un escritor pensativo, simbolizando el vínculo entre Vives y Cervantes.

En conclusión, aun concediendo la identidad doctrinal entre la obra de Juan Luis Vives y El Quijote, las vías aducidas para que Cervantes “adquiriera” esa sabiduría (traducciones castellanas, erasmismo difuso, ambientes eruditos, estancias italianas o el canal Rodrigo) no superan el umbral de la verosimilitud histórica: o bien fueron insuficientes en alcance, tardías o fragmentarias, o carecen de prueba documental. Y es que, la densidad, especificidad y coherencia del pensamiento profundo de Juan Luis Vives exigen una inmersión directa, amplia y sostenida que esos canales no pueden garantizar.

Hay que recordar que el que algo sea posible no lo hace probable. Por lo tanto, sin evidencias positivas como documentos, inventarios, correspondencia o testimonio de contemporáneos que acrediten la hipótesis de que Cervantes pudo acceder al pensamiento de Vives por los canales comentados debe quedar en una mera conjetura muy débil y para comentar en “fuegos de campamento escolares”.


👨‍🎓 Y ahora viene la pregunta del millón de dólares: ¿Es posible que Cervantes, con la escasez de estudios y la ajetreada vida que llevó muy alejada de las características favorecedoras de la creación literaria fuera capaz de manejar esta riqueza léxica tan inmensa?

Algunos me asegurarán que sí, que Cervantes, como hijo de su tiempo, era un genio y que la sabiduría y erudición que contiene El Quijote le vino por “ciencia infusa”. Por mi parte, ante esta obstinación, les diría que la respuesta no es correcta, por lo que no pasan a la siguiente fase del famoso concurso del millón de dólares; que lean mi artículo El paradigma de la autoría del Quijote, para que comprendan que la defensa a ultranza de la autoría de Cervantes es un paradigma profundamente arraigado —una creencia inconsciente que actúa como prejuicio mental— y desafiarlo exige coraje intelectual y disposición al pensamiento crítico; que reflexionen sobre la famosa frase Einstein, “Es más fácil descomponer un átomo que un prejuicio”; y, finalmente, que examinen y saquen las pertinentes conclusiones de la siguiente sentencia del escritor y bibliotecario español, Justo García Soriano:

 «Los frutos del ingenio ─como comúnmente todos los de la Naturaleza─ no se producen por misteriosa inspiración, por obra del Espíritu Santo o por generación espontánea. Se hallan determinados por los precedentes y demás factores que cooperan a su gestación y alumbramiento»

Justo García Soriano

Y es que, cuestionar lo que la gran mayoría da por sentado requiere de humildad, apertura al diálogo crítico y disposición a revisar creencias cristalizadas. No se trata únicamente de poner en duda una opinión generalizada, sino de tener el valor de revisar aquello que hemos heredado como certeza indiscutible y que, en realidad, puede no serlo. Supone aceptar que nuestro conocimiento está siempre en construcción, que toda verdad cultural es, en parte, hija de la historia y de los prejuicios de una época. Solo desde esa actitud de búsqueda constante se abre un camino hacia la posibilidad de acceder a verdades más consistentes, más libres y menos condicionadas por la inercia del pensamiento colectivo.

IV. La aparente paradoja de las referencias posteriores a 1540

La gran objeción que muchos plantean en contra de la tesis de la autoría de Juan Luis Vives del Quijote es: ¿Cómo pudo Vives escribir El Quijote si murió en 1540, casi siete décadas antes de la publicación de la Primera Parte (1605)? y ¿Cómo se explica la aparente paradoja de las referencias que contiene esta obra a hechos posteriores a 1540?

Aquí es donde se requiere un cambio de perspectiva. En mi artículo El enigma del manuscrito del Quijote exploro las diversas posibilidades sobre dónde pudo estar depositado este manuscrito. Y en relación con la aparente paradoja de las referencias que contiene El Quijote posteriores a la muerte de Vives, en 1540, debo aclarar que la autoría no debe confundirse con la edición ni con la manipulación editorial posterior. Obviamente, una obra puede ser concebida por un autor en una época, y ser publicada después con añadidos, correcciones o interpolaciones realizadas por copistas, editores o herederos intelectuales, como ha ocurrido a lo largo de la historia.

Por eso, las menciones a hechos posteriores a la muerte de Vives —como la lista de libros quemados y salvados en la biblioteca del hidalgo, la batalla de Lepanto o la expulsión de los moriscos en 1609— pueden interpretarse como inserciones editoriales o actualizaciones hechas para adaptar la obra al contexto de su publicación. Esto no contradice en absoluto la esencia de la tesis de la autoría del Quijote por parte de Juan Luis Vives defendida por el profesor Francisco Calero. A saber: el pensamiento y la estructura literaria presentes en El Quijote pertenecen a Vives.

Una colección de grabados que representan escenas de diferentes momentos históricos relacionados con la Inquisición, la censura de libros y la figura de un intelectual observando una gran hoguera donde se queman libros.

Antes de proseguir, permítanme una necesaria aclaración entre dos conceptos: la falsificación literaria y la interpolación literaria.

🖊️ La falsificación literaria consiste en la creación de un texto (en su totalidad o en parte) presentado como si fuera de otro autor, época o fuente, con intención de engañar al lector o de ganar prestigio/autoridad. Aquí, el texto entero (o gran parte de él), es inventado y atribuido falsamente.

Tres ejemplos clamorosos de falsificación literaria son:

─La llamada falsificación de Dionisio Areopagita (siglo VI d.C.), atribuidos al discípulo ateniense de San Pablo mencionado en Hechos de los Apóstoles (17,34).

─La Donación de Constantino (siglo VIII d.C.) en el que se contiene la donación del Imperio de Occidente a la Iglesia. La falsificación fue descubierta por el filólogo italiano Lorenzo Valla, quien por medio de la filología detectó incongruencias de contenido y de lengua.

─Sabor a hiel (2000), una novela firmada por la periodista Ana Rosa Quintana y retirada del mercado por la editorial Planeta, tras descubrirse que había sido escrita por otra persona que introdujo párrafos copiados de otras autoras: De Danielle Steel, en su novela Álbum de familia, había pasajes casi idénticos, con solo cambios en nombres o lugares. También se detectaron fragmentos tomados de Ángeles Mastretta, en Mujeres de ojos grandes, con alteraciones mínimas como cambiar “ella” por “Adriana” o mantener la estructura literal del texto. Posteriormente, se hallaron también párrafos de El pájaro espino, de Colleen McCullough.

🖊️La interpolación literaria consiste en la adición de fragmentos, pasajes o glosas dentro de una obra auténtica, generalmente hecha por copistas, comentaristas o editores posteriores. Aquí no se crea una obra entera falsa, sino que se inserta material extraño en un texto ya existente. Ejemplos: En la Ilíada o la Odisea, los filólogos antiguos ya discutían qué versos eran auténticos de Homero y cuáles añadidos por rapsodas posteriores; en la Biblia, ciertos versículos se consideran interpolaciones, como el Comma Johanneum en 1 Juan 5:7–8, ausente en los manuscritos más antiguos.

Dos figuras encapuchadas en un ambiente de biblioteca antigua, una de ellas sostiene un libro del que surge una luz brillante en forma de ave, mientras la otra escribe en un libro con una pluma.

El profesor Francisco Calero ha abordado a fondo la cuestión de la problemática de las obras literarias en su obra citada, El verdadero autor de los «Quijotes» de Cervantes y Avellaneda. En esta obra aclara que las obras literarias pueden sufrir en el proceso desde que se escriben hasta que se publican falsificaciones y engaños, como ha ocurrido a lo largo de la historia, incluida la actual.

En esta obra expone como ejemplo notorio de referencias a acontecimientos posteriores a la muerte de Vives, en 1540, el hecho de la expulsión de los moriscos en 1609:

«No —dijo Ricote, que se halló presente a esta plática—, no hay que esperar en favores ni en dádivas, porque con el gran Bernardino de Velasco, conde de Salazar, a quien dio Su Majestad cargo de nuestra expulsión, no valen ruegos…»

El Quijote

Este pasaje —comenta el profesor Francisco Calero en la obra citada—fue estudiado detenidamente por Américo Castro. Luego, el historiador de la filosofía española, José Luis Abellán, volviendo sobre este pasaje, en su ensayo Cervantes y el problema morisco llega a la conclusión de que se trata de una interpolación, siguiendo en esto el dictamen de Américo Castro.

Castro señala que el texto en el que Ricote alude explícitamente al conde de Salazar es ajeno al estilo y tono del resto de la obra. Lo considera una interpolación posterior introducida por manos distintas a su autor, porque resulta demasiado concreta y coyuntural para la estructura literaria y simbólica del Quijote, que evita referencias tan directas a personajes vivos en funciones políticas.

Abellán, por su parte, coincide con Castro en que se trata de una inserción ajena al espíritu de la obra, destinada a dar realismo o justificar la política oficial de la Corona respecto a la expulsión. Considera que el pasaje traiciona la coherencia narrativa y la profundidad filosófica de la obra, pues convierte una novela de sabiduría universal en un instrumento de propaganda puntual. Dictamina, como Castro, que el texto debe ser leído como interpolación literaria, más ligada a la censura o a intereses políticos contemporáneos que a la pluma del verdadero autor.

Representación artística de una escena de la expulsión de moriscos de España, con figuras humanas que muestran emociones de tristeza y desolación. Algunos personajes llevan paquetes y niños, mientras otros parecen despedirse.

Por lo tanto, Castro y Abellán coinciden en que la mención explícita al conde de Salazar no pertenece a la intencionalidad original del Quijote, sino que es una interpolación introducida por razones de coyuntura política, rompiendo la coherencia literaria y el tono universal de la obra.

Para quienes estén interesados en profundizar en esta cuestión de la problemática de las obras literarias, el profesor Francisco Calero recomienda la lectura del libro del historiador estadounidense Anthony Grafton, Falsarios y críticos. Creatividad e impostura en la tradición occidental; la de Julio Caro Baroja, Las falsificaciones de la historia (en relación con la de España); y el volumen académico titulado Mundus vult decipi: estudios interdisciplinares sobre falsificación textual y literaria (2012), coordinado por el catedrático de filología Francisco Javier Martínez García.

Por estas tres obras se puede comprobar que ha habido falsificaciones en todos los campos: inscripciones, arqueología, textos literarios, textos históricos, documentos eclesiásticos, etc.

El corpus cervantino, como podemos imaginar, tampoco ha sido ajeno a esta problemática, como ha puesto de manifiesto el hispanista y cervantista estadounidense Daniel Eisenberg, en su ensayo Repaso crítico de las atribuciones cervantinas, publicado en la Nueva Revista de Filología Hispánica (1990) y, más tarde, recogido en Estudios cervantinos (Barcelona: Sirmio, 1991), con el propósito de revisar críticamente el corpus atribuido a Cervantes.

Eisenberg plantea una provocadora pregunta inicial: ¿Es posible que no sepamos qué escribió Cervantes? Señala que no basta con consultar una edición de sus Obras completas y considerarla fidedigna, pues no hay muchas ediciones fiables, ni siquiera en francés o inglés, y varias ediciones difieren en numerosos detalles. Por lo tanto, el autor subraya así la dificultad de establecer con precisión lo que Cervantes escribió realmente.

En efecto, esta es la cuestión: ¿Qué escribió realmente Cervantes? Para responder a esta gran pregunta resulta de gran utilidad la metodología del médico, cirujano y filósofo griego Galeno, expuesta por Anthony Grafton: análisis minucioso de la dicción, el dialecto y el estilo. Por cierto, la misma que propuso el propio Juan Luis Vives en su obra De disciplinis:

«Si la autoría no fuera la correcta investigaban a quien asignarla por la dicción, la forma del discurso y el modo de desarrollarse el pensamiento».

Juan Luis Vives
Retrato de Juan Luis Vives, humanista español del Renacimiento, con un gorro y abrigo, mostrando un aire pensativo.

A la luz de esta sentencia de Juan Luis Vives acerca de cómo conocer la autoría de una obra, me pregunto:

📚¿Intuyó Juan Luis Vives, con la lucidez que le caracterizaba, que en algún momento se abriría un gran debate sobre la verdadera autoría de ciertos textos, queriéndonos legar una metodología fiable para alcanzarla? 

📚¿Pensó, quizás, que su gran obra, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, sería objeto algún día de diferentes disputas como la el lugar de la Mancha, «donde no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor… que no quiso poner Cide Hamete puntualmente, por dejar que todas las villas y lugares de la Mancha contendiesen entre sí por ahijársele y tenérsele por suyo, como contendieron las siete ciudades de Grecia por Homero?

📚¿Pensó, también, quizás, que la propia autoría sería algún día objeto de fuente de discusiones entre académicos y neófitos, escribiendo que,«…Y algunos dicen que su autor es un moro, llamado Cide Hamete Benengeli; y otros, que quién sabe qué, y así andan encontrados en la autoría, como anduvieron las ciudades de Grecia sobre Homero. Y aún dicen que se disputa cuál fue su patria, como se disputó de Homero».

Ya ven, más allá de opiniones y conjeturas, la propia obra se adelanta a la controversia de su autoría, invitándonos a afrontarla con el rigor de la senda que Juan Luis Vives recomendaba transitar: un análisis riguroso de la dicción, la forma del discurso y el modo de desarrollarse el pensamiento.

La misma senda comparativa, por cierto, elegida por el profesor Francisco Calero para averiguar la verdadera autoría del Quijote, en su obra: El verdadero autor de los “Quijotes» de Cervantes y Avellaneda”.

V. Nuevos hallazgos

A punto de finalizar este artículo sobre la autoría del Quijote, hoy viernes 20 de agosto de 2025, el Diario LA RAZÓN publica la noticia “Un par de documentos atestiguan el paso de Cervantes por Huelva como recaudador”. Este hallazgo se refiere a dos documentos de los años 1593 y 1594 en el Archivo Histórico de La Palma del Condado (Huelva), donde se menciona explícitamente a Miguel de Cervantes como recaudador de cereales y aceite para la Armada Española y la Flota de Indias, con presencia concreta en Paterna del Campo y Bollullos Par del Condado. En uno de ellos, incluso se utilizó un poder notarial para que un emisario recogiera en Sevilla lo no entregado durante su recaudación. Una información que complementa lo ya conocido desde 1902 sobre su rol como recaudador.

Manuscrito antiguo con texto manuscrito en español, onde se puede apreciar el nombre 'Miguel de Cervantes' en una sección resaltada.

A mi juicio, estos documentos refuerzan la imagen de Cervantes como funcionario militar y recaudador ocupado en tareas administrativas y logísticas. Una faceta centrada en lo práctico y mercantil incompatible ─digámoslo sin subterfugios y componendas─ con la obra literaria colosal y llena de referencias eruditas que es El Quijote. Algo que contrasta completamente con el perfil del destacado humanista valenciano, Juan Luis Vives.

A la vista de estos nuevos documentos:

📖─ ¿No creen que el perfil intelectual de Vives basado en el estudio profundo de los clásicos y la erudición renacentista, se ajusta con mayor naturalidad a la riqueza erudita que despliega el Quijote?

📖─ ¿No creen también que, aunque la tesis de la autoría de Vives no sea aceptada de momento por el academicismo oficial, estos nuevos hallazgos sobre la actividad de Cervantes, muy alejada del pensamiento y la escritura, vuelven a poner de relieve la disonancia entre su perfil y el carácter de sabiduría y erudición de la obra?

Un libro abierto emitiendo destellos mágicos en una habitación iluminada, con plumas flotando alrededor y un ambiente de estudio literario.
#DigitalArt #Midjourney #CasimirSoler

Y es que, el reciente hallazgo en el Archivo Histórico de La Palma del Condado de dos documentos que muestran a Miguel de Cervantes ocupado en tareas de recaudación en Huelva a finales del siglo XVI confirma, una vez más, que su vida estuvo marcada por los negocios, la milicia y las gestiones administrativas. Por lo tanto, nada se deduce de estos registros que lo acerque al perfil de un escritor entregado al estudio y la erudición.

En contraste, Juan Luis Vives —humanista valenciano universal— dedicó toda su vida a la reflexión, la pedagogía y la escritura. Su vastísima cultura y su dominio de los clásicos encajan mejor con la hondura intelectual, la ironía filosófica y el saber enciclopédico que respira cada página del Quijote.

Lejos de ser una curiosidad erudita, este hallazgo invita a plantearnos:

🕵️‍♀️─¿No es más verosímil que una obra de tal magnitud naciera de la pluma de un pensador dedicado enteramente al estudio y la escritura?

Recordemos que, como está escrito en El Quijote:

«La pluma es lengua del alma; cuales fueren los conceptos que en ella se engendraren, tales serán sus escritos»

El Quijote

La respuesta sigue abierta, pero, indudablemente, los documentos recientemente hallados sobre Cervantes como recaudador de impuestos refuerzan la tesis del profesor Francisco Calero y otros investigadores de reconocido prestigio en la dirección de que, El Quijote es, claramente, un “hijo del entendimiento” de Juan Luis Vives.

VI. El sentido profundo de la obra

Si aceptamos a Juan Luis Vives como el verdadero autor de El Quijote, esta magna obra literaria se transforma ante nuestros ojos. Ya no es la “genialidad” de un soldado aventurero y funcionario con escasa formación académica, sino la culminación literaria del humanismo cristiano renacentista. Don Quijote encarna la tensión entre ideales y realidad, entre virtud y pragmatismo, entre el mundo del espíritu y el de la materia. Sancho, su contrapunto, representa la sabiduría popular que dialoga con la sabiduría erudita. Y en el trasfondo late la visión universalista de un pensador que quiso armonizar la razón y la fe, la libertad y la justicia.

Defender a Juan Luis Vives como verdadero autor del Quijote no significa despojar a Cervantes de su grandeza, como he escrito en mi artículo El silogismo de Cervantes y El Quijote. Cervantes pudo haber sido el vehículo, el editor, el adaptador o incluso la «máscara»(el nombre conocido, respetado, el heroico soldado de Lepanto, el autorizado para publicar una obra tan compleja y con ideas peligrosas para aquella época de la Contrarreforma y la Inquisición) necesaria para que esta creación literaria monumental saliera a la luz en un tiempo en que muchas voces estaban silenciadas por la censura. Pero el alma del Quijote, su coherencia intelectual, su profundidad filosófica y su estilo humanista señalan inequívocamente hacia el gran pensador español: Juan Luis Vives.

Firma manuscrita de Juan Luis Vives, con un diseño que incluye una estrella.

Aceptar esta hipótesis es, a mi juicio, asomarse a un horizonte fascinante: el de considerar que El Quijote no es solo una de las grandes joyas de la literatura universal, sino también la cima del pensamiento humano y el más lúcido retrato de nuestra alma.

Retrato de José Antonio Hernández de la Moya, un hombre con cabello corto y barba, vestido con una camisa de rayas y un blazer negro, posando frente a un fondo de colores suaves.
Apuntes de Sabiduría

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