Que el Café Comercial, el más antiguo y uno de las más míticos cafés de Madrid anunciase ayer su cierre en una conocida red social es solo una muestra más de que los tiempos cambian. 128 años de historia y una despedida, sin explicaciones, de apenas unas líneas en Facebook. ¿Y ahora qué?
Antonio Machado, Poncela, Umbral…, la lista de grandes literatos que en su día fueron parroquianos del Comercial es sin duda extensa y, si bien es cierto que dejó de ser un referente del mundillo literario décadas atrás, no pocos escritores seguían frecuentándolo y el local seguía programando tertulias, recitales de poesía e incluso, en los últimos años, se habían abierto a diversos espectáculos como el Madame Gimeno Comedy Club.
Por qué ha echado el cierre si seguía con actividad y no le faltaban los clientes es algo que tiene a mucha gente con la mosca detrás de la oreja y las preguntas están ahí, tanto a pie de calle como en Twitter y Facebook: ¿Lo habrá comprado alguna megafranquicia de ropa? ¿Acaso una hiperfranquicia cafetera supercool? ¿Recibieron sus dueños una de esas ofertas que no se pueden rechazar?
¿Y ahora qué?

Porque Madrid se queda desnudo; poco a poco va deshaciéndose de su vestuario más castizo. El fin de semana pasado cerró el mercado de Fuencarral; a primeros de este año el fin de la renta antigua que impuso la Ley de Arrendamientos Urbanos forzó el cierre de decenas de comercios con décadas de tradición a sus espaldas (lo cual puede terminar llevándose por delante a otro café mítico de Madrid, el Central); la Gran Vía lleva lustros sufriendo los efectos de la especulación (baste poner por ejemplo el Palacio de la Música; un cine de los años veinte del pasado siglo que, si nada lo remedia, terminará convirtiéndose en una tienda de ropa). Y podríamos seguir poniendo ejemplos hasta cansarnos o reventar de rabia e impotencia, lo que sucediera antes.
Porque parece ser que convertir el centro de las ciudades europeas en centros comerciales al aire libre, sin identidad ni personalidad, clónicos e insulsos, es lo que hay que hacer para ser verdaderamente europeos y para no defraudar a los turistas, en honor de cuales se sacrifica a quien haga falta; al primogénito si nos lo piden. Turistas que van a París y comen en un McDonalds, que visitan Milán y compran ropa en un Zara, que viajan a Praga y toman una cerveza en un Hard Rock, que nos visitan en Madrid y desayunan en un Starbucks… ¡¿Nos hemos vuelto locos?!
Al margen de las causas que hayan precipitado el cierre del Café Comercial, no se puede pasar por alto una homogeneización, esterilización y castración en las grandes ciudades. Y Madrid no es ninguna excepción. Cadenas de franquicias abren locales semana tras semana y lugares míticos echan el cierre constantemente.

Habrá quien quiera ver en todo esto un reflejo de lo que está sucediendo en el mundo de la cultura; ese producir en masa y para la masa…, esa globalización y edulcoración cultural, no sé, o tal vez no. Yo solo sé que cada vez que esto sucede se le queda a uno un regusto amargo en el paladar mientras se pregunta: ¿Y ahora qué?
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