Es curiosa la experiencia que te abre un libro que has escrito. El propio Bestiarum Curriculum es un cuestionamiento de que sea algo más que añades a tu repertorio biográfico y profesional. El hecho de que un libro haya sido terminado y, además, publicado, introduce un componente objetivo: es algo que ya existe fuera de ti y no te pertenece, pero intervendrá en diversas subjetividades en las que provocará algo.
La reseña que el profesor Candeloro hace de Bestiarum Curriculum ratifica lo que estoy diciendo. La suya no es una reseña cualquiera. Me atrevería a decir que está escrita desde una multitud que lleva consigo: el crítico literario, el profesor universitario, el lector que establece una relación emocional con el libro que tiene entre las manos y disfruta, el hombre libre, sin más…
Sugerente es el modo en que adjetiva a Bestiarum Curriculum:
Libro enigmático, ya desde el paratexto (…), es un libro híbrido precisamente porque mezcla la palabra escrita con la imagen visual (…)”. O inquietante por las preguntas que se permite: “¿qué sentido tiene una rueda de bicicleta al lado de una silla de mimbre? ¿Cómo se conjugan el movimiento y la rapidez evocados por esa rueda con la lentitud y el sosiego evocados por esa silla de mimbre?.
Profesor Antonio Candeloro
En estas palabras del autor de la reseña, me doy cuenta que una compone para sugerir, no para inducir a un significado o para hacer de la experiencia de sentido un único y válido sentido. Sus impresiones son potentes e iniciáticas para leer el libro y, al mismo tiempo, creo que inspiran a que cada cual haga su propio recorrido.
Esta es una reseña de alto nivel, profundamente amable. Resulta distante de un comentario alegre que me hizo una señora mayor: “mira, yo no tengo formación, pero hay cosas que entiendo y les he dicho a mis hijas que no es uno de esos libros técnicos, sino que se puede leer”; pero por distante, guarda precisamente una relación.
Me siento afortunada. Belén Blesa
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