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Adónde van los patos cuando el lago se hiela

La de Salinger es una novela en la que aparentemente no ocurre nada pero, a la vez, cuántas experiencias vitales y cuánto aprendizaje hay en cada una de esas metáforas.

La que para mí –y para tantos– es considerada como una novela de culto dentro del género bildungsroman estadounidense, no parece serlo en ciertas aulas universitarias de Estudios Ingleses (antigua Filología), cosa que podría verse como una contradicción. Aunque viéndolo de otra manera, ¿no era el anonimato lo que caracterizaba a su autor, J. D Salinger? Indudablemente, me refiero a El guardián entre el centeno (1951): una novela que, nadie parece saber cómo ni por qué, sigue siendo la favorita de muchos adolescentes –y no tan adolescentes– setenta años después de su primera edición.

J. D. Salinger, autor de The Catcher in the Rye
J. D. Salinger, autor de The Catcher in the Rye

Holden Cauldfield –héroe para muchos; rebelde sin causa para otros– deambula literal y metafóricamente por entre los límites de la adolescencia y la vida adulta, conoce los bajos fondos de la ciudad, escapa de los límites establecidos y padece de un existencialismo que, a su edad, no sólo es sorprendente, sino que hace que también el lector quiera experimentarlo. 

Todos guardamos un recuerdo cariñoso, aunque tal vez agridulce de la primera vez que leímos la novela. Todos queremos ser Holden y traspasar las barreras de lo políticamente correcto o las convenciones sociales… pero la realidad nos retiene. Lo que se esconde detrás de esa rebeldía adolescente es tan simple y a la vez tan doloroso como el final de la infancia. Ese estado liminal en el que uno no se encuentra del todo y donde la idea de la niñez infinita queda barrida para siempre. Por eso, después de la trágica muerte de su hermano Allie, Holden quiere proteger a su hermana Phoebe, al igual que a otros niños, de las imágenes corruptas y perturbadoras de la vida adulta. ¿No es doloroso crecer?  ¿En qué momento se deja de ser niño? Esta es la mayor incógnita del libro. Pero, ¿qué es lo que verdaderamente esconde este héroe que tanto ha inspirado a generaciones –no olvidemos qué libro llevaba consigo el asesino de John Lennon– y nos ha hecho soñar con traspasar los límites de lo socialmente establecido? 

Cubierta de la primera edición de The Catcher in the Rye
Cubierta de la primera edición de The Catcher in the Rye

Para ahondar en la figura icónica de Holden es preciso entender la principal motivación de su rebeldía, incitada por la institución educativa en general y el colegio Pencey en particular, cuyo eslogan: “Desde 1888 moldeando muchachos transformándolos en hombres espléndidos y de mente clara” da mucho que pensar sobre adoctrinamiento y el sistema de producción capitalista. Es decir, Holden plantea una idea de enseñanza algo cargada, pero que en sí misma no pierde sentido, puesto que la ve como la fábrica de la sociedad para moldear a alumnos, originalmente incorruptos, en los sujetos sociales tipo. Por eso rehúsa ser un producto del sistema… aunque al final se dé cuenta de que no puede escapar de su sociedad ni de su tiempo. Por supuesto, hay que tener en cuenta el contexto sociopolítico que lo rodea.

El sentimiento de huida está presente en la obra tanto literal –quiere fugarse al oeste– como figuradamente –no quiere enfrentarse a su vulnerabilidad. Con esto pretende alejarse de unas responsabilidades que, fuera de pertenecer sólo a los adultos, le persiguen; e, incluso, en alguna ocasión, hablando del tedio que sufre, alude a una marcha algo más trascendental: “Lo único que de verdad tenía ganas de hacer era suicidarme” (Cap. 14). Holden confiesa en determinado momento que detesta la enfermedad y la vejez. Quizá por eso no acepta envejecer y, por tanto, persigue el ideal de la infancia eterna que encarna su difunto hermano Allie.

“¡Qué triste me sentía! No se imaginan lo deprimido que estaba. De pronto empecé a hablar con Allie en voz alta. Es una cosa que suelo hacer cuando me encuentro muy deprimido.” (Cap.14)

Idea de cubierta para The Catcher in the Rye
Idea de cubierta para The Catcher in the Rye

Allie, aunque ausente, es el otro gran protagonista, simbolizando esa incorrupta y eterna infancia: al morir siendo un niño, será niño para siempre. Holden lo describe de manera grandilocuente en ocasiones, admirando su bonhomía porque “nunca se enfadaba por nada” (Cap. 14). Pero puede que esto sólo sea un reflejo borroso en su memoria, y puede estar admirando un ideal que no existe, una imagen distorsionada, algo imposible que quiere alcanzar pero que, al mismo tiempo, le persigue atormentándole. Así, el trauma de su muerte actúa como componente clave para el desarrollo de esa “adolescent angst” de la que bebe el libro.

Si Holden Cauldfiel fuera filósofo, sin duda sería existencialista. A lo largo de la novela plantea una serie de preguntas que no logra resolver del todo. Quizá la más relevante, sin duda la que más se ha mitologizado, es la que propone en el segundo capítulo:

“Me pregunté si estaría ya helado y, si lo estaba, adónde habían ido los patos. Me pregunté dónde se meterían los patos cuando venía el frío y se helaba la superficie del agua, si vendría un hombre a recogerlos en un camión para llevarlos al zoológico, o si se irían ellos a algún sitio por su cuenta”.

El tempus fugit es la condena de nuestro antihéroe. Los patos simbolizan el paso de estación, el cambio a la vida adulta. El agua, ese estado liminal en el que se encuentra, los desafíos futuros, la independencia, el miedo a olvidar a Allie, la incertidumbre de no saber qué hay más allá de la infancia. Esta es una metáfora que se va repitiendo a lo largo de la historia porque al no tener él mismo una respuesta, va preguntándosela a distintos personajes. Al final de la historia se abren dos caminos distintos como diferentes maneras de afrontar la vida: una es pragmática, la otra es más abstracta. Sin embargo, al final de la novela, Holden entiende que los patos vuelven al lago pasado el invierno. Y esto nos hace pensar en que tal vez haya una salida optimista a pesar de todo ese mal de vivre

 'Catcher in the Rye Original Drawing no. 2' de R.Anilyse
‘Catcher in the Rye Original Drawing no. 2’ de R.Anilyse

Holden Cauldfield ve el mundo adulto como un lugar vulgar y perverso que ofrece una perspectiva contaminada del mundo. Todo lo que quiere es promocionar una vida que sea compatible con la inocencia de un niño. Pero es precisamente su acercamiento a la realidad lo que le hace darse cuenta de que ya no forma parte de ese universo onírico que es la infancia. La de Salinger es una novela en la que aparentemente no ocurre nada pero, a la vez, cuántas experiencias vitales y cuánto aprendizaje hay en cada una de esas metáforas maravillosas –o maravillosamente tristes– que van surgiendo en el caminar del protagonista. Es ese cuestionamiento del lenguaje, ese taedium vitae y existencialismo lo que hace que El guardián entre el centeno se convierta en una excelente obra de iniciación.

Aitana Monzón

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