Los regalos navideños
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Los regalos navideños

El acto de regalar contiene un profundo significado ya que se puede llamar regalo también a cualquier manifestación de afecto dirigido a otra persona.

La Navidad está asociada hoy en día a los regalos navideños. En nuestro mundo de la inmediatez, los eslóganes y los estereotipos, venimos concibiendo la Navidad como un tiempo especial del año para compartir con la familia y los amigos y donde los regalos forman parte integrante del “paisaje navideño” por derecho propio. Porque, en efecto, en cualquier estampa navideña que se precie no pueden faltar las calles y las tiendas repletas de gente de compras buscando los preciados regalos. Así que, nos preguntamos: ¿De dónde proviene la costumbre de intercambiar regalos por Navidad? ¿Cuál es su significado?

Yo mismo, que friso actualmente los 60 otoños, sigo relacionando también la Navidad con los regalos. Cuando retrotraigo mi mirada interior hacia aquellos entrañables años de la infancia, en mi mente siguen aflorando los regalos que, como el turrón de “El Almendro”, venían por Navidad: La peonza (para los chicos) y el yoyó (para las chicas); el Meccano para construir coches, aviones, puentes o grúas; la Mariquita Pérez (sólo asequible para niñas de familias pudientes); el Fuerte Comansi (“Juguete completo, juguete Comansi”), para jugar a indios y vaqueros; las Nancy (las “Muñecas de Famosa se dirigen la portal”) para las niñas de papá; también las Barbie, para las niñas más sofisticadas; el Telesketch, para aprender a dibujar; el Scalextric para fomentar la pasión por los vehículos de carreras; los Madelman y los Geyperman (dos superhéroes); Hundir la flota (el juego de estrategia militar en el mar); Magia Borrás (para descubrir los secretos de los grandes magos del mundo)… ¡Ah! Tampoco podía faltar la literatura infantil y juvenil para estimular la imaginación y la creatividad: las novelas de Los cinco (“The famous five”); Mujercitas; Charlie y la fábrica de chocolate; Dune… así como las revistas TBO, Tiovivo Payá, Lily, El Capitán Trueno, Vida y Luz…

Los regalos navideños

Un regalo, en su acepción más elemental, es la entrega de dinero u objetos sin que se requiera algo a cambio. En un sentido más amplio, el acto de regalar contiene un profundo significado ya que se puede llamar regalo también a cualquier manifestación de afecto dirigido a otra persona, relegando a un segundo plano su valor económico o funcional. Por eso se afirma que el que regala es un rey o una reina; que regalar trae buena suerte; y que el que da siempre recibe. Los regalos, en fin, grandes o pequeños, generan siempre un estado de gracia.

Con la perspectiva del tiempo he podido comprender que aquellos inolvidables regalos de la infancia que, mi hermana Pilar y su marido Pepe, nos entregaban a mi hermano Alberto y a mí durante aquellas blancas y frías navidades en tierras abulenses constituían una sublime expresión de amor. Nosotros, “los niños” —como así nos llamaban ellos cariñosamente entonces— tratábamos de corresponderles con nuestras infantiles sonrisas, ilusión, gratitud y gestos de sorpresa.

En nuestros días, debido a la superabundancia de regalos materiales, donde los niños ya no aprecian su verdadero valor y el esfuerzo que representa adquirirlos, los pedagogos plantean que sean, no sólo materiales, sino también y sobre todo, emocionales: tiempo, abrazos, sonrisas, notas escritas, aplausos o disfrutar de una experiencia única como un paseo por la Naturaleza o una tarde de lectura o cuentacuentos. Yo tuve el privilegio de tenerlos durante mi infancia y puedo asegurar con conocimiento de causa que son los mejores. Les ofrezco como botón de muestra mi particular regalo emocional, grabado eternamente en mi alma y que siempre recordaré con especial cariño y admiración.

Verán. Se trata de un suceso entrañable en el que, siendo yo muy niño, durante un día de frío invernal navideño, de esos que hielan la sangre y el alma y que tanto se prodigan por nuestras austeras tierras abulenses, mi hermana Pilar se quitó su abrigo —en un gesto de generosidad sublime— y me lo puso a mí para que yo no pasara frío; y esto… ¡con las pocas chichas que tenía la pobre! Pilar es mi propio arquetipo del “espíritu de la Navidad”, de la generosidad, del desprendimiento y del amor por la familia. Es y seguirá siendo un gran tesoro para mí: mi segunda madre, mi hada madrina, mi amiga, mi confidente y confesor; mi ayuda, mi orientación, mi apoyo y, también, cómo no, la que hace que, de vez en cuando, ponga mis pies en la tierra.

Y ahora prosigamos, retomando el hilo argumental con el que inicié este artículo, no sea que aquellos inolvidables recuerdos de mi infancia me bloqueen, me hagan llorar y les haga llorar a ustedes, dejando en el tintero la respuesta a la pregunta: ¿De dónde proviene la costumbre de intercambiar regalos por Navidad? Veamos.

Algunos autores consideran que la costumbre de intercambiar regalos tiene un origen pagano. Apuntan a la fiesta de “Saturnalia”, una celebración de la antigua Roma en la que se honraba a Saturno, el dios del grano y la agricultura. Esta festividad tenía lugar entre los días 17 y 24 de diciembre e incluía el intercambio de regalos como deseo de buena fortuna para la próxima cosecha. Posteriormente sería asimilada por el cristianismo para facilitar la conversión de estos pueblos paganos evolucionando, con el transcurso del tiempo, a lo que hoy conocemos como Navidad.

Otros, sin embargo, consideran que la tradición de hacer regalos por Navidad proviene de la maravillosa historia de San Nicolás, un niño huérfano y heredero de una gran fortuna que habitaba la región de Licia (Turquía) en el Siglo IV. Al hacerse adulto se convirtió en un bondadoso y generoso sacerdote que ayudaba a los pobres y desamparados. Cuenta la leyenda que un día un viudo le pidió ayuda. Resulta que no podía pagar las dotes de sus hijas, condenándolas a una vida de esclavitud sexual. Así que, el bondadoso y generoso sacerdote Nicolás decidió ayudar a este hombre con una bolsa de oro para cada una de sus hijas, proporcionándoselas a través de la chimenea de su casa. Pero, de forma inesperada, las bolsas con los doblones cayeron en las medias de las niñas, que habían sido colgadas allí para que se secaran.

Los regalos navideños

Y, por último, está la explicación bíblica. La mención aparece solamente en el Evangelio de San Mateo (capítulo 2, versículos 1 a 12): Después que nació Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, llegaron a Jerusalén desde oriente unos sabios y preguntaron, ¿dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos cuándo apareció su estrella y venimos a rendirle homenaje.

La Iglesia ortodoxa siria y la apostólica armenia mantuvieron que estos sabios eran doce, como las tribus de Israel y los doce apóstoles. En el siglo III d.C se estableció que eran tres “Reyes Magos” y que ofrecieron al Niño-Jesús oro (por su realeza), incienso (por su divinidad) y mirra (por su humanidad). Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar aparecieron por primera vez en el siglo VI, en el famoso mosaico de la basílica de San Apolinar el Nuevo, en la ciudad italiana de Rávena. En España surgió su leyenda en el siglo XII con “El Auto de los Reyes Magos”, uno de los textos teatrales más antiguos que se conservan en lengua castellana. En dicha obra aparecen Melchor, Gaspar y Baltasar, pero no son definidos como reyes, sino como “steleros”, es decir, astrólogos. Y en el siglo XV se determinó que Melchor era de origen europeo, Gaspar asiático y Baltasar africano.

Hoy, sea cual sea el origen de la tradición de entregar regalos por Navidad y los iconos elegidos según los países y las culturas (El árbol de Navidad, San Nicolás, Papa Noel o los Reyes Magos), esta práctica tiene un alcance universal que aúna el gesto de amor, el deseo de abundancia y prosperidad y el utilitarismo del fomento del comercio y la economía.

Podcast: El cascanueces y el rey de los ratones gracias a Lluisa Martínez tvcostabrava.com

Podcast: CUENTO DE NAVIDAD
Lluisa Martínez tvcostabrava.com

José Antonio Hernández de la Moya

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1 comment on “Los regalos navideños

  1. Javier Burguillo Muñoz

    Gracias José Antonio por este nuevo artículo sobre los regalos de Navidad. Es muy entrañable.Haces una pequeña referencia a los regalos inolvidables de los años sesenta y también de los actuales, más bonitos si cabe, porque ahora todos los juguetes hablan y tienen música. Es bueno que las familias tengan ahora más posibilidades económicas y que los regalos, aunque sean más abundantes, siguen teniendo el mismo valor de cariño y ternura que en otros tiempos, que es lo que importa. Un aviso para navegantes es que no hace falta que los regalos sean excesivos para no fomentar el consumismo alocado, sino que lleven la impronta de nuestro querer hacia los que nos rodean, que la alegría es muy buena y nos hace mejores.
    San Nicolas fue también obispo de Bari, muy piadoso, bondadoso y protector de los pobres, por lo que se le considera el patrón de los asuntos económicos difíciles. Su nombre fue derivando en la Europa central al Santa Claus actual, posiblemente por la adaptación al inglés del nombre holandés de San Nicolás, ‘Sinterklaas’.
    Feliz Navidad

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