En 2017, la Unesco inscribió el Archivo Cajal y de la Escuela de Neurohistología Española como parte del Programa Memoria del Mundo, siendo la única escuela reconocida en dicho programa. Este programa tiene como objetivo la preservación y el acceso al patrimonio histórico documental de mayor relevancia a nivel mundial. En él se encuentran inscritos los legados de otras grandes figuras históricas como Isaac Newton, Nikola Tesla, Anna Frank, Goethe o George Orwell.
En 2020, el entonces ministro de Ciencia, Pedro Duque, prometió en el Congreso de los Diputados la creación, durante la actual legislatura, de un Museo Cajal y de su Escuela para “darle el protagonismo que merece al legado del mejor científico de nuestra historia”.
En este texto, investigadores de diferentes instituciones respondemos a la pregunta ¿por qué es necesario que exista un Museo Cajal y de su Escuela? para tratar de transmitir a la sociedad española y a la clase política los motivos que justifican la creación de dicho museo.
Inicialmente contamos con:
- Juan Andrés de Carlos
- Fernando de Castro Soubriet
- Elena Giné
- Alberto Jiménez Schuhmacher
- José Javier Bravo Cordero
- Marcos Larriba
Nos gustaría que te sumases a la iniciativa, puedes añadir tus reflexiones en el apartado de comentarios para después crear una Web específica. Creemos que “Necesitamos a Cajal más que nunca”.
Juan Andrés de Carlos (Investigador responsable del Departamento de Neurobiología Molecular, Celular y del Desarrollo del Instituto Cajal (CSIC) y responsable del Legado Cajal durante más de 10 años):

En la necrológica que escribe el Profesor italiano Ernesto Lugaro al fallecimiento de Cajal, señala, refiriéndose a su producción científica, que “Cajal ha producido, él solo, lo que todos los científicos juntos de su época”.
El reconocimiento internacional por la obra científica de Cajal fue y sigue siendo abrumador. Sin embargo, en España su nombre suena por el callejero, pero es un completo desconocido a nivel de calle. Lo que es asombroso es que, siendo el único premio Nobel en Fisiología o Medicina que ha conseguido España, el Gobierno no haga absolutamente nada por preservar su memoria. Y lo tendría muy fácil, dado que Cajal, antes de morir, deja por disposición testamentaria un valioso material científico, reflejo de sus investigaciones, para que se conserve en Madrid, en su Instituto, donde trabajó durante poco más de 30 años, y donde creó una magnífica escuela de neurocientíficos. Hoy, todo ese material, conocido como Legado Cajal, así como abundante material científico de varios constituyentes de su escuela, se encuentran bien conservados esperando tener un espacio expositivo decente para que pueda ser mostrado en forma de un Museo Nacional dedicado a “Santiago Ramón y Cajal y a la Escuela Neurohistológica Española”. De esta manera, no solo honraríamos la memoria de un puñado de científicos españoles que, en condiciones bastante precarias, lograron poner a España en el primer lugar del mapa científico mundial, sino también enseñar la historia de la neurociencia española que, como es bien reconocido, sería la historia de la neurociencia mundial, pues gracias a Cajal, en esta materia España también fue pionera.
Fernando de Castro Soubriet (Científico Titular en el Instituto Cajal (CSIC) y nieto de Fernando de Castro Rodríguez, discípulo de Cajal):

Cajal sentó las bases de la moderna Neurociencia, de cómo estudiar nuestro cerebro en condiciones normales y patológicas. En esa tarea, inicialmente solitaria, desde 1902 se fueron incorporando una serie de neurocientíficos que conocemos, de forma colectiva, como la Escuela Neurológica Española. Esos neurocientíficos no sólo fueron completando tareas emprendidas por el propio Cajal, sino que con Achúcarro y Río-Hortega se abre a la Neuropatología, y con de Castro y Lorente de Nó a la Neurofisiología. La dimensión de Cajal como uno de los cinco científicos más determinantes de la Historia de la Ciencia, junto a Galileo, Newton, Darwin o Einstein, como ya dijo Severo Ochoa y nos vamos haciendo eco cada vez más científicos, se completa con una faceta que no es menor: Cajal quiso y supo generar una escuela de colaboradores que le igualasen o, si fuese posible, le superasen en aspectos concretos, como él mismo dejó escrito que era su deseo con motivo de su ingreso en la Real Academia Nacional de Medicina, ya antes de tener esa escuela y de obtener el Premio Nobel. Otro laureado Nobel fundamental para la Neurociencia, como Charles Sherrington, en el obituario de Cajal para el boletín de la Royal Society, dejó escrito: “si alguien hizo escuela fue él [Cajal]”, y resalta las contribuciones de los más destacados de los discípulos de Cajal. Aunque parezca mentira, no es frecuente que las grandes figuras sepan generar una escuela de discípulos directos que aporten a la altura del Maestro. La Historia de la Ciencia Española sería muy diferente y, sobre todo, se tendría que contar de forma muy diferente si Pío del Río-Hortega (en 1929 y 1937), Fernando de Castro (en 1938) y/o Rafael Lorente de Nó (en 1949, 1950, 1952 y 1953) hubiesen conseguido un segundo, tercero o cuarto premio Nobel, pues estuvieron muy cerca de conseguirlos en esos años, respectivamente. Y no sólo la Historia: la realidad del sistema español de I+D sería, forzosamente, diferente, pues no hubiese sido tan ninguneado y maltratado como lo es actualmente, con financiación media de apenas un 20% de lo que destinan países como Corea del Sur, Taiwán, Israel, USA, Austria o Alemania a sus investigadores, hoy día. La inclusión de los archivos de Santiago Ramón y Cajal, su hermano Pedro, Pío del Río-Hortega, Fernando de Castro y Rafael Lorente de Nó por parte de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad es una demostración inequívoca de la relevancia de la contribución de la Ciencia Española al acervo del conocimiento científico mundial. Generar un Museo de Cajal y la Escuela Neurológica Española es una deuda para con nuestra sociedad española y el conjunto de la Humanidad y, desde luego, una oportunidad para el reconocimiento del sistema español de I+D, tan necesitado de escaparates de alcance verdaderamente universal en el que la sociedad pueda comprobar en qué invierte, lo necesario de aumentar esas inversiones al nivel de los países de nuestro entorno y la necesidad de generar nuevas generaciones de científicos que investiguen desde España para poder generar riqueza en España.
Elena Giné (Profesora Titular en la Universidad Complutense de Madrid):

El conocimiento actual del sistema nervioso y del cerebro no sería el mismo sin Santiago Ramón y Cajal. Los avances científicos que le llevaron a recibir el premio nobel en 1906 son la base de la Neurociencia actual. Este científico español, con solo un microscopio, muchas horas de trabajo y esfuerzo, estableció que las neuronas eran células individuales y describió cómo fluía la información por el cerebro. Por sus descubrimientos es considerado el padre de la Neurociencia moderna.
Parece claro que, si hubiera que enumerar a media docena de los grandes personajes que marcaron la historia de la ciencia, sin duda alguna habría que incluir la figura de Cajal. Si, además, a esa hipotética lista se añadiese el requisito de haber creado escuela, el número de integrantes se vería notablemente reducido. Este es otro de los méritos de Cajal aunque menos reconocido que su teoría neuronal: formó toda una generación de discípulos que, tras su muerte, continuaron ampliando el conocimiento del sistema nervioso, consolidaron la teoría neuronal, la neurohistología y abrieron el camino a la neurofisiología. Conformaban la llamada Escuela Neurohistológica española, conocida también como Escuela de Cajal o de Madrid. Pocos científicos tienen estos méritos, ninguno español. No cabe la menor duda de que fuera de nuestro país esta figura tendría el reconocimiento que merece desde hace muchos años. No son pocos los científicos que nos visitan y se preguntan donde pueden visitar el museo de Cajal. En España tenemos el defecto de minusvalorar nuestros éxitos y engrandecer los ajenos, no dejemos que pase esto con Cajal, no dejemos que pase más tiempo sin un museo dedicado a “Santiago Ramón y Cajal y a la Escuela Neurohistológica Española”.
Alberto Jiménez Schuhmacher (Investigador ARAID en el Instituto de Investigación Sanitaria Aragón de Zaragoza):

Vivimos inmersos en una revolución biomédica desde la primera parte del siglo XXI que ha incluido la secuenciación del genoma humano, la edición genética mediante herramientas CRISPR/Cas y la generación de células madre inducidas. La pandemia ha puesto en evidencia que vivimos una revolución biotecnológica sin precedentes y nos ha mostrado el poder de la biomedicina. Pese a todo el daño que nos ha afligido la Covid-19, los avances en la investigación biomédica de las últimas décadas nos han permitido estar mejor pertrechados. Pudimos disponer del genoma de SARS-Cov-2 en apenas unos días permitiendo comenzar a desarrollar test diagnósticos, vacunas y tratamientos que han batido todos los récords.
A consecuencia de la pandemia de la Covid-19 la sociedad española está tomando conciencia de la importancia de la investigación y de la ciencia. La próxima gran revolución viene de las neurociencias, del desarrollo de las neurotecnologías y la inteligencia artificial. Diversas iniciativas a nivel global, inspiradas por el éxito de la secuenciación de genomas, están avanzando en “decodificar el cerebro” los últimos años. Tras más de un siglo, por fin, se dispone de las herramientas para entender el cerebro y esto tiene unas implicaciones enormes, abre el potencial para el desarrollo de nuevas industrias y plantea muchos retos éticos. España tiene mucho que decir, un Museo de Cajal y su Escuela permitiría servir de instrumento para educar a la sociedad en estos nuevos retos y nos posicionaría internacionalmente como referentes en este ámbito.
Santiago Ramón y Cajal es el padre de las neurociencias, equiparable a Darwin, Newton, Einstein o Curie. El reconocimiento internacional por Cajal y su obra fue y sigue siendo enorme en el extranjero. Sin embargo, su figura es desconocida en nuestro país, pese a ser el único Premio Nobel en ciencias en España (Severo Ochoa lo recibió como ciudadano americano por sus trabajos desarrollados en Nueva York). Pero no debe desvincularse de su Escuela, tres de sus discípulos (Pío del Río-Hortega, Fernando de Castro y Rafael Lorente de Nó) pudieron conseguir un segundo, tercer y cuarto Premio Nobel. Además, Cajal incorporó mujeres en su escuela y así las reconoció. Algo insólito en la época. Cajal es un ejemplo de valores de esfuerzo, trabajo, perseverancia e independencia de juicio. Un proyecto museístico bien coordinado permitiría emplearlo para despertar vocaciones científicas entre las generaciones futuras.
En 2017, la Unesco inscribió el Archivo Cajal y de la Escuela Neurohistológica Española como parte del Programa Memoria del Mundo. En esta lista hay pocos científicos como Newton, Pasteur, Copérnico o Lineo. Es la única escuela reconocida en dicho programa. Nuestro país conserva gran parte de su legado y del de su escuela. Un museo permitirá realizar acciones para adquirir, resguardar, custodiar, conservar, restaurar, catalogar, investigar, exhibir y divulgar este valioso patrimonio. Actualmente esta labor se lleva a cabo por investigadores en neurociencias, con buenísima intención, pero sin conocimientos de conservación y museología y sin medios, lo que pone en riesgo el patrimonio, su conservación y una correcta difusión. Concentrar el patrimonio de Cajal permitiría, además, realizar exposiciones temporales e itinerantes, realizar intercambios culturales con otros museos, así como actividades culturales. También de forma internacional lo que relanzaría la posición de la ciencia española internacionalmente permitiendo reivindicar, revalorar, rehabilitar y fortalecer nuestra tradición y cultura científica. A este museo podrían asociarse muchos congresos internacionales lo que reforzaría la proyección internacional de la ciencia española.
Cajal es una figura clave de sociedad española y mucho más que un científico. Deberían cubrirse otros aspectos como “Cajal dibujante” cuyos dibujos suscitan gran interés e inspiración. El ciclo de exposiciones “The beautiful brain” en los EEUU así lo constatan. Críticos de arte como Jerry Saltz, de la revista New York magazine lo compara con Miguel Ángel y ha inspirado a autores como Tanguy, Masson, Miró, Ernst y otros artistas en los inicios del movimiento surrealista. También habría que cubrir a “Cajal fotógrafo”, “Cajal escritor” y a “Cajal Inventor”. Pero Cajal fue más que un científico y un intelectual. Fue una persona comprometida que desde su posición y reconocimiento contribuyó a transformar la sociedad de su época. Era un regeneracionista, quería transformar la sociedad a través de la educación y la investigación. Promovió la Junta de Ampliación de Estudios, fue pionero en la creación de “programas ERASMUS” y durante dos décadas fue senador del reino y participó activamente en la política científica de la nación.
José Javier Bravo Cordero (Associate Professor en la Icahn School of Medicine at Mount Sinai de Nueva York):

Hace unos meses un investigador de la Universidad de Columbia en NY me mostraba orgulloso una camiseta con un llamativo dibujo de Cajal. Más recientemente, una investigadora me dejaba ver una taza especial donde se había dibujado a mano y con todo lujo de detalles, una neurona piramidal de los trabajos de Cajal.
¿Por qué no encontramos esa pasión por Cajal en España? Cajal no es solo un revolucionario a nivel científico, es también una figura gigantesca a nivel humano. Una persona que representa unos valores tan importantes y fundamentales como la superación, el respeto y la valoración del esfuerzo por encima de todo, el amor al trabajo y la lucha por la prosperidad de su comunidad.
La figura de D. Santiago es atemporal. España no solo debería tener ya hace mucho tiempo un museo donde estudiar su legado y su trayectoria profesional. Como país deberíamos darle una proyección más amplia, más allá de un museo. Una proyección que ensalce los valores que Cajal representa para la ciencia universal y para la historia de España y de la humanidad. No solo el museo Cajal, la “marca Cajal” es más necesaria que nunca para inspirar a las nuevas generaciones de jóvenes.
Marcos Larriba (Profesor Contratado Doctor en la Universidad Complutense de Madrid):

Severo Ochoa, premio Nobel en Fisiología o Medicina en 1959, describió la grandeza ejemplarizante de la trayectoria de Cajal: “Traté de organizar mi vida tomando a Cajal como modelo y pensando siempre en él. Si algo yo he sido o algo he hecho, a él se lo debo”. Para el científico asturiano, Cajal fue uno de los científicos más grandes de la humanidad a la altura de Newton, Darwin y Einstein.
Durante los dos últimos años, la sociedad española ha tomado conciencia de la importancia de la labor científica. España tiene la suerte de conservar el legado material del grupo de investigación más relevante de su historia y debería utilizarlo para despertar vocaciones científicas entre las generaciones futuras. Cajal fue consciente en vida de que su trayectoria podría servir de inspiración a los futuros investigadores. Por ello, dedicó gran parte de su tiempo a escribir libros divulgativos que aportaran luz a sus descendientes espirituales y, en sus últimas voluntades, legó su biblioteca científica, el instrumental científico y todas sus preparaciones y dibujos histológicos al Instituto Cajal.
No podemos hurtarles a las generaciones futuras la oportunidad de aprender e inspirarse en Cajal y los miembros de la Escuela Neurohistológica Española. En este momento histórico en que la ciencia ocupa un lugar central en nuestro día a día, el Museo Cajal y su Escuela es más necesario que nunca.
Recuerda, “Necesitamos a Cajal más que nunca” puedes añadir tus reflexiones en el apartado de comentarios, nos gustaría elaborar una Web específica. Te esperamos.
No hace falta tener conocimientos de ciencia para disfrutar de la obra de Santiago Ramón y Cajal pues sus dibujos poseen la belleza propia de la constitución de los sistemas biológicos. Sin embargo, cuando identificas los distintos componentes, sus estructuras y su sentido fisiológico y anatómico, los dibujos toman una dimensión especial. Cajal “hablaba” ya en sus dibujos de procesos celulares que tuvieron que pasar muchos años para que fuesen “descubiertos” y se pudiese entender su importancia. Por eso, cada vez que se visualiza con detalle los dibujos de Cajal, surgen nuevos enfoques y nuevas interpretaciones de sus preparaciones histológicas. Privar a la comunidad científica de acceder, observar, estudiar el Legado Cajal como se merece, nos resta una gran fuente de conocimiento y, al resto de la sociedad, una forma adecuada de acercarse a la neurociencia, quien fue Santiago y su Escuela, que hizo y qué importancia sigue teniendo. Todo esto se podría solucionar de un “plumazo” con un Museo Cajal a la altura de lo que él hizo por la ciencia y la sociedad española.
Después de leer el artículo, todavía no salgo de mi asombro, tener que pedir una Escuela/Museo donde se pueda observar el legado que dejó nuestro mejor científico. Creo que el museo es una deuda pendiente que tendría que estar en marcha hace mucho tiempo. Tenemos la memoria de uno de los mejores científicos y además reconocido en el mundo, un premio Nobel, sin un espacio propio dedicado a su persona y legado en su país. Ramón y Cajal una vez más deja al descubierto la sociedad y la clase política que nos maneja, la Sra. Ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, debería tomar cartas en el asunto y crear ese espacio de aprendizaje, de observación, de motivación. Después de cien años ya es hora de que el legado de nuestro Genio, tenga la relevancia y la honra que corresponden a su memoria.