La coreógrafa y bailarina Teresa González ha creado un elocuente Ballet basado en el libro Juana I, Reina Sonámbula (Editorial Amarante), texto de Errikarta Rodríguez y Eduardo Blázquez Mateos que rememora la vida de la reina Juana I en el palacio real de Tordesillas, descubriendo la destreza de la Reina con la danza y la música; como bailarina, recorre pasillos y estancias, aposentos y miradores, mientras rememora su vida con la melancolía activa perpetuada en los Ideales de Belleza del Renacimiento.
Teresa González y Alexia se visten de Juana I y Catalina, elaborando un lenguaje que comulga con la idea de fortaleza-cárcel que, contrastada con la imagen del jardín interior, expresa la genialidad de una bella coreografía amparada y dibujada desde la sabiduría de una Maestra con mentalidad investigadora que, al incorporan el sabor del color de los Madrigales, se advierten figuras y veladuras en los verdes alegóricos de la semiótica del vestuario de ambas; los movimientos precisos y orgánicos, los pasos y las puntas, expresan la vivacidad del amor entre madre e hija; la fisicidad de la formas y el lenguaje de los cuerpos, narran con poesía el candor de los vínculos entre las dos bailarinas magistrales en su técnica y su credibilidad, una verosimilitud que convierte a Juana I en la Morada de su hija, ambas se refugian en su espacio labaniano para dar forma a las sutiles atmósferas creadas desde conceptos abstractos; abismáticas, expresan el espíritu del Renacimiento.
La maestría del dibujo y del color en el ballet de Teresa González, confirma su genialidad y su sabiduría, a la altura de los grandes artistas de las artes escénicas en Europa.
La belleza del Ballet Juana I, Reina Sonámbula, se advierte desde la ventana de luz invisible que nos revela los impulsos sublimes y las inclinaciones espirituales replegadas sobre la representación de Teresa González y Alexia.
Juana I, reina sonámbula
El libro Juana I, Reina Sonámbula se centra en las ensoñaciones de la reina durante su estancia en Tordesillas; entre recuerdos, rememora acontecimientos de su vida, relatos memorables de una heroína con capacidad para ir construyendo una historia sobre la épica de la lealtad.
El relato alegórico, influenciado por la mitología pagana, transcurre por los pasillos de palacio convertido en un museo de retratos, paisajes y bodegones.
En el manuscrito se alaba a Juana de Castilla desde un panegírico generado por los mitos de Atalanta, Penélope, Venus, Dafne, Salomé y Ariadna, referentes esenciales en un itinerario sobre la reina legítima.
Entre la ficción y la realidad, las páginas del texto se distancian de la novela histórica para recorrer los ideales estéticos de una diversificada iconografía femenina. Las imágenes descritas han sido perpetuadas dentro de la unión del arte hispano-flamenco con el Humanismo italiano.
El devenir de la protagonista define un programa de exaltación de los ideales de belleza del Renacimiento. La seriación de espejos simbólicos con los que dialoga Juana I, trasluce la ambivalencia del deseo unificador del sombrío expresionismo septentrional con el neoplatonismo italiano.
Por Eduardo Blázquez Mateos-URJC.
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