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La palabra perfecta. Una novela diferente en un mundo paralelo

En una pequeña pedanía andaluza, el profesor de escuela Fran Hereida se refugia de un pasado algo convulso. Mientras vive en paz, tranquilo y pendiente de sus alumnos, sigue buscando entre el sosiego del campo su palabra perfecta, ese término que empatice con él y pueda colocar en un lugar destacado.

Pero algo ocurre en España más allá de lo acontecido en ese pueblo del Sur: Las televisiones emiten a diario, a modo de un “Gran hermano” macabro, la vida de un grupo de niños que parecen estar secuestrados, a los que se les graba con cámaras nocturnas y que unas veces luchan entre ellos hasta despedazarse y otras parecen ser amigos; incluso van creciendo a medida que pasan los días hasta convertirse en adolescentes encerrados en un zulo pestilente que nadie consigue ubicar.

La llegada de un fiscal a la casa de Fran Hereida, le hace saber que sospechan de él como autor del secuestro de esos menores.

617352459La palabra perfectaes una novela atípica y original. Resulta imposible catalogarla dentro de un género porque se mueve a lo largo y ancho de muchos de ellos; entre realidad y fantasía, apoyándose en hechos que existieron pero dándoles una interpretación especial o incluso un desenlace ficticio, con personajes creíbles y otros inverosímiles…

Por un lado, tenemos a un protagonista narrador, un auténtico antihéroe que se define a sí mismo como llorón y asustadizo. Encabeza la narración y es el principal personaje de la historia. Intenta empatizar con los lectores y buscar complicidad. Nos confiesa, por ejemplo, que pasa de la RAE y se inventa palabras que deberían existir, y nos las muestra oportunamente. También transcribe términos del andaluz más coloquial; ese que entrelaza vocablos o los acorta y cuesta entender al verlo impreso, a menos que se sea oriundo del Sur.

En la obra hay descripciones del campo muy logradas que acercan al lector a un entorno específico y le permiten casi olerlo y verlo. Igualmente, se aprecia la calidez de una diminuta taberna de pueblo, con su añejo y entrañable perfil casero al que contribuyen los parroquianos que la ocupan a diario.

También asistimos, no obstante, a situaciones inverosímiles, tenemos personajes estrambóticos o hasta vemos en España una república independiente, que no es Catalunya sino unas cuantas casas al norte de Madrid y en un descampado…

Todo es posible cuando realidad y fantasía cabalgan juntas.

Vemos al personaje principal dejar atrás su añorado pueblo y llegar a la capital de España medio secuestrado por una monja y huyendo de sus conciudadanos. Y lo descubrimos tratando de desentrañar el misterio que rodea a esos niños “verdes” (verdes porque están grabados con cámaras de visión nocturna en un supuesto zulo) y que andan en boca de todos… Ahí está lo importante: las televisiones ganan audiencia con esos vídeos diarios y los emiten continuamente. No hay duda de que el morbo de los telespectadores supera la pena que produce un hecho tan insólito.

La palabra perfecta no es una novela que se pueda etiquetar, como he apuntado. Antonio Domingo Muñoz nos lleva a los lectores a una realidad paralela en la que caben muchas cosas, buenas y malas. Entre ellas, no obstante, adivinamos trazos de la sociedad actual y determinada crítica social. Se usan para lo último los colores, esos que definen a los partidos que todos conocemos. Y también incide sobre hechos reales, ya pasados, que los incorpora a la trama y marcan a algunos de sus personajes.

Encontramos en esta novela algunas páginas descarnadas y absolutamente reales. Se centran en niños (las grandes víctimas de las guerras, la maldad o la ignorancia): Pequeños que malviven en campos de refugiados, otros sometidos a todo tipo de explotaciones, niñas a las que se intenta casar con pocos años… En definitiva, agresiones, vejaciones y miseria que tenemos a la vuelta de la esquina y nos llegan todos los días a través de las noticias de actualidad. Pese a todo, esos menores que saca a la luz el autor pueden considerarse dichosos por seguir vivos, quizá por lograr ir a una escuela, no haber sido capturados por mafias que los exploten o ser presas de adultos que abusen de ellos… Se ve la parte positiva en medio de tanto despropósito.

 Pero siendo, como es el protagonista, un auténtico antihéroe, tampoco faltan en la novela escenas de humor. Eso sí, al lado de otras tan inverosímiles que no encajarían en ninguna historia que no estuviera, como esta, sustentada en una realidad paralela.

Como apunta el título del libro, existe una búsqueda incansable del profesor Fran Hereida por las palabras y trata de hallar una que sea perfecta. Lo último hace que nos topemos en cada inicio de capítulo, al menos en la mayoría, con un término determinado, su etimología y la descripción de la RAE. Queda clara la importancia que concede el escritor a los idiomas y la necesidad de preservar el castellano como medio de entendimiento.

La palabra perfectaes una novela diferente. Podrá gustar mucho, poco o nada. Pero lo que sí es indudable es que no dejará indiferente a ningún lector.

                                                                                                                                                                                                                                                             Por Pilar López Bernués

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