Según uno de los actores cómicos más importantes de la historia del cine, “Un día sin reír es un día perdido” y es que Charles Chaplin fue capaz de hacer reír al público, aún en las situaciones más serias.

No debe ser tarea fácil escribir comedia si la intención es agradar al público, más que nada porque no a todos nos resulta divertido las mismas situaciones supuestamente graciosas. Ese fue el riesgo que Salva Alemany debió plantearse cuando escribió “Una mirada perdida”, o quizás no, y la obra fue tomando su propio tono conforme la iba escribiendo. Lo que sí se puede afirmar tras leer la novela es que cuenta con una gran carga de comicidad que asegura la risa o al menos la sonrisa en más de una ocasión.
En “Una mirada perdida” todo es más serio de lo que aparenta, la ironía es presente en cada línea y lo absurdo toma cuerpo como personaje independiente. Un galimatías caballeresco en el que cada cual intenta sobrevivir a su odiosa realidad.
Es una obra actual, divertida y también ingeniosa, con el trasfondo de unos personajes que llevan a cuesta una pesada cruz y que reflejan fielmente una sociedad decrépita. Salva Alemany nos lleva de la pena a la risa con una facilidad pasmosa. Nada es casual en la novela, desde el nombre de los personajes hasta la profesión que cada uno de ellos ejerce. Todos los elementos que se desarrollan en la trama: acciones, personajes, diálogos, etc… llegan con la intención de arrancarnos una risotada que es provocada por equívocos y malentendidos que encierran hechos de gran gravedad.
Una novela de extremos, la eterna dualidad de los opuestos: el bien y el mal, lo culto frente a la ignorancia, lo cuerdo frente a la locura… En cierta manera puede llegar a ser un homenaje a grandes personajes de nuestra literatura, ya que es inevitable recordar a don Quijote y su fiel escudero o a Sherlock Holmes y Mr. Watson, pues la obra gira en torno a la búsqueda de un niño desparecido y la investigación que este hecho genera.
“Una mirada perdida” es una novela que se hunde en una realidad urbana que roza los límites de la exclusión social, una novela donde se plasman realidades duras y conflictivas que se funden con reacciones insospechadas creando un momento absurdo y hasta esperpéntico. La risa surge en esos momentos casi como un mecanismo de defensa ante el dolor por lo que se está expresando, la injusticia o quizás también como un guiño de complicidad hacia el autor que denota un entendimiento claro de lo que quiso transmitir con su obra. Una novela en fin, que nos dejará un buen sabor de boca con un punto de amargor que no nos dejará despegar los pies del suelo en ningún momento.
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