Cuaderno de bitácora – Página 7
Tras ocho horas de espera nocturna, pasando frío y cansados del largo viaje que acumulábamos; en una estación de Gobernador Gregores, un pueblo perdido en mitad de la Patagonia; uno de los coches que viajaba hacia Los Antiguos (el último pueblo antes de cruzar a Chile) decidió recogernos y llevarnos. No se muy bien que fue lo que habría por el camino… porque nada más subir al coche creo que tardé como menos de cinco minutos en caer dormido, y estoy seguro que a Gary (mi compañero) le ocurrió lo mismo (parece un oso, está hibernando continuamente), y a mí me pesaban demasiado los párpados como para seguir admirando todo ese paisaje que seguro era idéntico a los anteriores.
Cinco horas después llegamos a Los Antiguos, la mayor concentración de cerezos de toda Argentina, que descansa a orillas de increíble Lago General Carrera, y se crea una estampa de energía y buenas vibraciones, quizás sea por que sobre el lago veíamos el reflejo del sol cegándonos la vista y calentándonos la frente, y asociaba ese cruce de países con la imagen anterior como una bienvenida llena de buenos augurios.
Cruzamos frontera y llegamos a Chile Chico ya en país chileno, este sí es un lugar increíble, quizás también por la gente pudimos conocer. Nada más llegar a esta localidad, nos dirigimos al puerto, íbamos con el tiempo contado porque 18 horas después teníamos que subir a un barco que nos llevaría desde Puerto Cisnes —a unas 13 horas de donde estábamos— hasta Quellón, en la isla de Chiloé; y para llegar hasta allí necesitábamos cruzar el lago General Carrera en barcaza hasta Puerto Ibáñez, desde ahí hasta Coyahique, y una vez en Coyahique hasta Puerto Cisnes… toda una paliza de viaje que estábamos dispuestos a pegarnos a pesar de lo que arrastrábamos de días anteriores.
Nada más llegar nos informaron de que ya no había transporte para ese día, y nos tocó retrasar nuestro viaje, que de todas las formas posibles intentamos recuperar: combinaciones de autobús, autostop, vehículo privado… —¡hasta estuvimos en la radio de la localidad hablando de nuestro viaje intentando que alguien nos pudiera llevar!—. Pero fue imposible, así que decidimos «resetear» nuestro plan de viaje y descansar en Chile Chico al menos por un día.
Nos acogieron los mismos amigos de la radio donde nos entrevistaron, en una casa que regentaba Manolo, un tipo muy hippie, con quien entablar una conversación de esas que aprendes lo que ya deberías haber sabido con 32 años está más que asegurado; y te das cuenta de que viajar siempre te da pie a descubrir algo nuevo y aprender de los demás y de ti mismo.
Manuel, un amigo del pueblo, me dijo antes de comenzar el viaje, —es impresionante como la gente que menos tiene es la que más te ofrece—, estaba en lo cierto, al tiempo que descubría que no es que tengan menos, sino que nosotros estamos diariamente contaminados por “bobadas” inútiles.
Es asombroso sentir como la gente que me voy encontrando está «dando luz a mi viaje», si bien creo que lo mejor aún está por llegar.
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