¿Sabes cuando te das cuenta que escribir es la mejor terapia para superar tus miedos? Pues muy sencillo, cuando te pones a ello.
Escribir es simplemente un canal de transmisión que viene a reflejar la personalidad de cada individuo, y es por ello por lo que cuando te sientas frente a un ordenador con esa mítica página en blanco que hay que rellenar de contenido, empiezas a conocerte de una manera singular que dista, en muchas ocasiones, de la percepción que tenías de ti mismo previamente.
¿Es necesario ser un devoralibros para llegar a escribir un libro? Sí y no.
Sí porque la lectura es como la gasolina para un escritor. Te aporta ideas, estilo, léxico y capacidad para soñar despierto. Lo que consecuentemente fomenta la imaginación de manera considerable.
Y no porque lo que en realidad importa es dejarse llevar e intentar que fluya ese canal de transmisión del que te hablaba anteriormente.
A mí me sirvió para reencontrarme con mi padre después de 20 años sin tener noticias suyas. No fue sólo la separación traumática que sufrí en mi adolescencia, fue mucho más. Intentó jodernos la vida (y perdón por el término pero es el que más se ajusta a la realidad sin eufemismos) arruinando la economía familiar y generando en mí, un sentimiento de odio mayúsculo hacia su persona.












La corriente me llevó a empezar a trabajar en un mundo apasionante como es la cocina, pero que sin duda, elegí de manera fortuita obligado por la necesidad y las circunstancias.
20 años después, despierto de un pequeño letargo que me niego a confesar y descubro con la ayuda de un buen amigo, que el odio y rencor no sirven de nada. Así que decido escribir este sencillo libro sin pretensiones ni tapujos. Un libro en el que intento ver el lado positivo de las cosas pese a las dificultades que en ocasiones eso conlleva.
Aprovecho para profundizar en el mundo del arroz porque ha sido lo que me ha mantenido con vida todo este tiempo. Siempre he dicho que mi trabajo me salvó la vida, y al arroz le debo, tanto buenos momentos, como aprendizajes llenos de sabiduría que me fueron transmitiendo compañeros de viaje por el camino. Rodeado de personas mayores que yo, descubrí la belleza con la que se observan las cosas desde la distancia que otorga el tiempo.
¿Y cual es el secreto de todo? Siempre, absolutamente siempre, ponle mucho cariño a todo cuanto hagas en la vida. Te sorprenderá ver la cosecha que recoges después de una buena siembra.
Atentamente.
Una espiga torcida.
0 comments on ““Arroz, vida y cariño”, terapia de vida”