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Chile, el escenario perfecto para viajes (o libros)

Reportaje fotográfico sobre mi primeros dos viajes a Chile en el 2007.

Hoy os propongo —más que un artículo— un reportaje fotográfico sobre mi primeros dos viajes a Chile en el 2007. Estos viajes me convencieron para mudarme a Chile en el 2009, y esta vida en Chile me convenció para escribir “La loca y los gatos”. Porque ¡no, amigos!: “La loca y los gatos” no habla solamente de gatos, sino también de cambiar de continente y de vida.

Chile es un país con una estructura geográfica muy específica: con una anchura de un promedio de 180km se eleva desde el nivel del mar hasta más de 6000m de altura con la frontera con Argentina. Con una longitud de más de 4300 km (equivalente a la distancia de Noruega a Nigeria) pasa por los Andes, el desierto, volcanes, zona templada hasta los campos de hielo de la Patagonia. Esta geografía tan heterogénea permite un muy amplio abanico de explotación turística (esquí, golf, deportes acuáticos, ecoturismo, senderismo, etc.). Además, es un país muy seguro, también para mujeres que viajan solas.

El presente reportaje fotográfico de mis primeros viajes —desde la capital Santiago hasta la Isla Grande de Chiloé—, abarca tan solo una distancia de 1230 de los 4300 km del largo total, así que os prometo varios reportajes más. Para anécdotas, detalles y más relatos, os recomiendo leer “La loca y los gatos”.

Los 1200 km del viaje en línea recta

¿Listos? ¿Preparados? ¡Empecemos!

El Cajón de Maipo es una zona montañosa muy cerca de la capital, recorrido por el río —más bien riachuelo— Maipo. Lo visité recién salida del aeropuerto tras doce horas de vuelo y con una buena dosis de jetlag en el cuerpo, así me costó bastante orientarme (señores y señoras: en el hemisferio sur, el cenit del sol está en el norte, no en el sur). He de admitir que mis preparativos para este viaje habían sido más bien mínimos, por lo cual el choque con tanta belleza natural fue más impactante aun. Cabe mencionar que visité Chile en el mes de agosto, en pleno invierno austral, aunque mucha de la nieve que se aprecia en las fotos es nieve eterna.

Después del Maipo me dirigí hacia el oeste, hacia la costa del Pacífico. Viña del Mar es una ciudad muy apreciada por turistas, estudiantes y ludópatas (el casino —inaugurado en 1930— siempre ha tenido un enorme éxito). Pero a la vez cuenta con esta costa para nada pacífica, sino salvaje, brava y hermosa.

El Casino de Viña del Mar
La costa “pacífica”

Ya volviendo a Santiago y empezando a descender hacia el sur por la Ruta 5 (también llamada la Panamericana porque sus casi 50.000 kilómetros recorren el continente desde Alaska hasta el fin de la Isla de Chiloé), no pude resistir visitar la zona de viñedos. Obviamente tenía que probar algunos de los productos típicos más famosos de Chile en su lugar de fabricación. Además, el hotel Santa Cruz en el pueblo del mismo nombre bien vale una visita, una comida y mejor aun: una pernoctación.

El hotel Santa Cruz

Tanta naturaleza protegida en Chile a través de su sistema de Parque Nacionales, Parques Naturales, etc…  Entre estos primeros viajes y mi posterior residencia los he explorado casi todos: demasiados para este reportaje, así que los dejaré pendientes para un posterior reportaje), pero Parque Nacional Radas Siete Tazas bien se merece un espacio en este relato.

Parque Nacional Radal Siete Tazas

Más al sur, ya a 330 km de Santiago, se encuentra la ciudad de Chillán y más hacia la frontera con Argentina su valle Las Trancas, muy apreciado por los esquiadores, senderistas y amantes de las aguas termales. Está situado en medio del complejo volcánico Nevados de Chillán, por lo cual es frecuente despertarse por el rugido de este coloso: ¡muy emocionante (Chile definitivamente es un país para aventureros y valientes)!

El volcán Chillán
Uno de los varios hoteles de invierno

Otra parada imprescindible es Pucón, a 700 km de Santiago y a muy poca distancia de Argentina. Este lugar es el destino preferido del turista nacional, y lo entiendo perfectamente: en el verano puedes bañarte en el lago Villarrica, hacer senderismo en los volcanes o hacer rafting en el río Trancura, mientras que en el invierno puedes hacer esquí ENCIMA del volcán Villarrica contemplando la fumarola que sale del cráter activo. El pueblo es un encanto arquitectónico, y la gastronomía…. imperdible.

Volcán Villarrica, casi siempre en actividad

Aquí ya llegué a Valdivia, el lugar al cual me mudé en el 2009 y que es el escenario principal de mi libro. «La Perla del Sur» cuenta con uno de los pocos ríos navegables de todo el país y está a tan solo 10 km de la costa, donde existen kilómetros y kilómetros de playas de arena fina. Sencillamente fue amor a primera vista.

Valdivia, “la Perla del Sur”, desde el Puente Pedro de Valdivia
La costa valdiviana

Después de Valdivia, me adentré en el interior acercándome a la frontera argentina, para llegar al lago Ranco y el pueblo que lleva su mismo nombre a los pies de los Andes. Ubicado entre los complejos volcánicos Mocho-Choshuenco y el Cordón del Caulle, este lago es el más profundo de Chile con un promedio de 199 m. No os voy a hablar de la gastronomía, porque ya solamente pensándolo se me hace agua la boca.

Lago Ranco

Puerto Varas. Ya a 905 km de Santiago, me era irresistible salir de la Ruta 5 para visitar esta pequeña ciudad de origen alemán, bañada por el lago Llanquihue y con unas preciosas vistas al volcán Calbuco y el volcán Osorno (sí, también existe un centro de esquí encima del Osorno). Parece toda tranquilidad, pero en el 2015 el Calbuco causó un tremendo susto al entrar en erupción sorpresivamente y con tal fuerza que se llegaron a ver las fumarolas hasta Valdivia. Os recomiendo buscar las imágenes en Internet, porque fueron simplemente espectaculares.

El lago Llanquihue, con el volcán

Después de tomar el transbordador desde Puerto Montt (hoy en día ya existe un puente de conexión, pero en esos días era la única manera de cruzar) llegué al punto más austral de mi viaje: la Isla Grande de Chiloé. Chiloé es muy conocido por sus iglesias de madera y sus palafitos, que fueron declarados patrimonio de la humanidad. La foto es de la iglesia de Castro, la capital de la isla.

La iglesia de Castro (Chiloé), patrimonio de la humanidad

Y para despedirme, os dejo con este hermoso ocaso en alguna parte de Chiloé. No recuerdo si era cerca de Quemchi, Chonchi o Queilén. Tanta hermosura me dejó tan boquiabierta que se me olvidó apuntar el nombre.

¡Hasta la próxima, amigos viajeros!

Palma Govaert

Si te ha gustado, por favor, compra el libro.

1 comment on “Chile, el escenario perfecto para viajes (o libros)

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