Ya nos lo contó, con esa magia que sólo ella es capaz de hacer nacer a través de la barita mágica que es su pluma, Gioconda Belli en su poema “Consejos para la mujer fuerte”:
… si eres una mujer fuerte
prepárate para la batalla:
aprende a estar sola
a dormir en la más absoluta oscuridad sin miedo
a que nadie te tire sogas cuando ruja la tormenta
a nadar contra corriente…

Y es que la literatura, la poesía, la narrativa toda se ha convertido en altavoz donde reivindicar el valor de la libertad, del amor, de la feminidad, del sexo y de la fuerza de las mujeres.
Porque desde siempre, la mujer –y en esto todos estaremos de acuerdo– ha sido vapuleada, ignorada, apartada, obviada, maltratada y relegada a un papel secundario de cuidadora, limitando su rol al de procrear, criar hijos, ocuparse de las tareas domésticas y los trabajos manuales.
Desde el mito de Eva hasta nuestros días, la mitad de la humanidad ha sido sometida por la otra mitad por el simple hecho de de ser mujer, encontrándose muros imposibles de escalar si su afán por mostrar toda su fuerza brotaba desde sus raíces hasta el exterior. Mujeres silenciadas, porque así vivieron muchas, ocultándose tras figuras masculinas a veces, luchando por dejar un pequeño legado en una sociedad incapaz de reconocer sus méritos por los malditos prejuicios.
Mucho hemos avanzado desde entonces. Muchas son las mujeres que han luchado por ello. Mujeres valientes, trabajadoras, madres, adultas, reaccionarias, jóvenes, rebeldes, luchadoras, soñadoras, guerreras, sexuales, mujeres tierra y mujeres cielo.
Mujeres feministas y empoderadas que hablan de igualdad, de derechos, y de hombres y mujeres como compañeros, no como adversarios, luchando juntos por un objetivo común. Porque no te necesito, hombre, no te necesito en mi vida, pero te quiero, hombre, te quiero caminando a mi lado.
El feminismo, y esto se refleja también en tantos y tantos textos de la nueva corriente de literatura feminista, no habla de ser más, no discrimina al hombre, no encumbra a la mujer, simplemente combate las desigualdades que sufrimos por el mero hecho de por un lado ser mujeres, y por otro, sentirnos orgullosas de serlo y gritar sin miedo nuestra lucha.
No es éste un debate nuevo, dado que la lectura feminista en la literatura es un tema que hace ya un par de siglos, pero bien es cierto que el impulso de las redes sociales ha dado un empujón en la visibilización del activismo. Las redes se activan para liderar un movimiento que crece como las olas, pero que algo no se nos olvide; de la indignación hay que hacer un pensamiento crítico, y la sororidad emerge como alianza en este nuevo escenario.
Sigamos, poco a poco, luchando juntas, aunque a ratos –como ahora, por ejemplo–, no queramos ser fuertes.
Y no olvidemos aquello que ya dijo

Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos de pie.
Emily Dickinson
Así que alcémonos, mujeres, y sigamos escribiendo la historia. La nuestra. La de todos.
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Ella si que sabe su verdadera estatura y lo que es más importante, como persona. Lo mejor siempre!
Muchísimas gracias, te abrazo infinito ♥️
¡Una lectura deliciosa, necesaria y verdadera! Me ha encantado.
Muchísimas gracias Laura, un abrazo infinito ♥️