"En tu noche eléctrica
admiré un torrente de sendas doradas
caer sobre un acantilado cian
de deseo y guirnaldas."
LA HUIDA (fragmento)
Juan J. Ramírez
La luz clarifica nuestro entorno y nos posibilita el conocimiento de la verdad tangible. Sin embargo, esos nobles haces luminosos también pueden persuadirnos a adentrarnos en mundos extraños de ilusión, y alumbrar los rincones más ocultos de nuestro espíritu.
Distinguimos las figuras siguiendo el camino que trazan sus sombras; de igual forma la ausencia de luz dispara nuestros instintos primarios.
Por tanto, la luz con sus tonalidades mágicas puede hacer aflorar esos espacios oníricos que subyacen en el estadio físico. Así pues, un rayo de luz es la última línea divisoria entre la realidad y la fantasía; es una frontera que sólo de la mano de la lírica podremos atravesar.
Estos conceptos filosóficos de la luz son usados como referencias por artistas contemporáneos que realizan instalaciones con tubos de neón, leds y otros dispositivos, en zonas urbanas o lugares de recreo como el ejemplo de la imagen de abajo. En este caso, la luz además de resaltar con su resplandor una escena sugestiva en medio de una monótona playa, sirve también de mensaje a modo de verso. De esta manera la artista Olivia Steele resuelve su obra como un poema visual.

La definición de la luz según el autor refleja su dualidad. Su presencia y su ausencia nos influye en la forma de ver y enfrentarnos a la vida .
Muy amable por comentar Blanca. Sí, cierto es que la luz tiene esa dualidad, al igual que la conducta humana; por eso quizá el alma sea simplemente una luz más. Un saludo.
#LaContraportadaDe
LEDS DE BOEMIA
Los montajes lumínicos de neón o leds en el arte contemporáneo han cambiado el concepto del alumbrado común. En general, solemos asociar la luz eléctrica con un uso doméstico y funcional.
Sin embargo, ¿existe otro elemento físico con tanta capacidad de transformar nuestra percepción de un lugar u objeto? Si valoramos el poder de persuadir y de emocionar que tiene la luz gracias a todos sus colores y matices, yo creo que no.
Por otro lado, mi experiencia como fotógrafo de catálogos, me hizo darme cuenta de que es incuestionable que la luz natural siempre supera en calidad a la artificial, al menos cuando se refiere a retratar personas. Pero qué sucede cuando se cierne la oscuridad de la noche y los rayos de sol ya no potencian el resplandor de las superficies naturales, ¿qué puede en ese momento despertar nuestra emoción a través de las miradas? Sólo la luz eléctrica, pero si la entendiéramos como un medio de difusión de arte visual; sí porque la luz no sólo debería iluminar objetos, sino ilusiones, como una especie de “LEDS de bohemia.”
Imagínense una playa de noche con versos escritos con tubos LED de colores suaves sobre las barquitas ancladas; o sensores de movimiento en las farolas urbanas que con el paso de las personas encendiesen un foco que proyectara en una fachada un nuevo motivo figurativo de color cada vez. Estoy seguro de que dichas atracciones generarían muchos selfies de curiosos.
No obstante, este tipo de instalaciones al aire libre tienen muchos detractores, en especial por su presumible coste energético y contaminación lumínica. Pero hoy en día existe tecnología para solucionar esos problemas, como por ejemplo la recarga con placas solares y la graduación del arco de luminosidad se los dispositivos.
En conclusión, las emociones como la luz, siempre en su justa medida, pero nunca sin sus colores.
Juan J. Ramírez