
La fiesta de la Navidad es la preferida por los pequeños de todas las familias; y en el fondo tiene su pleno sentido, porque aunque por su inocencia no se den cuenta de ello, en este festejo celebramos el nacimiento de nuestro niño Dios, que al igual que todos los niños y niñas que nacen en este mundo, vino para sembrar la bondad y la esperanza entre los humanos.
*Foto original de cottonbro para PEXELS.COM
Por tanto es normal que los niños, aunque de manera inconsciente, se sientan tan identificados con la figurita de un bebé alegre arropado en un granero lleno de calidez y amor.
De igual forma sienten como suyos aquellos regalos que le ofrecían humildemente tanto aldeanos como reyes, y eso a pesar de que los presentes que reciben los niños de hoy sean mucho más sofisticados y lujosos que los de aquel entonces. Pero eso no importa porque de igual manera se creen tan protagonistas durante una noche en un mundo de adultos como ese nene que acaparaba tanta adoración.
Por eso la Navidad debe servirnos a todos, grandes y pequeños, como un homenaje a la inspiración eterna que significa el nacimiento de cualquier niño o niña, un milagro creciente al que es vital que le ofrezcamos un ambiente protector y fértil para que germine sirviéndose de esos valores innatos en los niños que por su condición de dioses, al igual que Jesús, tienen: paz, amistad, misericordia, verdad y amor al prójimo.
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La Navidad es para y por los niños y las niñas ya que ven todavía el mundo con una mirada limpia que con los años se nos enturbia.
Esa mirada de la que hablas es el último signo de esperanza en este mundo.
Muchas gracias por tu bonito comentario Blanca.
Un saludo.
#LaContraPortadaDe
– NIÑO DE ALBOR –
El viento sabe de tu luz naciente
porque la luna brilla rosada
en cada primer Domingo de Mayo;
porque primero fue Dios
y después el milagro,
amapola en flor, abeja volando.
Si amanece un niño de albor
sobre el cielo llano,
cobíjalo viento
aunque esté frío tu manto.
Pues ese niño de carne y lágrima,
ese tallo doliente y frágil,
es el fruto de una madre eterna
que te ofrenda fiel esperanza
con el tacto y el alma
de un hermano.
– Juan J. Ramírez –