El deporte tiene el poder de transformar el mundo. Tiene el poder de inspirar, de unir a la gente como pocas otras cosas… Tiene más capacidad que los gobiernos de derribar las barreras sociales.
Nelson Mandela, premio Nobel de la Paz, 1993
La historia es un ente vivo, una masa voluble que cambia según el punto desde donde se mira y según de donde venga la información. A ese respecto podríamos añadir que algunos de las personalidades que formaron parte de los acontecimientos más relevantes del siglo XX, ni siquiera tuvieron otra opción.
La diplomacia del estadio nos habla de eso, de cómo el mundo del deporte entronca y se involucra irremediablemente con los distintos movimientos políticos y sociales que se desarrollan durante ese período. Un siglo lleno de conflictos bélicos que no solo determinaría el futuro del continente europeo, sino que se extendería a nivel mundial. Nada queda ajeno a cambios de regímenes ni contiendas, la población se ve involucrada de una manera o de otra, pero nadie queda al margen.
En el interior de esta obra de Carlos Molina podremos recuperar de la memoria colectiva una nueva mirada a aquellos hitos históricos de los que parece saberse todo. Con rigurosidad periodística, La diplomacia del estadio es en honor a la verdad un homenaje a aquellos deportistas de élite que se vieron salpicados por los intereses de sus gobernantes, por las estrategias propagandísticas a las que se vieron sometidos, a veces de manera conscientes y otras no tanto. No es difícil imaginar que figuras archiconocidas como Adolf Hitler, Castro, Franco, Ceaușescu y otros tantos gobernantes que impusieron el régimen de manera forzosa aparezcan en estas líneas al lado de destacados deportistas como Nadia Comăneci, Teófilo Stevenson, Pelé, Drogba o el ajedrecista Bobby Fisher.

La mezcla es explosiva y a la vez altamente interesante, pues Carlos Molina nos muestra la otra cara del deporte profesional, ese que no solo se dedica al entrenamiento para perfeccionar el juego en equipo en el campo de fútbol, a superar la perfección colgada de unas barras o el equilibrio sobre el potro de gimnasia. La otra cara de la moneda es otro mundo que nada tiene que ver con el ejercicio físico y la competición deportiva, es un mundo gris y maloliente en el que el dinero y el poder son las bazas más fuertes, corrientes poderosas que arrasan con atletas y equipos completos para conseguir sus deleznables objetivos.

Se alza así, Carlos Molina, como voz que hace justicia a aquellas deportistas que sufrieron las consecuencias de mandatarios sedientos de gloria y que padecieron por ello el abuso, la discriminación en cualquiera de sus vertientes y en conclusión, la presión de representar un país y obedecer a unos mandatarios que hicieron de sus vidas auténticos calvarios. Entre tanta injusticia, aparece un rayo de luz, Nelson Mandela y es que La diplomacia en el estadio es un magnífico balcón donde asomarse para aprender y asombrarse de la historia detrás del telón de esta gran farsa que es la vida.
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