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José Antonio Elvira: La magia de la vida

José Antonio Elvira es un artista a contracorriente, horticultor ecológico, ecologista rural, albañil y cantero vocacional, así como arrojado defensor de causas por perder.

Esta noche del lunes 8 de agosto del “Anno Domini” de 2022 me he despertado algo sobresaltado a las 3:33 a.m. Para quienes no lo sepan, esta hora es ‘la hora maldita’ o ‘la hora del diablo’, un momento muy especial de la noche en que pueden sentirse algunas presencias extrañas en casa. Al parecer, los demonios y los espíritus están en este maldito o diabólico momento más activos y abiertos a comunicarse con los vivos; pero, también, dicho sea de paso y en honor a la verdad, es el tiempo en que los ángeles nos recuerdan nuestra esencia divina, repleta de amor.

Como les acabo de decir, esta noche, de este día y de esta hora, me he despertado sobresaltado en la cama de mi habitación de mi casa de Muñogalindo, un municipio de España perteneciente a la provincia de Ávila, Comunidad Autónoma de Castilla y León e integrado en la subcomarca de Valle de Amblés. Y no piensen que por una mala y recurrente pesadilla nocturna, causante de miedo y ansiedad; ni tan poco por los agobiantes calores veraniegos, pues, aquí, por estas austeras tierras abulenses, no estamos como en Toledo, con sus legendarias noches toledanas; y, menos aún, podría escudarme en presiones laborales, ya que se da la circunstancia de que acabo de comenzar mis creo merecidas vacaciones de verano, con la previa decisión inquebrantable de total y absoluta desconexión del exigente mundo profesional. 

¿Entonces? ¿Entonces a qué se debe tan inoportuna inquietud a la hora del diablo o de los ángeles? Verán, yo creo que se debe a la magia de la vida. Pero, por favor, permítanme que me explique, porque mi caso tiene miga.

Como a mí siempre me ha parecido que la mejor manera de empezar bien unas vacaciones es por medio de la cultura y el arte, decidí pasarme ayer tarde-noche por la Galería de Arte “Colección Valle Amblés”, ubicada en el edificio del Ayuntamiento de Muñogalindo para contemplar “VIDA”, la exposición del escultor salmantino José Antonio Elvira, inaugurada recientemente. La comisaria de esta muestra, Lara Rubín de Celis, define a este inclasificable creador como un escultor de historias, sentimientos y sueños; un artista plástico capaz de entablar un diálogo con la historia, la mitología y la cultura, a partir de escenas costumbristas materializadas en objetos inertes a los que les da vida.

En una primera y somera contemplación cualquier visitante se maravilla al observar que los objetos expuestos, creados a base de metal, polvo, óxido, tornillos, tuercas, engranajes, clavos, puntas, cadenas, rectas, curvas y huevos, representan a la perfección a un determinado personaje impreso en el imaginario colectivo. ¡Anda, si es el famoso payaso ruso Oleg Popov! ¿Pero el busto de aquella mujer no es el de Maimuna, la increíble mujer nigeriana, símbolo universal de la lucha contra la violencia de género? Pues, a mí me parece que aquel personaje es Vicente Ferrer, una de las personas más activas en la ayuda, solidaridad y cooperación con los más desfavorecidos del tercer mundo. Y aquel otro, Nelson Mandela, el heroico abogado, activista contra el apartheid, político y filántropo sudafricano. ¡Pero qué bien conseguido están Rómulo y Remo, los fundadores de Roma, amamantados por la loba!. ¡Uff, es que lo ha clavado: es Unamuno!

Pues bien, en esta primera y somera contemplación yo también me he maravillado al observar las obras expuestas en torno a una veintena pero, con un matiz sustancial: el de que, en cierto momento, todos ellos cobraron vida.

-¿Cómo? ¿Qué en cierto momento estos objetos cobraron vida? ¿De qué tipo de fantasía etrusca me está usted hablando? se estarán preguntando. Sí, verán.

El promotor de esta exposición, Rafael Hernández Muñoz, un conocido empresario de la zona que, no sabría decirles si en penitencia de algún quebranto, ofrenda en agradecimiento a la vida siempre exuberante, rica y generosa, o como muestra desinteresada de servicio a los demás, se había comprometido a abrir y cerrar la galería de esta exposición, vigilarla y comisariarla, “el día de autos”, es decir, el 7 de agosto de los corrientes, de 20:00 a 22:00h.

Aquella escultura, la más grande en tamaño de esta exposición me comentó a modo de introducción representa al galeote del pasaje del capitulo XXII de Don Quijote de la Mancha: —No son los amores como los que vuestra merced piensa —dijo el galeote—, que los míos fueron que quise tanto a una canasta de colar atestada de ropa blanca, que la abracé conmigo tan fuertemente, que a no quitármela la justicia por fuerza, aún hasta agora no la hubiera dejado de mi voluntad. ¿Qué te parece? ¿Verdad que está muy bien conseguida?

Sí, es increíble. Lo recuerdo. En este fragmento apostillé, don Quijote se encuentra con una cadena de hombres condenados a hacer galeras y, tras interesarse por la causa de la condena de estos, les ruega a los guardianes de los galeotes que los liberen; luego estos se oponen a los deseos de don Quijote, enzarzándose en una violenta discusión en la que los galeotes aprovechan para escapar.

Ya veo que conoces la historia perfectamente; así que, como eres persona de confianza, si no te parece mal, me gustaría ausentarme un poco de tiempo para asistir al concurso de disfraces que está teniendo lugar en este mismo momento en el pueblo. Si alguien te solicitara información sobre el autor de estas obras puedes decirles que es salmantino de origen, aunque muy vinculado a Piedrahita; que estudió Bellas Artes en Salamanca y en la actualidad es profesor del Instituto Isabel de Castilla de Ávila. Será, como te he dicho, por poco tiempo. Por lo tanto, desde este mismo instante te coloco la placa de comisario y vigilante de la exposición, con la asunción claro está de todos los poderes y responsabilidades que ella conlleva.

Por mi parte encantado. Lo haré lo mejor posible. Que disfrutes. Hasta luego.

Así que, una vez solo en la sala, con la puerta semicerrada y con poca luz para ahorrar energía, me ocurrió como a Larry Daley, un soñador de buen corazón que, como recordarán, en la película “Noche en el Museo”, acepta un trabajo de guardia de seguridad donde gladiadores, guerreros y toda clase de personajes épicos empiezan a cobrar vida. Instintivamente, para resolver aquel caos generado por las conversaciones, admoniciones, voces, gritos, rugidos, llantos, risas, mofas y demás manifestaciones emocionales de todos y cada uno de los personajes creados con chatarra a golpe de genialidad por José Antonio Elvira, le pedí consejo a la figura de don Miguel de Unamuno un arquetipo de la mesura y de la inteligencia, de la misma manera que Larry Daley se lo pidió a la del Presidente Teddy Roosevelt.

José Antonio Elvira escultor, conversaciones y reflexiones en voz alta.
ESPACIO CREATIVO LAU 33

¿Todo esto son imaginaciones mías, verdad, respetado profesor? pregunté tembloroso.

No. En esta maravillosa creación de José Antonio Elvira me respondió con voz firme y pausada, un artista a contracorriente, horticultor ecológico, ecologista rural, albañil y cantero vocacional, así como arrojado defensor de causas por perder, filántropo inagotable, fundador de empresas sin beneficio económico y maestro, has encontrado vida.

¿Vida entre estos materiales inertes entresacados de la basura?

Sí, en efecto fue su inapelable respuesta. En esta exposición, ideada como metáfora de la propia vida, podemos hallar también vida, belleza y armonía entre la basura de las bajas pasiones, la ignorancia y la miseria.


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