El 12 de diciembre de 1531 tuvo lugar la aparición mariana en la Iglesia católica de origen mexicano de Nuestra Señora de Guadalupe, cuya imagen tiene su principal centro de culto en la Basílica de Guadalupe, ubicada en las faldas del cerro del Tepeyac, en el norte de la Ciudad de México.
Cuando nos referimos a la Virgen de Guadalupe (México) llega inmediatamente a nosotros la imagen de una mujer joven –de unos 18 o 20 años– de cabello suelto, el símbolo de virginidad para los aztecas. Luego, observamos su rostro moreno, ovalado y en actitud de profunda oración. Su semblante dulce, fresco y amable –reflejo de amor y ternura– nos transmite una gran fortaleza.

Cuando entramos en detalles, nos fijamos en sus manos, juntas en señal de recogimiento y profunda oración. La derecha es más blanca y estilizada; la izquierda morena y más llena. Un símbolo perfecto de la unión de dos razas distintas.

También no deja de sorprendernos su forma aumentada del abdomen, destacando una mayor prominencia vertical que transversal, lo que nos lleva a inferir que se trata de un embarazo en su última etapa. Un estado de buena esperanza que adivinamos, asimismo, por el cinto, localizado arriba del vientre, un importante detalle que para el mundo náhuatl representaba el fin de un ciclo y el nacimiento de una nueva era, y para la cosmogonía cristiana el mensaje de que con Jesucristo se inicia una nueva era, tanto para el viejo como para el nuevo mundo.
Los rayos dorados que la rodean, formando un halo luminoso o aura, nos transmite el mensaje de que ella es una Madre de luz, del Niño Sol, del Dios verdadero, que ella lo hará descender hasta “el centro de la luna” (México de Natuahl). Un importante símbolo éste que apunta hacia la fecundidad, el nacimiento y la vida.


La flor de cuatro pétalos o Nahui Ollin es el máximo símbolo náhuatl y representa la presencia de Dios, la plenitud, el centro del espacio y el tiempo. Nos señala que La Virgen de Guadalupe es la Madre de Nuestro Señor Jesucristo, que se halla en su vientre.
Finalmente, un ángel sostiene con sus manos la túnica y el manto de la Virgen. Se encuentra a los pies de la Guadalupana con ademán de quien acaba de volar. Las alas, de águila, asimétricas y muy coloridas, de tonos parecidos a los del pájaro mexicano tzinitzcan que anunció a Juan Diego la aparición de la Virgen de Guadalupe.
Alberto Romero y José Antonio Hernández de la Moya
© Obras realizadas por Alberto Romero, situadas en Ciudad de México.
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