Acalanda - Soledad Marino y Jose Adserias. Fotografía de José Luis Pariente.
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Estar en familia, por Soledad Mariño

Hay personas que están hechas para golpear. Otras, para sufrir golpes. Personas que caen y se levantan, mientras otras no ven más que obstáculos en su camino.

Dentro de las Jornadas Culturales organizadas con motivo del Día de las Letras Gallegas, el Centro Gallego de Salamanca acogió el pasado viernes 19 de Mayo la presentación de la novela “La fragilidad”, de la autora coruñesa Soledad Mariño, editada por la salmantina Amarante, que también estuvo presente en el acto.

Tras una breve introducción a cargo de José Ignacio Paz Bouza, presidente del Centro Gallego, fue un colaborador habitual de Acalanda, José Adserias, quien tomó la palabra para compartir interesantes reflexiones sobre la cultura y los libros, presentando a continuación a la autora como “una cronista de la vida”.

Soledad Mariño arrancó su discurso destacando el peso de la emigración en “La fragilidad”, novela salpicada de personajes que emigran en diferentes direcciones y momentos, con diversas motivaciones y, también, con desigual resultado. Algunos de ellos precisamente acuden a instituciones similares al Centro Gallego en busca de apoyo y arraigo, lo que llevó a la autora a calificar este escenario como el idóneo para la presentación de su novela.

A través de la mirada de unos personajes dotados de gran profundidad psicológica, Soledad nos habla de inestabilidad y de hipocresía, de la fragilidad de la vida y de lo humano, pero también de lucha, de resiliencia y de la capacidad de sobreponerse y trazar el propio camino.

Tras su paso por Salamanca, la autora continua su periplo, así hoy, día 5 de junio, estará firmando ejemplares en la caseta de la Librería Gaztambide, en la Feria del Libro de Madrid de 19 a 21horas, y el 3 de agosto lo hará en la Feria del Libro de A Coruña, de la mano de Santos Ochoa.

Nota de la autora

Hay personas que están hechas para golpear. Otras, para sufrir golpes. Personas que caen y se levantan, mientras otras no ven más que obstáculos en su camino. Personas limpias, puras y transparentes, incapaces de ver el mal, y otras, rodeadas por una coraza de miedo, odio o rencor que les impide ser y hacer felices.

Las vicisitudes de la vida van moldeando nuestra materia prima. Pueden hacerlo con mimo, utilizando el cincel con precisión y dando belleza a las formas, o casi a golpes, con formas toscas y a veces, incluso, dejando grietas que pueden llegar a ser irreparables.

La historia está cargada de acontecimientos terribles que han marcado y continúan marcando a generaciones completas, como la lucha por la supervivencia marcó a los primeros homínidos, el holocausto a los judíos, o la guerra y la posguerra a nuestros abuelos, forzados a emigrar a países lejanos con sus escasísimas pertenencias metidas en un baúl y una enorme dosis de inseguridad e incertidumbre en el bolsillo. Raras veces nos ha dado un respiro para no morir en el intento: tiempos de paz y de democracia, de abundancia e incluso excesos, en que nos acomodamos y nos atrevemos a hablar de derechos, a creer que son producto del progreso, que han venido para quedarse y que la tendencia no puede ser sino positiva. Apenas un microscópico punto en la línea del universo al que nos aferramos para considerarnos parte de una sociedad avanzada capaz de superar indemne otra era glaciar, aunque el cómo no lo sabemos. Simplemente confiamos.

Soledad Mariño

La fragilidad, de la autora coruñesa Soledad Mariño

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