Un viaje Madrid – Bilbao. Varias horas sentada junto a la ventanilla. Un edificio en mitad de la nada, Hostal Juli, proclama a los cuatro vientos un rótulo sencillo y discreto.
Así nace esta novela.
La imagen se queda ahí, en algún rincón del cerebro y lentamente comienza a germinar. Luego llega el confinamiento y me aferro a esa historia que apenas ha visto la luz.
La soledad de esos largos días, unida a mis circunstancias personales determinan el proceso de creación. Necesito escapar, salir de la casa, olvidarme del virus, de los muertos, del miedo, y me encuentro con Flora, que desde un Bilbao de principios del siglo XX, me reclama. Ella será la protagonista y a su lado transito el optimismo, la libertad y las ansias de un cambio social que impregna Europa.
Flora es un soplo de vida, una mujer valiente, culta y generosa. Es poetisa, ama la música, la pintura y el arte en general. Todo le interesa, su curiosidad es infinita. Y junto a ella un muestrario de la sociedad burguesa de 1902. Un recorrido que termina de la mano de su nieto en un mundo muy diferente al de su abuela, el nuestro. Las expectativas, la esperanza y la ingenuidad han dado paso una cruda realidad que vemos cada día cambiar a pasos agigantados, tan rápidos y drásticos que apenas nos permiten reflexionar sobre lo que nos aguarda. Y sin embargo, en lo esencial seguimos siendo los mismos, seres vulnerables que luchan por entender y entenderse.
“…y te sigo por el aire” es una saga familiar que alberga tres generaciones, tan alejadas la una de la otra como sólo el convulso siglo puede propiciar, que nos habla de cómo somos, de cómo amamos, de cómo creemos ser los dueños del futuro. Y en última instancia de la libertad como objeto de deseo, de la condición humana como catalizador y los lazos familiares como el único territorio imposible de soslayar.
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