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Cervantes y Cajal: Dos gigantes de la innovación

Cajal y Cervantes tienen algunos importantes puntos en común.

Solemos relacionar automáticamente a Don Santiago Ramón y Cajal con la ciencia. Pocos saben, sin embargo, que, Don Santiago, además conseguir el Premio Nobel de Medicina en el año 1906 y ser considerado el padre de la Neurociencia, fue también un excelso humanista, cabeza de la llamada “Generación de sabios”, de acuerdo con el apelativo del médico, historiador, ensayista y filósofo español, Pedro Laín Entralgo. 

Sus reflexiones sobre la vida y el mundo, expuestas en escritos sublimes, forman parte de nuestro acervo literario hispano. “Recuerdos de mi vida”, “El mundo visto a los 80 años”, “Charlas de café”, “Cuentos de Vacaciones”, “La Casa Maldita”, “ A Secreto Agravio, Secreta Venganza”, “El Fabricante de Honradez”, “El Hombre Natural y el Hombre Artificial”, “El pesimista corregido”, “La fotografía de los colores” o “Reglas y consejos de la investigación científica”, son algunos botones de muestra de una obra literaria extensa, de gran calidad y carácter perenne.

Con este tarjeta de presentación, ¿Alguien podría pensar que Don Santiago Ramón y Cajal no hubiera centrado su atención en algún momento en la figura de un hombre curtido en experiencias extremas —conoció la guerra, el hambre, la prisión, el éxito y el desprecio— y que supo reflejar en frases inmortales las circunstancias más variopintas de la existencia humana?; ¿Alguien puede dudar de que Don Santiago Ramón y Cajal hubiera pasado por alto —dada su perspicacia científica y capacidad de asombro— el examen pormenorizado de la figura y la obra de un hombre que, no solamente reflejó la vida humana desde la pura erudición y una excelsa técnica literaria, precursora de la novela moderna, sino con los ojos del alma?; ¿Alguien, en fin, puede creer que el descubridor de la neuronas cerebrales no se hubiera dado cuenta de que en España existió un hombre que fue capaz de escribir —según el gran escritor ruso Dostoievski— la obra de ficción más sublime y fuerte, que representa hasta ahora la suprema y más alta expresión del pensamiento humano, la más amarga ironía que que pueda formular el hombre?

Aunque no nos lo parezca a primera vista, Cajal y Cervantes tienen algunos importantes puntos en común. En el presente análisis me centraré someramente en dos: La experiencia castrense y el interés por la innovación.

La experiencia castrense de Cervantes es bien conocida; la de Cajal no tanto. ¿Quién no relaciona a Don Miguel con el duro cautiverio en Argel y el sobrenombre de “El manco de Lepanto”, por la histórica victoria contra los turcos en el año 1571, considerada por él mismo como “la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros”?; sin embargo, es poco o nada conocida la experiencia vital en la milicia de Don Santiago. 

Don Santiago Ramón y Cajal opositó a Sanidad Militar tras finalizar su licenciatura de Medicina en 1873. Se ha escrito que su carácter marcadamente españolista y su excelente forma física le hicieron participar en la tercera guerra carlista con el empleo de teniente médico, y en la guerra de Cuba con el de capitán. Sin embargo, su estancia en Cuba estuvo marcada por las penalidades y la enfermedad. El declive de la política colonialista de España, la guerra en un clima y ambiente hostiles y la corrupción de los mandos militares hicieron que Don Santiago estuviera destinado en pleno teatro de operaciones dentro de un rígido sistema logístico de ‘trochas’, que acabaría en un fracaso militar y a la posterior pérdida de la colonia. Desencantado y gravemente enfermo de malaria, que estuvo a punto de causarle la muerte, regresó a España con licencia por enfermedad. Poco después ingresó como docente universitario de la mano del Dr. Genaro Casas lo cual supuso el fin de su carrera castrense.

El segundo punto en común de Cervantes-Cajal estriba en el interés por la innovación. La obra magna de Cervantes, “El Quijote”, está considerada está considerada como el mejor trabajo literario jamás escrito. La obra más destacada de la literatura española y, también, una joya de la literatura universal. El libro más publicado y traducido de la historia, sólo superado por la Biblia. La primera obra literaria considerada como novela moderna. La cumbre del pensamiento humano. Además, Cervantes, según mi buen amigo y gran cervantista, José Rosell Villasevil, no solamente innovó prodigiosamente en el ámbito de las obras se ficción y la escenografía teatral, también dejó su impronta en la cinematografía. Sí, lo han escuchado bien, Cervantes —a juicio de José Rosell—, concibió los principios de la cinematografía, una tesis que tuvo ocasión de exponer por primera vez en la primavera del año 2002, dentro de un ciclo de conferencias denominadas “Rus en el Quijote”. Y es que este “raro inventor” “el famoso todo”, “el regocijo de las musas” y “Príncipe de los Ingenios” que fue Cervantes, concibió en “La Venta de las Lomas”, muy próxima a la ermita de Rus —ubicada en la localidad conquense de El Cañavate— el fotograma en movimiento, esencia de la técnica cinematográfica.

Cajal, por su parte, no solamente fue un eminente médico, científico e investigador, descubridor de los mecanismos que gobiernan la morfología y los proceso conectivos de las células nerviosas de la materia gris del sistema nervioso cerebroespinal; también sintió interés desde pequeño por el incipiente fundamento óptico de la fotografía, lo que le llevó a que, en 1890, fuera nombrado presidente de honor de la Real Sociedad Fotográfica de Madrid y, en 1912, a la publicación de la obra “Fotografía de los colores, bases científicas y reglas prácticas, anticipando el futuro de la fotografía cromática.

Se ha dicho que “lo semejante atrae a lo semejante”, un principio, por cierto, que se asienta sobre fundamento científico de la Ley de Vibración. Por esto, no ha de sorprendernos que el genio y el alma de Cajal se fijara detenidamente en el genio y en el alma de Cervantes. 

Es verdad que Don Santiago sólo dedicó un ensayo específico al universo cervantino mediante el discurso titulado “Psicología de Don Quijote y el quijotismo”, encargado por el Colegio de Médicos de San Carlos con motivo del III Centenario de su publicación, pronunciado el 9 de mayo de 1905 y publicado póstumamente en el libro “La psicología de los artistas”, pero, la obra magna de Cervantes, como inspiración para entender la vida, la historia, la sociedad y los valores perennes estuvieron siempre muy presentes en su profunda e interesante obra literaria, hasta el punto de que a Don Santiago Ramón y Cajal se le considera un autor eminentemente cervantista. Así que, al explorar el alma de Cajal podemos encontrar también lo esencial del pensamiento cervantino; esto es así porque como afirmó el creador de El Quijote, «La pluma es lengua del alma; cuales fueren los conceptos que en ella se engendraron, tales serán sus escritos».

Hoy, Cervantes y Cajal, gozan del máximo cariño, respeto y admiración de todos los españoles; así que, afortunadamente, no se cumple para ellos el dicho bíblico de que “Nadie es profeta en su tierra”. Y es que Cervantes y Cajal lideran el ranking con el número 1 y 2, respectivamente, de calles dedicadas en toda España a su memoria. Concretamente, Cervantes aparece en 1600 vías; Ramón y Cajal en 1.173.

No es para menos. Cervantes legó a la Humanidad una joya literaria de incalculable valor —“El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”— impregnada de una visión altruista de la vida, basada en valores perennes. Su influencia ha perdurado a lo largo de los siglos y lo seguirá haciendo en los sucesivos. Cajal, por su parte, está considerado como el padre de la Neurociencia. Además de gran científico —algunos estudiosos de su obra le sitúan en el ranking de los tres científicos más revolucionarios de la ciencia mundial— fue también un ser humano excepcional. Hoy sigue vivo en el inconsciente colectivo universal, para animar al mundo a seguir la senda del conocimiento, la ciencia, el desarrollo humano y tecnológico, con el elevado propósito de hacerlo más próspero, solidario, armonioso y feliz. Un ejemplo lo tenéis en Salamanca: Por Cajal y la Ciencia.

José Antonio Hernández de la Moya

1 comments on “Cervantes y Cajal: Dos gigantes de la innovación

  1. Aurelio Zazo Zazo

    Un buen dato lo de los nombres de las calles y su número.Gracias y enhorabuena por tu artículo

Gracias por comentar

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