No gracias, voy a viajar
El paisaje es infinito, pero por una extraña razón siento que no estoy solo.
El paisaje es infinito, pero por una extraña razón siento que no estoy solo.
Una vez que comienzas a viajar, y a moverte, tu mente cambia por completo, como si cambiar de hemisferio fuese como cambiar de miedos, y todo cobra otra perspectiva.
Resulta curioso ser capaz de hacer realidad aquello que llevas imaginando durante tanto tiempo, es como si de alguna forma siguieras imaginándolo y por mucho que lo palpes, lo sientas o lo vivas en tiempo presente, sigue pareciéndote algo intangible; casi onírico, pero es real.