“Las manos delatan la hidalguía, no hace falta oler los alientos”
Para saber si estamos ante una delicatesen, solo es preciso probar un pequeño bocado y a veces, el solo olor ya nos anticipa lo que vamos a degustar. Eso mismo ocurre con las novelas de Carlos de Tomás, pues nos basta con comenzar a leerlas para darnos cuenta de que nos aguarda toda una obra cargada de un interesante argumento hilado a la perfección por un estilo narrativo que no nos decepcionará.
La confesión del Libio, es una obra en la que la figura del escritor toma relevancia frente a la historia en sí. Un intríngulis muy bien urdido en el que casi todos los elementos sufren un desdoblamiento, no es que se haya pretendido hacer ver la cara y la cruz de algo o de alguien, sino que todo pasa por un proceso dual ambiguo. La historia no es solo una y como efectos colaterales de la principal se suceden más. También el tiempo es doble, pues durante toda la narración saltaremos de una época a otra coincidiendo con el inicio y el fin de cada capítulo. Da la sensación de que ese universo que Carlos de Tomás crea en La confesión del Libio, oscila como un péndulo dubitativo de un pensamiento a otro, consiguiendo que sus personajes también se carguen de dudas que se les plantean como dos caminos a elegir, cada cual con sus pros y sus contras.
Valores como la amistad, la fidelidad, la lealtad a uno mismo, el ser conscientes de quiénes somos, la dependencia emocional (a veces confudida con amor) y la integridad, son algunos de los principios éticos que el protagonista, Elmar, despliega en su labor literaria.
Una obra, La confesión del Libio, que nos hace divagar por dos realidades paralelas separadas por unos años de diferencia y que no nos deja acomodarnos al presente por la alternancia continua con el pasado, salto imprescindible para poder conocer datos necesarios de la trama.
La figura del escritor queda, bajo una solapada interpretación de actor secundario mediocre, en tela de juicio ante la falta de ideas para comenzar una obra original o servir de mero cronista o indiscreto soplón de una historia que no le pertenece. ¿Es lícito utilizar una historia ajena para elaborar una novela? ¿Es al menos, ético hacer eso? Las dudas, el existencialismo, la debilidad humana son algunos factores que plagan la obra haciéndonos reflexionar, a la vez que nos deleita conforme nos vamos sumergiendo en su lectura.
La confesión del Libio, es una obra aromatizada de profunda filosofía que hace simbiosis con un estilo narrativo ágil y fresco, de lenguaje actual, ameno y, en ocasiones, hasta ordinario, que nos deja claro el grado de confianza y amistad entre los personajes. Las descripciones, que abundan en toda la obra, son tan acertadas que el lector visualiza de manera simultánea la escena descrita con plena nitidez. Los diálogos no faltan tampoco, lo que nos hace acercarnos más a los personajes, lo cual nos da la posibilidad también de crear nuestra propia opinión sobre ellos.
Secretos de antaño que resucitan por motivos de culpabilidad, conflictos emocionales, existenciales, intrigas, argucias, rutina, amistad y otros muchos conceptos se dan unión en esta obra en la que una vez más no falta la mirada poética que en mayor o menor medida siempre aparece en la obras de Carlos de Tomás, como una marca de identidad imperiosa.
Disfruta con las obras de Isamar Cabeza
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