Nombre de diosa griega en cuerpo de mortal, mujer de excelsa genialidad, exponente del barroco y objeto de las mayores desgracias e injusticias.
Nacida en 1593 en Roma, Artemisia era hija del pintor Orazio Gentileschi, uno de los principales representantes de la obra de Caravaggio. Artemisia empezó a descubrir el mundo de la pintura en el taller de su padre, destacando de sus hermanos por su gran talento que se reflejaba en el dibujo y en la brillantez que aportaba a sus obras. En un principio su línea seguía fielmente la de su padre, siendo su estilo el mismo de Caravaggio, aunque poco tardó en tratar los temas de manera particular alejándose de la visión de su progenitor. En su primera obra firmada con tan solo 17 años, Susana y los viejos, la chica plasma sobre óleo un estilo propio en el cual fusiona el estilo de Caravaggio pero también la técnica de Annibale Carracci (la escuela de Bolonia).

Artemisia queda huérfana de madre a los doce años, quedando al cargo de la casa, de sus hermanos y su padre. De más está decir que para la mujer del siglo XVII la educación estaba vetada, por lo que sus aspiraciones no van a encontrar el camino fácil.
Afortunadamente o quizás no, la joven contaba con el apoyo de su padre que sabía de su talento y que quiso ayudarla pagando a un pintor para que la siguiera instruyendo. Para tal puesto fue elegido Agostino Tassi, a quien Orazio conocía (o creyó conocer hasta ese momento) pues trabajaba con él.
Sin sospechar lo más mínimo, Orazio construyó puente de plata para recibir a un enemigo camuflado de compañero y amigo, que aceptó el trabajo relamiéndose de gusto. Tal eran sus ocultas y malvadas intenciones, que en cuanto tuvo oportunidad las llevó a cabo para gran perjuicio de la pobre Artemisia que fue la gran víctima en todo aquel maquiavélico plan.
Según su propio testimonio y tras encerrarla en una habitación bajo llave, la sometió hasta conseguir violarla, no sin que ella luchara por evitarlo, pues (reitero según sus palabras en el juicio) incluso le llegó a arrancar un trozo de carne del miembro.

Ante tal hecho su padre le obliga a casarse con ella para reparar el daño (¡tremenda paradoja inconcebible!) a lo que Tassi consiente en un principio pero más tarde rehúsa pues ya estaba casado, es entonces cuando es llevado ante un tribunal eclesiástico denunciado por Orazio. Ante el tribunal la joven se ve sometida a un denigrante examen ginecológico, que acompañado de un cruel método de tortura (necesario para que confirmara que sus palabras eran ciertas), logran hacerla descender al mismísimo averno, como si en verdad ella hubiera sido la culpable y no la víctima.
Para colmo de males, el tal Tassi lo único que quería era robar cuadros de Orazio. Artemisia para reparar su reputación (como si ella hubiese tenido culpa alguna) se vio obligada a casarse, para “recuperar de esa manera su honorabilidad perdida” a manos de Tassi (quien fue apresado por un año y expulsado de los Estados Pontificios).
Las preguntas se amontonan. ¿Es justo que encima de violada se repudie?, ¿en verdad la mujer tenía que casarse para recobrar su honorabilidad?, ¿es que no es una virtud propia?, ¿es que la mujer no vale nada, que necesita a un hombre a su lado para ser honorable ante la sociedad?
Se dice que “No hay mal que por bien no venga” y si de algo le sirvió a la desafortunada pintora todo el martirio que tuvo que vivir, fue para realizar unos impresionantes cuadros que gritan en silencio la rabia, el dolor y la impotenciaque le acompañarían el resto de su vida. Como clara evidencia de ese horrible episodio hallamos el cuadro de Judit decapitando a Holefornes, personajes y escena bíblica tras los que se oculta su deseo de venganza contra Tassi y quién sabe si por ende, a todo el género masculino.

Artemisia se casó en un matrimonio concertado, con el pintor florentino Pierantonio de Vincenzo Stiattesi. Se instala en Florencia con su marido donde ingresa en la Accademia del Disegno llegando a disfrutar de un gran éxito. Se codea con los artistas más respetados de la época, tales como Cristofano Allori o Galileo Galilei y con ilustres como el gran duque Cosme I de Medici y la gran duquesa Cristina de quien obtuvo favores y protección.

Artemisia fue considerada una de las primeras artistas del barroco.
Si bien es cierto que entre sus obras también las hay de escenas más relajadas y bucólicas con clara referencias a escenas religiosas o retratos, entre los que se cuenta el suyo propio, las más impactantes son los que gritan el dolor tan insoportable que llevaba a cuestas. Sus cuadros son fiel reflejo de su interior atormentado, tenebristas pero brillantes, coloridos pero tristes, sufridos, con una excelente pincelada joven y atrevida que hace de sus obras un regalo para la vista que no deja a nadie indiferente.
Disfruta con las obras de Isamar Cabeza
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