Con el título de “Las lágrimas de Julieta”, Errikarta Rodríguez y Eduardo Blázquez Mateos, nos presentan una obra atípica, profunda, diferente, curiosa y genial. Basada nada menos que en la archiconocida tragedia de William Shakespeare, ambos autores nos plantean una obra en la que nada es lo que parece, hasta que se descubre.
No creo que nadie tras haber leído “Romeo y Julieta” se haya quedado impasible. La tragedia recorre cada renglón de la obra, de principio a fin. ¿Tenía que ser tan dramática? Quizás de no haber sido tal y como el de Straftord la escribió, no hubiera tenido la perpetuidad que el mundo le ha otorgado. Pero, ¿quién tras leerla no ha deseado otro final? Me imagino que por cada persona que la haya leído existe un final alternativo, lo que implica una cantidad de desenlaces nada despreciable.
La obra de Errikarta y Eduardo no va encaminada en crear un final nuevo, no, no es ese su propósito, eso sería demasiado previsible y esta obra es todo menos eso.
De la magia de los Bosques de Oma, de la presencia de las grandes tragedias amorosas griegas y de las raíces que nos vinculan irremediablemente al País Vasco, va esta obra. Y entre diosas tan olímpicas como Andrómeda, Ariadna o Dafne, se integra Mari, una diosa pre cristiana de la zona vascongada que reinaba sobre la naturaleza y todos los elementos.
Una mirada conjunta que unifica arte visual con literatura, un estilo que acaricia la prosa poética, unas imágenes que acompañan y anticipan otra versión de la historia de la Capuleto y el Montesco, bajo la misma piel pero con un interior invertido.

El cuerpo se presenta como una jaula maldita de la que es difícil escapar, una conjunción binaria, una simbiosis perfecta en la que el juego es descubrir al otro en su esencia, falsas apariencias frente a normas sociales, androginia, sufrimiento e incomprensión.
“Las lágrimas de Julieta” nos presenta un esquema de valores distintos, los roles de siempre ya no valen y caen como torres de arena frente a la rabiosa actualidad.
Un vuelco difícil de asimilar por el costumbrismo añejo que no deja rendijas para la diversidad. Una nueva manera de ver la vida, una manera auténtica de ser que clama por aceptación y que a veces se ve afectada por la derrota más catastrófica.
La obra de Errikarta y Eduardo es un resumido e intenso imitatio de la tragedia de Shakespeare, pero con tintes vascos e identidad propia, con matices que la hacen contemporánea y clásica a la vez. Una posibilidad de lo que hubiera pasado si la obra hubiera estado aderezada de aquelarres, flora autóctona roja y empoderamiento femenino.
Una obra, “Las lágrimas de Julieta”, que pincela una hermosa obra pictórica, cuajada de alegorías, paralelismos y metáforas. Un canto a la libertad y al despertar de nuestro yo verdadero.
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