SIN ELENA La luna brilla como una ausencia dorada. Aún quedan pétalos de estrellas surcando el viento rizado. Un silencio húmedo cubre de paz a las flores sinceras. Resplandecen sueños inertes sobre rocas de cristal de colores tempranos. Al final del reflejo, una maraña de luz e hilos de bronce asciende hasta ella. Juan J. Ramírez
En la década de los 70 el célebre escritor de ciencia ficción, el británico Arthur C. Clarke, en su novela “Las fuentes del paraíso” (1979, Reino Unido) narra las vicisitudes de un ingeniero del s. XXII que proyecta construir un ascensor espacial que conecte la corteza de la tierra con el espacio exterior.
Este autor, al igual que otros novelistas de ciencia ficción del siglo pasado como el ruso Isaac Asimov (1919-1992) creador de “Las tres leyes de la robótica”, fueron además divulgadores científicos de prestigio. Y como sucedió anteriormente con el legado escrito de Julio Verne, sus teorías sobre ciencia y tecnología creadas en un contexto de fantasía literaria, sirvieron a científicos de diversos campos como punto de partida para desarrollar invenciones vanguardistas.
De esta manera, en la actualidad, diversas agencias espaciales en Japón, Europa y Estados Unidos están trabajando en proyectos de ascensores cósmicos similares al que visionó Arthur C. Clarke.

#ContraPortadaDe
DE NIÑOS PODÍAMOS CON TODO
Estimados lectores/as,
Es indudable que el género de la ciencia ficción ha servido de inspiración a los científicos para desarrollar invenciones técnicas y materializar, por tanto, lo que sobre los papeles de la ficción tan sólo eran simples quimeras.
Lo curioso es que esa capacidad de generar fantasía y así encontrar siempre soluciones insospechadas a cualquier necesidad u obstáculo que surja, la vamos perdiendo progresivamente a la vez que nos hacemos adultos, o ¿nunca se han fijado lo imaginativos que son los niños para inventar cualquier cosa que se les proponga?
Con todo esto quiero explicar que los futuros científicos deberían también cultivar la visión soñadora que le ofrece la literatura; y es que tal vez un creativo lo sea porque ha dejado de ser menos niño que otro adulto.
Muy amables por leer mi artículo.
– Juan J. Ramírez –