Opinión Redactores Teresa Álvarez Olías Viajes

Paseo por El Retiro

El palacio del Buen Retiro de Madrid fue diseñado por el arquitecto Alonso Carbonel (1590-1660) y construido por orden de Felipe IV como su segunda residencia y lugar de recreo.

El palacio del Buen Retiro de Madrid fue diseñado por el arquitecto Alonso Carbonel (1590-1660) y construido por orden de Felipe IV como su segunda residencia y lugar de recreo.


Fue también el hogar esporádico de Carlos II y de Felipe V, que habitó en él compartiendo el año con los palacios de La Granja, El Pardo y Aranjuez, en especial tras el incendio que destruyó el Real Alcázar en 1734. La Guerra de la Independencia de 1812 alojó en su entorno a las tropas francesas y destrozó muchas de sus estancias, así como también se echaron a perder las mismas por las termitas y el deterioro de sus materiales, de mala calidad. A finales del siglo XIX se demolieron algunas salas por eminente ruina, y hoy solo quedan del regio inmueble el Casón del Buen Retiro y el Salón de Reinos, que hasta 2007 fue sede del museo del ejército.

Lamentablemente, se vendieron en siglos pasados diversas hectáreas de sus jardines y en la actualidad dos calles, la de Alcalá y la de Alfonso XII, con sus respectivos tráficos rodados, acortan incluso la extensión de sus zonas arboladas. El Retiro es, por tanto, hoy el gran parque de Madrid, y corresponde a los jardines del antiguo palacio real, donde acuden parejas, familias, deportistas, turistas, emigrantes, artistas y paseantes de todas clases.

Detengámonos en sus lugares más emblemáticos:

1) El estanque, salpicado por barcas de remos en alquiler, imitando las naumaquías de los tiempos de Felipe IV, donde los fuegos artificiales y la cartelería del máximo nivel artístico hacían las delicias de la nobleza y la casa real, que actuaba como público fiel. Es posible también viajar en una barcaza a motor que recorre lentamente el perímetro del estanque, presidido en su zona oeste por el monumento a Alfonso XII, erigido en el siglo XX, de gran valor artístico y en cuyas escalinatas la juventud se reúne para cantar, hablar, saludar al sol y al cielo azul madrileño, así como para hablar en distintos idiomas.

2) El templete de música, cercano a la boca de metro de Retiro, que todos los domingos, a las 12 horas ofrece, por parte de la banda de música municipal de la ciudad, un recital maravilloso de melodías clásicas y actuales, ante una concurrencia inmensa y maravillada.

3) El palacio de cristal, construido a finales del siglo XIX, en el mejor estilo modernista, de hierro y cristal, que alberga distintas exposiciones itinerantes y se refleja sobre un pequeño lago artificial, donde surcan sus aguas cisnes y patos alrededor de un surtidor vertical, de gran porte.

4) El bosque de los ausentes, de reciente construcción, que recuerda emocionadamente a los muertos del 11 de marzo de 2004, donde tres trenes explotaron en Madrid por actos terroristas. 191 árboles recuerdan a las víctimas de aquel día nefasto, en una colina situada en la zona sureste del parque.

5) El Paseo de estatuas de reyes españoles, muy cerca de la entrada que mira directamente a la Puerta de Alcalá, mandada construir por Carlos III.

6) Numerosas fuentes ornamentales ubicadas en rotondas y confluencias de paseos, destacando la de la alcachofa y la del diablo, levantada a 666 metros sobre el nivel del mar, en un número fatídico y demoníaco.

7) La biblioteca municipal Trías Beltrán, ubicada muy cerca de la entrada oeste, junto al metro de Ibiza, donde los estudiantes pueden disfrutar de una deliciosa lectura mirando los jardines floridos y los árboles frondosos, y que fue erigida sobre estancias anexas al antiguo palacio real.

8) El Centro cultural Casa de Vacas, cuyo nombre nos recuerda las jaulas de animales exóticos que los borbones gustaban de conservar y contemplar desde el siglo XVIII, e incluso el zoológico que se ubicó en ese lugar durante varias décadas del siglo XX. En dicho centro cultural se suceden las exposiciones pictóricas, las conferencias sobre historia y los cursos de distintas actividades.

9) Los Jardines de Cecilio Rodríguez, construidos en el siglo XX, de factura rectangular, con un estanque alargado al norte, donde viven en libertad majestuosos pavos reales, que gluglutean esporádicamente, maravillando a los visitantes.

10) Los Jardines llamados El Campo Grande, el Jardín Francés, de los Planteles, de los Vivaces, del Parterre, de la Chopera, etcétera, poblados de esculturas, fuentes y plantas cuidados con esmero, que cuentan con escalinatas dobles, adornadas por flores y sendas botánicas, de indudable valor histórico y científico.

11) Árboles de muy distintas especies e incluso el ejemplar más antiguo que se conoce en la ciudad, un ahuehuete, tratado con especial mimo por los jardineros del Retiro, y que data del siglo XVII.

12) Zonas de columpios para niños y mayores, adonde acceden los escolares y los abuelos en las tardes de sol y mañanitas claras, que en Madrid son la norma, bajo un cielo velazqueño.

13) El antiguo Paseo de coches, convertido hoy en una vereda de patinadores y ciclistas, afortunadamente, y que durante tres semanas del mes de junio es la sede del Feria del Libro de Madrid, de fama mundial en el mercado editorial, donde autores y lectores ansían presentar, comprar y contemplar las miles de novedades literarias que se crean cada año en español.

14) El espacio para títeres, una pequeña casita con horario de fin de semana para diversión de los más pequeños. Por otra parte, los mimos, los cantantes y los músicos espontáneos son moneda constante en todas las zonas del parque, en especial las más transitadas, aquellas que rodean el Estanque de las barcas.

15) Terrazas donde se puede tomar horchata, cerveza, té, café y cualquier combinado apetecible, así como raciones de comida sencillas y helados. Encontramos junto a ellas policías a caballo y a pie, familias paseando a sus bebés en cochecitos, y parejas enlazadas.

16) Las puertas de entrada al parque, todas de hierro ornamental, adornadas con maceteros floridos. Por ellas entraron no solo las tropas vencedoras en las distintas guerras, sino también las futuras reinas de España, casi siempre extranjeras, recibidas por un pueblo entusiasta, que sembraba de pétalos de rosa las calles y de música triunfal el ambiente, al paso de las carrozas.

17) Sendas de recorrido para deportistas y ciclistas que de la mañana a la noche suben o bajan cuestas, dando ejemplo a los tranquilos viandantes y ciudadanos que leen y observan todo, sentados en bancos de madera.

18) Zonas intrincadas donde se intercambian cromos de todas las colecciones en vigor, se extienden manteles para merendar los domingos y se aposentan las familias para pasar el día en compañía de otras familias amigas.

19) La Rosaleda, un jardín de rosas con decenas de especies locales y extranjeras, las cuales ofrecen todo un espectro de color y matices, que los jardineros consiguen con dedicación continua. Un jurado elige la mejor y más original rosa cada año.

20) Las emblemáticas Puertas de acceso, que son las nombradas del Ángel caído, la de Mariana de Neoburgo, la de Murillo, la de España, la de la Independencia, la de Hernani, la de Lagasca, La de Madrid y la de O´Donnell.

El paisaje humano del Retiro es variopinto, pues se encuentran policías a caballo y a pie, parejas homosexuales y heterosexuales, grupos de adolescentes en patinete, discapacitados en sus sillas de rueda mecánicas, paseantes de perros de todas las razas, turistas occidentales y orientales en grupo o en privado, colegiales en visita escolar, tours similares deteniéndose en explorar especies arbóreas y avícolas, escritores y pintores solitarios, vendedores de libros propios y ajenos, kioscos de bebidas, poetas e incluso grupos de teatro, de tuna o de bailes regionales, así como de cómicos que provocan las risas más estentóreas. No faltan tampoco fieles de las más diversas sectas religiosas, invitando al púbico ocioso a conocer su doctrina.

En El Retiro, por supuesto, se venden helados, globos, frutos secos y barquillos y conviven especies animales propias de bosques como ardillas, gorriones, cotorras y toda clase de gatos en libertad, también especies propias de estanques ciudadanos como lucios, patos silvestres y cisnes.

Los árboles del Retiro llevan escritos muchos nombres de amantes en sus cortezas y algunos han escondido en sus troncos secretos bélicos e incluso pequeñas fortunas abandonadas, y no son pocas las novelas que contienen capítulos cuyos protagonistas se reúnen en El Retiro para verse en clandestinidad, para iniciar un negocio, para preparase para la guerra o la revolución, para declarar su amor, para decirse adiós definitivamente, para pasear a los hijos de sus señores, para encontrar novio o novia y cómo no, para contar a un amigo o amiga las penas y alegría diarias, que no acaban nunca.

Personalmente me gusta el parque del Retiro al amanecer, cuando el sol extrae reflejos dorados al agua estanque y el silencio se extiende manso y dulce por el mundo, que aún se está despertando. También me sobrecoge pasear por sus senderos en otoño, cuando las hojas pardas, caídas mansamente, alfombran el paso, anunciando un futuro prometedor, solidario y frondoso.

Siempre es maravilloso darse una vuelta por El Retiro, el parque madrileño donde todos los españoles pueden encontrar las raíces históricas de su país.

Teresa Álvarez Olías

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