Y es que no se puede mencionar a nuestro ilustre poeta, sin evocar los versos que compuso, aquellos que lo elevaron al grado de poeta romántico por excelencia. Hoy más que nunca al cumplirse 184 años de su fallecimiento.
Yo sé un himno gigante y extraño que anuncia en la noche del alma una aurora, y estas páginas son de ese himno cadencias que el aire dilata en las sombras. Yo quisiera escribirle, del hombre domando el rebelde, mezquino idioma, con palabras que fuesen a un tiempo suspiros y risas, colores y notas. Pero en vano es luchar, que no hay cifra capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!, si, teniendo en mis manos las tuyas, pudiera, al oído, cantártelo a solas.

Casa natal del poeta
Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida nació en el número 28 de la calle conde de Barajas de Sevilla el 17 de febrero de 1836, hijo del pintor José Domínguez Insausti y de Josefina Bastida Vargas. Su padre, pintor de profesión firmaba sus cuadros como José Domínguez Bécquer, apellido que rescata de sus antepasados, comerciantes flamencos que se establecieron en Sevilla allá por el siglo XVI, y que más tarde tanto Gustavo como su hermano Valeriano adoptan al igual que hiciera su padre.

Influenciado en un ambiente artísticamente inclinado a la pintura, Gustavo sigue los pasos de su adre y su hermano Valeriano, pero la muerte de su padre provoca que su principal apoyo desaparezca con tan solo cuatro años. Gustavo ingresa con diez años en el Real Colegio de Humanidades de San Telmo y es cuando comienza a tener contacto con el mundo de la literatura, ya que cuenta con el privilegio de recibir clases de un discípulo del gran poeta Alberto Lista. Al quedar huérfanos también de madre los hermanos son recibidos en casa de una tía materna y más tarde Gustavo se iría a vivir con su madrina, Manuela Monnehay, quien influye poderosamente sobre él al ser una persona muy sensible hacia la poesía y contar con una selecta biblioteca poética.
Compaginó el gusto por la poesía con su afición por la pintura y dio clases con Antonio Cabral Bejarano y después con un tío paterno, Joaquín Domínguez Bécquer, que le pronosticó: «Tú no serás nunca un buen pintor, sino un mal literato». Quizás su comentario no fuera bien recibdo por nuestro poeta, o quizás fue lo mejor que pudo pasar, el hecho es que Gustavo Adolfo recibió apoyo moral de su sincero tío para continuar estudiando e incluso le pagó sus estudios de latín.
No digáis que agotado su tesoro, De asuntos falta, enmudeció la lira: Podrá no haber poetas; pero siempre Habrá poesía. Mientras las ondas de la luz al beso Palpiten encendidas; Mientras el sol las desgarradas nubes De fuego y oro vista; Mientras el aire en su regazo lleve Perfumes y armonías, Mientras haya en el mundo primavera, ¡Habrá poesía! Mientras la ciencia a descubrir no alcance Las fuentes de la vida, Y en el mar o en el cielo haya un abismo Que al cálculo resista; Mientras la humanidad siempre avanzando No sepa a dó camina; Mientras haya un misterio para el hombre, ¡Habrá poesía! Mientras sintamos que se alegra el alma Sin que los labios rían; Mientras se llora sin que el llanto acuda A nublar la pupila; Mientras el corazón y la cabeza Batallando prosigan; Mientras haya esperanzas y recuerdos, ¡Habrá poesía! Mientras haya unos ojos que reflejen Los ojos que los miran; Mientras responda el labio suspirando Al labio que suspira; Mientras sentirse puedan en un beso Dos almas confundidas; Mientras exista una mujer hermosa, ¡Habrá poesía!
Siempre será de agradecer que su carrera como pintor se truncara, pues parece ser que propició que naciera el poeta y escritor que todos conocemos. De sus leyendas y rimas, se habla, se analiza y se toma como referencia de una época, de un estilo y de un sentir que como nadie nos muestra y nos lega en sus obras. Un poeta que supo captar la esencia de la poesía y transmitirla, pese a su pesimismo e incredulidad acerca de su potencial, tal vez porque la vida no fue todo lo amable que podría haber sido con él. La pedida de sus familiares más directos, tuvo que haber marcado irremediablemente su persona, configurando su personalidad con notas tristes y lúgubres, tal como sus letras se engalanan la mayor parte del tiempo.
Un poeta, un mito, un símbolo de su época o más que de su época, de su propia persona, versos que lo han descrito y desnudado ante el mundo, consiguiendo ser necesaria referencia de la poesía y formando parte de los grandes de la literatura de todos los tiempos.
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