El mayor privilegio y elogio que puede recibir un autor en el día de la presentación de su nueva contribución literaria es el calor, apoyo y estima de sus lectores, pues sin el compromiso e impecable dedicación de dichas mentes ―que encuentran en la ofrecida poesía todo lo que tiene de verdad y eternidad― su esencia quedaría relegada al olvido.
Por ello, me gustaría agradecer como poeta y amante de la cultura y las letras a todas aquellas personas que me acompañaron en la pasada firma de mi poemario, “Hija de la brisa y la tempestad” publicado por Editorial Amarante, su incondicional presencia y entusiasmo, así como a las que lo hicisteis desde la más profunda amistad y devoción en la distancia. Sabed que estuvisteis a mi lado en espíritu en todo momento y que me siento honrada y enormemente bendecida por todos los mensajes de simpatía recibidos. Tales presentaciones las contemplo como preciados lugares de encuentro en los que celebrar la creación artística y la comunión entre almas, ya que si algo me ha demostrado la literatura y en especial la poesía es que la complejidad que esconden sus versos y la intrínseca naturaleza humana que habita en éstos tienen el poder de unir y reconciliar el más dispar de los corazones.

A lo largo de la firma me sentí arropada y defendida, puesto que si bien cualquier morada ocupada por libros tiene un aura distinta y singular, acudisteis desde que ésta abrió sus puertas y hasta que fue necesario abandonarla. Como escritora he comprobado que no existe nada más preciado que la emoción al pensar y redactar dedicatorias, al igual que no hay nada más hermoso que observar la correspondencia por parte del lector. Es precioso entablar breves conversaciones con desconocidos y desconocidas que se aventuran a sostener tu obra entre las manos y que apuestan por el valor y el placer que descubrirán en el interior. Del mismo modo que es fundamental y extraordinaria la función y cometido del librero, quien como anfitrión recibe a los visitantes atendiéndoles con la mayor predilección y amabilidad. Y es que sin su figura la literatura tampoco sería posible.
Muchas gracias por escoltarme desde que comenzara esta travesía literaria, por alegraros por mis éxitos y por despejar mis dudas y alzarme cuando lo he necesitado. Muchas gracias por corresponderme y demostrar lo crucial que es la literatura para la sociedad y para continuar creciendo como individuos con inquietudes, ambiciones y pasiones.

Por otro lado, también quisiera emplear esta breve y humilde crónica para agradecer una vez más a Editorial Amarante por su increíble apoyo y motivación, por la ilusión con la que se involucran en cada proyecto y, por supuesto, por creer en mi poesía y convertirla en un sueño hecho realidad. En este sello he encontrado un equipo fantástico que se vuelca en la invención artística desde la más excelsa vocación y cariño, al igual que apuesta por jóvenes talentos otorgándoles el medio con el cual sus voces puedan ser escuchadas, su inventiva juzgada y su imaginación valorada. Con Acalanda Magazine no podría ser de otra manera, me gustaría devolver al equipo ―o al menos intentarlo― y a todos los geniales redactores y redactoras que formáis parte de esta revista un ápice de la satisfacción que me habéis proporcionado desde que empecé a escribir mis artículos en la plataforma. Gracias por el abrigo con el que me recibisteis y continuáis sosteniendo, por la libertad de expresión que os hace sobresalientes y por diseñar un espacio dedicado a la literatura y a la cultura. Por último pero no menos significativo, mandar un fuerte abrazo a tres mujeres magníficas y excelentes poetisas, junto a vosotras he hallado la auténtica definición de lo que es la hermandad entre autoras y he presenciado en vuestros poemas las maravillas de la literatura.

Con inmensa gratitud,
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