Ecos de suave esperanza

Subo a la colina
para escucharte declamar
versos lisos y suaves
escritos en algún horizonte lejano.

Juan J. Ramírez

El primer género que existió en la literatura, entendida ésta como un arte del entretenimiento, fue la poesía; pero a pesar de lo que inicialmente podamos pensar, no nació para ser disfrutada escrita, sino hablada o mejor dicho recitada.

Esta forma de expresión lírica se estableció durante la Edad Antigua en la Grecia clásica, después en el Imperio Romano y, por consiguiente, más tarde en el resto del mundo occidental.

Por aquel entonces los poetas debían ser creativos, escribanos y también intérpretes, ya que la comunicación oral era la única manera de entenderse con un público que en su mayoría era analfabeto.

Por tanto la declamación es un acto que surge de la propia necesidad vital del autor de ser apreciado. Para ello usa un discurso cadencioso, sensual y evocador que persuade a la audiencia, para así poder conquistar su mente a través del camino más profundo pero a la vez el más corto: su corazón.

Y ahora, miles de años después, yo, Juan J. Ramírez, un hombre moderno, quiero ser el poeta de debajo de un balcón; o el apoyado en un árbol; o tendido frente al cielo; o aquél encimado en un vagón; a la carrera por una acera; o en un cola a la espera de un número.

En definitiva les recito, querido público, para que no sólo tengan la eternidad húmeda de la tinta con la que se graba cualquier verso, sino también un eco luminoso y rosado que tiña de suave esperanza sus momentos cotidianos.

Juan J. Ramírez

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