Al hombre siempre le ha gustado saber de qué se muere, no por un prurito científico, sino por compararnos con los demás, que lo de morir en el intento está bien, pero que se muera otro está mejor.
La literatura debió comenzar, al igual que la música, con improvisaciones fantásticas y orales, aportando una atmósfera inusitada y creíbleSeguir leyendo