No prevenimos la pobreza, pero sí la encarcelamos, la abandonamos a su suerte, la despreciamos, la apartamos de los objetivos institucionales como si fuera irremediable.
La potencia del proletariado está fundada sobre su conciencia de clase, sobre su energía revolucionaria, que es dada a luz por esa conciencia, y sobre la política independiente, resuelta y consecuente de la socialdemocracia, la única que puede desencadenar esa energía de las masas y moldearla como un factor decisivo en la vida política.